Clemente existe. El canterano, el jugador de la plantilla que menos minutos ha disputado, a excepción del hasta ayer inédito Ros, salvó al Zaragoza de un mal trago con un gol salvador a diez minutos del final que sella el pase del equipo aragonés a la siguiente ronda de la Copa del Rey. El estreno goleador del canterano con el primer equipo se produjo en el mejor momento posible, con su equipo sudando la gota gorda para librarse de un corajudo y voluntarioso Mensajero que vendió cara su piel.

Bien es cierto que el Zaragoza apenas padeció, pero también que casi nunca se encontró cómodo en un partido plagado de trampas. El maltrecho césped artificial, el diluvio que cayó en la segunda parte y las dificultades para entender el choque metieron en un problema a un Zaragoza al que el entusiasmo con el que encaró la contienda le duró bien poco, apenas un cuarto de hora. Durante este periodo, el conjunto aragonés se mostró dinámico y vivo. El balón corría y las llegadas se sucedían a través, casi siempre, de centros desde la línea de tres cuartos. Uno de ellos, de Ángel, acabó en Azón, que no conectó bien un esférico que acabó en las manos de Padilla, que poco antes había neutralizado un suave intento de un activo Adrián.

Yanis, con una extraña volea con la derecha, y un intento de Adrián desde cerca del centro del campo aumentaron la extrañeza de un Mensajero cuyo plan inicial de adelantar al máximo la línea de presión quedaba a la espera de tiempos mejores. 

Un cabezazo franco de Azón que también desbarató Padilla en una jugada que quedaría posteriormente anulada por fuera de juego del canterano, puso el epílogo al buen inicio de un Zaragoza que, a partir de entonces, se volvió pesado y plomizo como la tarde. El Mensajero, que perdió al exzaragocista Valentín por lesión mediado el primer periodo, rescató el plan y se marchó hacia adelante, eligiendo bien el momento en que recurrir a la presión alta o al repliegue, lo que abocaba a los de JIM a perseguir el envío largo, casi siempre sin éxito. La profundidad, otra vez, brillaba por su ausencia y el ataque a una defensa de cinco consistía, como hace tres días en Lezama, en la combinación imposible por dentro. 

En esa tesitura, el error del rival se antojaba como el camino más corto hacia la victoria. Y este llegó en un despeje defectuoso al que Zapater respondió con un remate mordido con la zurda que se perdió a medio metro del palo izquierdo del marco local.

El descanso no cambió nada más allá de la entrada de Borja por un tocado James, que pasó por La Palma sin pena ni gloria. La velocidad y el dinamismo del extremo se agradecen en un equipo en el que abunda tanto el estatismo y que parece funcionar solo cuando puede correr. Y Borja, al menos, agitó el árbol, aunque el Zaragoza seguía sin llegar por banda, donde ninguno de los dos laterales aparecía hasta la línea de fondo, premisa básica para acabar con la resistencia de equipos construidos sobre una nutrida y poblada defensa. 

Al menos, el Zaragoza no sufría. El Mensajero, centrado en contener y replegar, fiaba su ofensiva a alguna transición rápida. Y Ale estuvo cerca de poner en apuros a Ratón con una galopada que advirtió a Lluís López y que el meta zaragocista resolvió con una salida rápida a los pies del delantero. El amago de susto, en todo caso, avisó a JIM de la necesidad de mover el banquillo. Lo hizo justo después de un intento de Eguaras desde su propio campo que Padilla atajó sin problemas. Francho y Álvaro, dos titulares, se integraban en la partida en medio del diluvio universal que caía en ese momento sobre La Palma.

Un cabezazo raro de Borja y una media vuelta de Adrián fueron el preludio de las dos mejores oportunidades de los visitantes. El propio Borja, tras un pase interior de Álvaro, tampoco pudo con Padilla, que poco después se encontraría con el balón en sus manos gracias a la clemencia de Álvaro al rematar muy flojo un buen centro de Nieto en la única aparición del Zaragoza hasta la línea de fondo en todo el partido.

El gol no llegaba, pero los nervios hacía rato que habían hecho acto de presencia. Al menos, el Zaragoza parecía haberse percatado de que los costados escondían en camino más corto hacia alguna parte. Más vale tarde que nunca. Pero el tanto llegaría de la forma menos esperada: a balón parado, una disciplina desperdiciada por el Zaragoza a lo largo de toda la temporada. Una falta lateral botada de fuera hacia dentro por Yanis fue directa a la cabeza de Clemente, que tras burlar el marcaje de Caropitche, batió a Padilla a escasos metros de sus guantes. El grito del canterano soltó toda la rabia e impotencia acumulada durante un ostracismo tan largo como, seguramente, injusto. El Mensajero se retorcía contra su suerte, pero todo había acabado. El Zaragoza protegió el botín y brindó por tiempos mejores con la ronda pagada por uno de casa.