Quedan 11 partidos y el Real Zaragoza cree en una sexta plaza, en una promoción, que ahora tiene a cuatro puntos, ya veremos cómo está al final de la jornada. Le avalan los resultados, esas cuatro victorias, con la de este viernes ante el Fuenlabrada, consecutivas que no sumaba desde marzo de 2018, cuando con Natxo González llegaron a ser hasta seis, le respalda su fútbol, traducido en 12 goles en los últimos siete partidos, ocho en los últimos cuatro triunfales, y le empuja el orgullo y la raza de un equipo renacido y que tiene en sus canteranos, esta vez en Azón y Puche, ambos goleadores, a los encargados de enarbolar la bandera, aunque lo cierto es que todo el equipo cree. No queda otra. Hay que hacerlo.

El Zaragoza no mereció irse al descanso con el marcador en contra. Tachi y Pulido le negaron el gol y lo marcó Jair en propia puerta en una acción repleta de infortunio. Sin embargo, JIM fue valiente al descanso, acertó en todo en los cambios y el equipo blanquillo acabó por ser un ciclón, repleto de fuerza que destrozó a un Fuenlabrada que también es un cadáver por mucho que Sandoval quiera revivirlo. Sin embargo, la debilidad del rival no le resta un ápice de mérito a este Zaragoza lanzado y que se siente capaz de todo, capaz también de romper todos los pronósticos en esta recta final y acabar atrapando la plaza de promoción.

Hace solo un mes, el Zaragoza vivía en la depresión de los malos resultados, con ocho jornadas sin ganar y con una revolución de enero, con seis salidas y tres fichajes, que no se sabía cómo le iba a sentar a la plantilla. Le ha sentado de maravilla. Le ha dado más nivel físico y capacidad con el balón en el medio, más alternativas en ataque y además el equipo se ha levantado y tiene más pegada que en muchos meses. Casi en años se diría. Ocho goles, cuatro dobletes, en las últimas cuatro citas así lo demuestran.

Todo es posible

Con esa pólvora, todo es posible, también levantar un partido en casa para ganarlo, algo que no sucedía desde el 17 de mayo de 2019 con Víctor Fernández en el banquillo y frente al Sporting de Gijón. Desde ese día no daba la vuelta a un marcador en La Romareda. Desde marzo de 2018 el equipo no sellaba cuatro botines seguidos. Los muros se derriban, el fútbol va a más, las sensaciones son estupendas y el zaragocismo, tras tres victorias seguidas en casa, vibra. La combinación es perfecta, con esa mezcla todo es posible, también la hazaña de llegar a la sexta plaza cuando a comienzos de febrero solo había agonía y sufrimiento por la permanencia y JIM se tambaleaba.

El técnico, por cierto, estuvo perfecto en los cambios y lleva ya varias semanas acertado en sus decisiones. Álvaro Giménez, espléndido en ataque en cada acción y con dos asistencias, y Azón, primero, y Puche, con esas dianas de los canteranos, después le dieron al Zaragoza lo que necesitaba para derribar la muralla del rival, la aglomeración de defensas que Sandoval dispuso para tratar de pescar en La Romareda. 

El caso es que el Zaragoza, a cuatro puntos de la sexta plaza del Girona, en la novena posición, y con el Cartagena como siguiente rival, se siente más fuerte que nunca, en su mejor momento de la temporada, un equipo repleto de fe y que además tiene pegada y carácter, que no se amilana ante las dificultades, a las que le puso un Fuenlabrada que marcó sin merecerlo y que tuvo que hincar la rodilla por este volcán que es el cuadro de JIM, que tiene la fuerza de su corazón y le empuja su gente. Es tiempo de creer, hay argumentos para ello.