La venta del Real Zaragoza a un grupo inversor liderado por el consejero del Betis, José María Gallego, está, ahora mismo, paralizada. La negativa de los accionistas minoritarios del club aragonés ha bloqueado una operación iniciada hace alrededor de dos meses y que, en estos momentos, se asume como inabordable al menos en los términos actuales.

La negociación entre el grupo de Gallego y la familia Alierta, accionista mayoritario de la Sociedad Anónima Deportiva con casi un 51% de las participaciones, incluyó un análisis exhaustivo de la documentación y una due diligence destinada a conocer de primera mano el estado económico y financiero de la entidad. Posteriormente, el grupo, respaldado por fondos americanos, realizó una oferta para hacerse con el control total del Real Zaragoza que obtuvo la respuesta afirmativa de la familia Alierta pero que topó con la negativa del 41% de los accionistas minoritarios, que aseguraban disponer de otra oferta en firme a escriturar antes del 31 de diciembre y disconformes con la cantidad económica ofrecida por sus participaciones.

En principio, la oferta del grupo de Gallego abarcaba todo el porcentaje de los accionistas minoritarios (a los que la parte compradora aseguraba recuperar lo aportado) y parte de las participaciones de la familia Alierta (en una primera propuesta se había planteado la totalidad de ellas, pero el accionista mayoritario introdujo posteriormente la opción de quedarse con un porcentaje), lo que habría convertido al grupo inversor en el dueño de la entidad al disponer de mayoría accionarial. En ese sentido, la oferta económica por las acciones de los minoritarios sería, según fuentes de su entorno, inferior a su valor, establecido en un total de 856.000 euros para cada uno de los poseedores del 13,46% de las acciones (Yarza, Forcén y Carlos Iribarren).

Reestructuración de la deuda

Sin embargo, las negociaciones continuaron. El objetivo de Gallego era acometer una reestructuración de la deuda tras adquirir la propiedad, ya que los compradores consideraban que era la única vía posible ante la grave situación del club. La operación pasaba por un acuerdo con un fondo para acometer esa necesaria reestructuración de la deuda a corto plazo para favorecer el crecimiento deportivo y la mejora de instalaciones de la entidad, pero este desestimó su entrada si la compra no alcanzaba el 90% del total de las acciones. 

Así que la operación se ha caído. De hecho, la situación no ha cambiado en los últimos días y el bloqueo actual es absoluto y solo un giro brusco de los acontecimientos permitiría que se retomaran las negociaciones.

Por eso, la venta del Real Zaragoza se mantiene paralizada, aunque los dos bandos en los que se encuentra dividido el Consejo de Administración (familia Alierta por un lado y los consejeros Yarza y Forcén por otro) continúan buscando compradores por separado, a pesar del llamamiento a la unidad realizado la pasada semana por parte de una Fundación Zaragoza 2032. «La Fundación Zaragoza 2032 sigue trabajando para encauzar adecuadamente la situación económica y deportiva del Real Zaragoza y asegurar su futuro. En esa labor, la unidad demostrada por los accionistas a lo largo de estos años ha sido determinante para la consecución de los objetivos. Por ello, ante las diferencias que se han puesto de manifiesto entre los accionistas en los últimos días, entendemos que siempre tienen que imperar la serenidad y el sentido común, y que es forzoso recuperar la unidad y el entendimiento, anteponiendo los intereses del club a cualquier otra consideración», expuso la Fundación en un comunicado publicado el día después de la ausencia de Yarza y Forcén de la Junta General de Accionistas, lo que escenificaba la grave crisis institucional. 

Fuentes del entorno de ambos consejeros advierten, en este sentido, que su ausencia estuvo motivada por la negativa de los Alierta a una reunión del patronato solicitada por el presidente de la Fundación, Fernando de Yarza Mompeón, padre del consejero. «Son muchas las dificultades por las que atraviesa la entidad, pero también son muchas sus fortalezas, entre ellas su identidad aragonesa. En ningún caso debería ponerse en peligro una raigambre que constituye parte indisociable del Real Zaragoza, su razón de ser».