Cuando a finales de agosto se cerró la ventana de fichajes y dejaron de entrar nuevos jugadores por la puerta de la Ciudad Deportiva, el Real Zaragoza presentó una plantilla con nueve centrocampistas: Eguaras, Petrovic, Francho, Igbekeme, Zapater, Vada, Adrián González, Javi Ros y Bermejo. Sobre ellos recayeron algunos de los cometidos principales para que el equipo funcionara correctamente. La organización, elaboración y distribución del juego, la contención y destrucción del fútbol del rival, el orden, el buen posicionamiento y el rigor táctico en una zona clave del campo, la fortaleza física para abarcar metros, la resistencia para realizar esfuerzos constantes, la capacidad para llevar el balón desde la zona defensiva hasta los delanteros y, en algunos de ellos, los más ofensivos, la llegada al área y la aptitud para hacer gol de manera más o menos frecuente.

Tareas prioritarias todas ellas y necesariamente imprescindibles para que un equipo rinda adecuadamente. En el Real Zaragoza 21-22, el centro del campo no ha funcionado en la primera parte de la temporada y Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez han aprovechado el mercado de invierno para sacudirlo y reestructurarlo. Han salido Adrián rumbo al Fuenlabrada, Eguaras hacia el Almería, James a la MLS y Javi Ros al Amorebieta. Además, Bermejo puede irse a China, donde le cubren de yuanes.

Han entrado Jaume Grau y Eugeni Valderrama, el primero un mediocentro zurdo con buen toque procedente del Osasuna, capacidad para perfilarse y buen conocimiento posicional del juego y el segundo, un centrocampista ofensivo, con gran calidad, lento pero fuerte, con un gran golpeo de balón, hábil en el juego a pelota parada, técnicamente dotado para la circulación y el último pase y buena relación con el gol aunque, eso sí, con el lastre de unos últimos 18 meses realmente flojos, en el Arouca, de la zona baja de la Primera de Portugal, y el Huesca.

Por factores futbolísticos y también de contrapesos en el vestuario, donde el objetivo del club ha sido cambiar el ecosistema y hacer limpieza, Torrecilla y JIM han reformado el centro del campo que debía llevar al equipo a la pomada en agosto y que han declarado inservible y problemático en enero. Lo han hecho con dos piezas llamadas a tener relevancia en el once, donde solo Francho ha rendido a un nivel decente y regular en la primera vuelta. Hasta ahora, el gran déficit del Real Zaragoza ha sido su terrible incapacidad para hacer goles, 17 en 24 jornadas, números propios de descenso.

Ha faltado cualificación en la definición cuando ha habido oportunidades, que las ha habido en varias fases de la Liga, pero también creatividad metros atrás para construir acciones ofensivas que facilitasen la vida a los puntas. Además de airear la caseta, eso, más nivel, es lo que busca la mini revolución de enero en el centro del campo. Que la suma de Grau y Eugeni sea superior a la de la última versión de Eguaras, que no la de sus máximos, más Adrián, James y Ros. Muy alto no les han dejado el listón.