Ante la comprometida dinámica en la que había entrado el equipo, Miguel Torrecilla y Juan Ignacio Martínez decidieron actuar en el mercado de invierno sobre los que, a su juicio, eran los focos más problemáticos de la plantilla, fijando dos objetivos principales: reestructurar casi por completo el centro del campo para fortalecerlo en físico y en calidad y comprar gol. Para lo primero sacrificaron a Eguaras, James, Ros, Adrián y Yanis y contrataron a Eugeni y Jaume Grau. Para lo segundo incorporaron a Sabin Merino.

La concreción de la idea original de enero ha empezado a dar sus frutos en febrero con dos victorias consecutivas, frente a Las Palmas en La Romareda y este domingo en El Molinón ante un Sporting tan alicaído y pusilánime como en su día lo fue el Real Zaragoza, ahora renacido de sus propias cenizas tras un triunfo muy especial por la forma en que se produjo, con una acción de jabato, de fuerza, raza y templanza en la definición de Iván Azón casi sobre el pitido final. La gloria, que tantas veces le ha sido esquiva en la suerte suprema del gol, será toda para el canterano, que recogió en Gijón el justo premio a cientos de kilómetros de sacrificio. Sobre Azón apuntarán todos los focos, pero en el césped hubo otros protagonistas, decisivos en las dos últimas alegrías: los fichajes para el centro del campo. En una primera mitad muy sólida, Eugeni y Jaume, con el apoyo de la zancada de Francho, se hicieron con el control del partido en la sala de máquinas con su inteligencia, su fino toque de balón y su criterio para encontrar el pase ideal y una innata capacidad para poner la pelota en el sitio adecuado en cada momento.

El 0-1, el que abrió el camino, no llegó producto del juego, pero sí de las sensaciones y de una manifiesta superioridad en la práctica del Real Zaragoza. El tanto nació otra vez a balón parado, como los dos goles de hace una semana. Córner botado por Eugeni con ese pie que Dios le ha dado, veneno al corazón del área, Jair que peina con el tupé, Mariño vuela en falso y en el segundo palo Jaume marca con el pecho. A punto estuvo de servir solo para sumar un punto por el descuido en un centro lateral en el descuento que terminó en el 1-1 de Djurdjevic. Hasta que Azón lo remedió.

Básicamente, el equipo de JIM ha paliado su déficit realizador con acciones a balón parado, sin que Sabin Merino haya marcado todavía. Todo ha cambiado a mejor, el juego y en consecuencia los resultados, gracias al crecimiento del centro del campo. Y saben aquel que diu... Ni Eugeni ni Jaume son chiste alguno, como lo fueron otros, sino futbolistas muy consistentes que han mejorado de manera palpable al Real Zaragoza.