Miguel Puche nunca ha sido fijo. Ni falta que le ha hecho. Porque siempre ha sido indispensable. Ni siquiera era fijo en aquel Real Zaragoza juvenil que hizo historia al conquistar por primera vez el título de campeón de España. Su titularidad era habitual, pero no siempre lo era. Su relevancia, en cambio, sí. Como dejó patente en aquella semifinal ante el Celta con un golazo de bandera desde la banda izquierda, el hábitat donde más a gusto desarrolla sus facultades. 

A Puche lo fichó Ramón Lozano cuando, a los 16 años, brillaba en el Tudelano

Tampoco fue indiscutible al año siguiente. Ni después con el filial, pero Puche, al que fichó Ramón Lozano cuando, a los 16 años, destacaba en el Tudelano, no concede excesiva importancia al lugar desde el que aportar a un equipo al que jura entrega eterna. Porque el turiasonense, que cumplirá 21 años el 30 de abril, es un futbolista de raza, querido por todos y cuyo excelente carácter le ha abierto de par en par las puertas del vestuario del primer equipo. Ni siquiera tiene contrato profesional pero destaca por ser un excelente profesional. Un gran tipo que admite el rol que sea necesario en todo momento. Buena gente.

Puche, íntimo de Francho y Azón, es un ejemplo de constancia, sacrificio y pundonor. Un futbolista que hace de la persistencia su mejor virtud y cuyas piernas (siempre con las medias a media altura) prometen fidelidad eterna. No es excesivamente rápido, pero no para de correr. No es un excelso regateador, pero agota al marcador a base de persistencia. No es un excelso goleador, pero tiene gol. No es un prodigio en las alturas, pero sabe explotar su envergadura. No es, seguramente, el mejor en nada, pero es bueno en todo. 

Quizá por eso, su importancia en el primer equipo va en aumento hasta el punto de que lleva tiempo ganando terreno a otros atacantes como Nano Mesa o Borja Sainz. De hecho, JIM recurrió a él, el pasado viernes, antes que a otros para amargarle la existencia a un Almería que no esperaba al canterano, que dio una lección de frescura, compromiso y conceptos durante los 22 minutos que estuvo sobre el terreno de juego.

Polivalente

Puche llegó a ocupar hasta tres demarcaciones distintas. No es raro. De hecho, su polivalencia es otra de sus principales cualidades. Porque el aragonés puede jugar en cualquiera de los dos costados, en la mediapunta o como referencia ofensiva. También como interior e, incluso, JIM probó con él en el lateral izquierdo durante una pretemporada en la que el canterano fue de lo mejor. 

Ante el Almería, Puche explotó el espacio que el ímpetu de los andaluces dejaba a su espalda. Ahí, con su cómplice Azón (al que asistió en Leganés) llevaron a los de Rubi por la calle de la amargura. Así es Puche, un incordio constante. Un futbolista desquiciante para el rival por su capacidad para intentarlo una y otra vez y empapar el escudo en amor propio.

Hasta ahora, Puche ha aparecido en cinco partidos (9 minutos contra el Ibiza en La Romareda, 27 en Ponferrada, cuatro frente al Valladolid en casa, los últimos diez ante el Leganés en Butarque y los 22 del pasado viernes). Aún no ha sido titular, pero, habida cuenta de su tenacidad e insistencia, no parará hasta conseguirlo.