La salida de Enrique Clemente con destino a la Real Sociedad B ha sido la primera del mercado de invierno. Ha llegado además envuelta en una aureola de polémica por las condiciones finales de la operación: una renovación por dos temporadas y una opción de compra muy ventajosa para el club vasco. El central, que cumplirá 23 años en marzo, era libre para negociar su futuro desde principios de mes, toda vez que acababa su contrato en junio y no había renovado. Por la situación de extrema debilidad económica de la SAD y por las características de las ofertas que ha presentado durante la negociación, se puede concluir que el Real Zaragoza nunca ha puesto un gran interés en Clemente. La singular resolución del caso, el primero que se solventa en esta ventana, ha ratificado esa escasa predisposición. Ha sido una partida mal resuelta y con aspectos muy mejorables.

Enrique Clemente dejó de ser un jugador prioritario para el club hace un tiempo. La campaña pasada ya la pasó cedido en Segunda en el Logroñés, que finalmente descendió. El central disputó allí 21 partidos, 18 de ellos como titular. Sus últimos años han estado asociados a las lesiones y a diversos episodios de infortunio. En septiembre de 2018 se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha, en Logroño sufrió varios percances físicos que le hicieron perder el tren de la selección sub-21, con la que había sido un habitual, y este mismo verano comenzó la pretemporada a destiempo y en desventaja por el covid, cuando las cuarentenas eran muy distintas a las de ahora.

Clemente era una de las principales perlas de la Ciudad Deportiva aunque nadie ha conseguido terminar de pulirla. Con la blanquilla solo gozó de cierta continuidad en la campaña 19-20 con 20 partidos de bagaje. A lo largo de la temporada perdió el sitio. Estamos ante un central zurdo, muy elegante, con una sobresaliente capacidad para sacar el balón jugado, preparado para hacer de lateral izquierdo, pero con poca contundencia defensiva. Nadie le ha dado la calidez necesaria para consolidar sus virtudes, asumiendo el coste de sus defectos y pensando en mejorarlos para una posible ganancia deportiva y financiera a medio plazo. Con un buen número de jugadores, algunos sin ningún ADN zaragocista, la paciencia ha sido mucho mayor en esta etapa en Segunda. Sobre él ha habido una habitual sombra de sospecha. Eso sí, Clemente tampoco ha sido capaz de ganarse la confianza de sus técnicos. Este año ocupaba el rol de cuarto central para JIM y su papel ha sido absolutamente residual. Jair le ganó claramente la partida en el flanco izquierdo del centro de la defensa.

Así, en medio de otra andanza extraña, el Real Zaragoza se presenta este domingo en Ponferrada acuciado por la necesidad y en un momento de crisis de resultados evidente: tres derrotas consecutivas en la Liga, todas ellas feas por un motivo u otro. El impulso que el equipo cogió tras el punto de inflexión de Burgos se ha perdido y el entrenador también ha extraviado el camino. Camino del Bierzo es prioritario que vuelva a encontrarlo.