El Periódico de Aragón

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La actualidad del Real Zaragoza

La cima de Borja Iglesias

El ariete se encumbra para el beticismo con su gol y su partido en la final. Su paso por el Zaragoza en la 17-18 le cambió la vida y si el equipo hubiera subido en ese curso el delantero gallego se habría quedado en la Romareda,

Borja Iglesias, con la Copa y el MVP de la final en La Cartuja ante el Valencia. EFE / Pablo García

El 9 de junio de 2018 La Romareda era una lágrima viva entera, un puro desconsuelo en el que Borja Iglesias tampoco podía frenar su llanto tras aquel gol de Diamanka en el último suspiro que le dio el pase a la final de 'playoff' al Numancia y dejó en la cuneta al Real Zaragoza de Natxo González en un partido donde el propio Borja, Zapater y Papu tuvieron ocasiones clarísimas para lograr el triunfo. «No sé cuándo, pero estoy seguro de que voy a volver». Esa fue la afirmación de Borja Iglesias tras el partido. Ahora, héroe en el Betis, mejor jugador de la final, con un gol incluido, con una cola de vaca inolvidable para asistir a Juanmi y con un partido soberbio, el ariete gallego vive su gran momento, bético de sentimiento y de camiseta, pero con un pedacito de Zaragoza que siempre enseña, a la mínima que puede.

Vivió el delantero gallego una temporada tremenda en el Zaragoza, con 22 goles y un crecimiento absoluto, a todos los niveles. Hizo amigos, muchos, encontró el amor en la capital aragonesa tras perderlo en ese mismo año y dejó el poso de un jugador soberbio en una personalidad humilde y cercana, un tipo ejemplar, con la afición y con el club, con los medios y con los seguidores, sin una mala cara, siempre con una sonrisa, incluso cuando peor fueron las cosas, al principio, en su llegada, cuando la pelota no entraba.

Venía de hacer 32 goles en el Celta B en Liga y otros dos más en el playoff. Lalo Arantegui, que lo conocía de la época de ambos en el Villarreal, el exdirector deportivo como miembro de esa secretaría técnica, lo convenció para que diera el paso del Zaragoza una vez que el Celta tenía claro que no le iba a dar sitio en el primer equipo. Media Segunda. O casi toda, lo quería, pero Borja vino al Zaragoza, convencido del proyecto y con la seguridad del que iba a dar su gran salto. Lo dio, a todos los niveles.

Borja celebra un gol con el Zaragoza junto a Pombo en la temporada 17-18. JAIME GALINDO

Lo dio tanto que, cuando en la segunda vuelta el Zaragoza se lanzó a por el ascenso, Borja tenía más que claro que su destino en Primera, de consumarse ese retorno, solo iba a ser La Romareda. Lo tenía decidido, incluso perdiendo dinero de por medio. El Zaragoza, que no tenía opción de compra con él, no llegó a negociar con el Celta, pero el club vigués sí sabía que en caso de subir, Borja iba a querer solo apostar por el Zaragoza, que hubiera buscado la fórmula de pagar, a plazos, claro, como hizo el Espanyol, los 10 millones de su cláusula.

Lo tenía decidido Borja, incluso perdiendo dinero de por medio. El Zaragoza, que no tenía opción de compra con él, no llegó a negociar con el Celta, pero el club vigués sí sabía que en caso de subir, Borja iba a querer solo apostar por el Zaragoza

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Sin embargo, el Zaragoza se quedó en Segunda y Borja puso rumbo con dolor a otro destino. Sabía que no se iba a quedar en el Celta y el Espanyol apostó fuerte por él. 17 goles firmó en Cornellá y el Betis pagó 28 millones en el 2019, cifras de delantero muy grande, la mayor venta en la historia 'perica', el segundo desembolso más caro en Heliópolis tras Denilson. En el Betis, en tres temporadas, ha pasado por altibajos y hasta por críticas, incluso por rumores de una salida, le costó ver puerta, pero el curso pasado ya hizo 13 goles oficiales, en este firma 18 con el del sábado en la gran final.

Ídolo de beticismo es también referente del zaragocismo con el que siempre que puede interacciona en redes sociales y también con el propio club, además de ser socio y pasarse por La Romareda en algunas ocasiones. Borja, con contrato renovado hasta 2025, vive su mejor momento y llama a las puertas de la selección, un premio que Luis Enrique ha concedido a otros con muchos méritos menos. “Sigo pensando que mi destino y el del Real Zaragoza se volverán a unir. Es muy difícil cuadrar todo en el tiempo, pero es algo que deseo”, decía hace tres años. Lo mantiene mientras saborea el cariño de todos los béticos. Al zaragocismo le queda esperar que todo cuadre, como estuvo cerca de pasar en 2018, hasta aquel gol de Diamanka.

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