La semana había estado marcada principalmente por las palabras del consejero Fernando de Yarza, quien el miércoles pasado anunció sin ambages que la formalización de la venta era cuestión de horas, tomando la portavocía pública de la Sociedad Anónima desde su posición de consejero minoritario, aunque el peso específico real y efectivo de su sector en la estructuración del club y en el día a día ha sido siempre muy superior a su número de acciones, algo que se ha prolongado durante el desarrollo del proyecto y que está teniendo una importancia clave en la resolución de la trama actual. Mientras, el mayoritario guarda silencio, una constante también.

Institucionalmente la semana ha sido agitada, una más de tantas de un proceso largo por obligación dada la dificultad de la empresa, una venta extremadamente compleja por sus múltiples condicionantes, pero gestionada de manera horrenda. También ha sido inquieta desde el punto de vista deportivo tras la derrota en Leganés. Yarza aprovechó igualmente para ratificar a Juan Ignacio Martínez con unas palabras de respaldo y cariñosas. Luego, el técnico se excluyó de ser parte del problema. “No es problema de entrenador”, dijo.

Así se llegó hasta este sábado, cuando el Real Zaragoza sumó una victoria vital, indispensable y valiosísima para respirar y no verse ahogado por la presión de la zona baja. Fue un triunfo conseguido en unos primeros 15 minutos muy agresivos y, sobre todo, gracias al balón parado, con un primer tanto de una gran volea de Jaume Grau tras una falta magníficamente botada por Eugeni Valderrama y un segundo de Álvaro Giménez a la salida de un córner. Anuló así el efecto del tanto de Maikel Mesa tras un mal despeje de Cristian Álvarez y espantó el enorme susto que puso en el cuerpo Hernani, al que habrá que canonizar por su error a portería vacía.

También hay que agradecer hoy el fútbol parsimonioso, lento y sin colmillo de Las Palmas. El Real Zaragoza volvió a ganar en casa, el tercer triunfo de la temporada en La Romareda. Faltan todavía un buen número de puntos por sumar y mucho camino por recorrer en busca de la tranquilidad definitiva, pero así se vive indiscutiblemente mejor. El tío JIM coge oxígeno y crédito esperando al Tío Sam y sus millones de dólares, mientras las rancheras suenan de fondo.