Competir no esto. No puede serlo cuando ni siquiera se dispara a puerta. No. Competir no es solo dar la cara y sostener el pulso, por mucho que el oponente sea el segundo clasificado. La competitividad es algo más. No consiste únicamente en resistir y aguantar en pie tras el combate.

Competir es también golpear, asustar y mostrar cierto poderío y fortaleza. Competir es atacar, pero, sobre todo, saber cómo hacerlo y disponer de unos automatismos que eviten la sensación de que cualquier intento responde únicamente a la improvisación y al caos. No. Competir no es solo defenderse con orden. Competir es también la sangre en los ojos, puños cerrados y dientes apretados. Sin gol, se pierde competitividad. Sin oportunidades para marcar, la competitividad se pierde.

Cinco partidos sin marcar y otros tantos sin ganar. Cinco victorias en 24 partidos y apenas dos en los doce disputados en casa. Los números muestran la extrema dificultad del Real Zaragoza para encontrar el gol y una alarmante incapacidad ofensiva que pondrá su vida en serio peligro, otra vez, si nadie es capaz de dar solución a un problemón que ayer quedó en evidencia por enésima vez. El Zaragoza es un equipo digno. Solo eso. No da para más. No le da para más.

No era un partido fácil, es cierto. Por muchas cosas. Sobre todo, por la tormenta desatada en la previa con protestas hacia la directiva y un par de tremendas pañoladas después. También por la entidad de un rival, eso sí, menor cuando sale de viaje y por los estragos de un covid que no da tregua. Pero el Zaragoza plantó cara a la tronada a pecho descubierto y con los escasos recursos disponibles: solidaridad, orden y pundonor ante un Valladolid al que, por momentos, pareció afectar más la movida que a su rival. Demasiado discreto y apocado, el equipo de Pacheta jamás dio la sensación de ser un claro aspirante al ascenso directo a Primera División.

El caso es que las bajas y demás parecieron echar una mano para que JIM tirara al fin de lógica en un once con Bermejo acompañando arriba a Azón y Borja en banda derecha, el sitio donde mejor explota sus virtudes. Petrovic, el más destacado del partido, llegó a tiempo para acompañar a Francho en la medular y ocupar la sala de máquinas de un Zaragoza cuyo primer acercamiento coincidió con la entrada al campo de los aficionados presentes en la protesta previa en el exterior. Nano Mesa enviaba alto un buen servicio de Bermejo que ya empezaba a dejar patente que se encontraba a gusto.

Poco después, el canario se volvería a equivocar al dejar botar un balón franco cerca del área pequeña justo antes de que Francho rematara desviado desde lejos. El Zaragoza daba gusto hasta el área rival, donde pasaba a dar pena, como sucedió cuando Mesa, de nuevo, envió el balón manso a las manos de Masip tras recibir un buen taconazo de un activo Bermejo.

Del Valladolid apenas había rastro. Apenas un disparo flojo de Plano antes de un descanso al que el Zaragoza pudo llegar de otro modo si Borja hubiese culminado mejor una contra también gestionada por un Bermejo erigido ya por entonces en el mejor zaragocista sobre el campo. JIM, sin embargo, lo quitaría al cuarto de hora de una reanudación que el Valladolid encaró con similar timidez a la exhibida en la primera parte, quizá reducido por la solidaria labor de un equipo aragonés que se dejaba el alma en cada duelo y consciente de que sus opciones de salir vivo pasaban por mantener al oponente lo más alejado posible de las inmediaciones de Ratón.

El gran susto

Pero Weissman metió pronto el susto en el cuerpo a los locales. En la única batalla ganada a Francés en todo el choque, el delantero del Valladolid estrelló un remate a la media vuelta en el larguero zaragocista para subrayar la gran diferencia de calidad en la pólvora de ambos contendientes. Mientras en el banquillo pucelano aparecían como opciones Sergio León y Cristo, en el local las alternativas a Azón, un chico de 19 años, eran otros dos chavales: Puche y Rubio.

Pero el susto no amedrentó demasiado al Zaragoza, que se mantenía firme en el duelo gracias al derroche de Petrovic. Al serbio no se le notó la convalecencia y la pérdida de entrenamientos. De hecho, fue el que más enteró acabó el partido a pesar del continuo desgaste y su despliegue en apoyos y coberturas.

Un intento inocente de Óscar Plano que Ratón, muy tranquilo durante todo el envite, desbarató sin problemas fue el único amago de sobresalto para un Zaragoza, ya con Grau y un inoperante Narváez en el campo, que trataba de estirarse en busca del premio a su gallardía. Pero sus ilusiones morían siempre en las inmediaciones del área de Masip. Allí, la mirada se perdía y el mundo terminaba. Los saques de esquina, como siempre, eran un tormento inservible. Y la esperanza consistía en explotar algún balón perdido o un error del adversario que nunca llegó.

Ni siquiera la expulsión de Plata en el tramo final del choque por una dura entrada a Borja Sainz incrementó las opciones locales. De hecho, fue el Valladolid el que más se acercó al gol a través de un contragolpe que Cristo malogró por culpa del oficio de Petrovic, que sumió al delantero en un mar de dudas conforme se acercaba a Ratón. 

El partido murió despacio. No hubo ataques decididos ni ofensivas desatadas. JIM quería que su equipo mostrara su ADN. Así fue. El Zaragoza es un equipo menor. Allá quien se conforme con ello.

 R. Zaragoza: Ratón; Fran Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Borja Sáinz (Puche, m.86), Francho, Petrovic, Nano Mesa (Narváez, m.62); Bermejo (Grau, m.62) e Iván Azón.

R. Valladolid: Masip; Luis Pérez, Joaquín, Javi Sánchez, Nacho; Gonzalo Plata, Roque Mesa (Anuar, m.90), Aguado (Kike, m.74), Morcillo (Toni Villa, m.46); Weissman (Cristo, m.80) y Oscar Plano (Sergio León, m.74).

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Arbitro: González Esteban (Comité Vasco). Expulsó con roja directa a Gonzalo Plata (m.83). Amonestó a Chavarría y Nano Mesa, del Real Zaragoza.

Incidencias: partido correspondiente a la jornada 24 disputado en el estadio La Romareda ante unos 18.000 espectadores. El equipo aragonés rindió un homenaje a Darcy Silveira Dos Santos 'Canario', uno de los míticos componentes de la delantera de 'Los Magníficos' con los que conquistó una Copa de Ferias y dos Copas de España.