El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

El núcleo fabuloso de la plantilla de Sainz de Varanda y el tajo para Mas y Sanllehí

Petrovic salta a por un balón en el partido de Ipurua ante el Eibar. CARLOS GIL-ROIG

A lo largo de este ciclo de ocho años que está cerca de concluir, Fernando Sainz de Varanda, parte fundamental de una de las facciones del accionariado, la mayoritaria aunque paradójicamente no haya resultado la que más poder ha acumulado, ha sido un hombre poco dado a exponerse en público. Muy especialmente en las últimas temporadas, el directivo ha trabajado casi full time en el día a día de la Sociedad Anónima. Desde la dimisión de Christian Lapetra, compagina su puesto de vicepresidente con el de presidente en funciones. Es, por lo tanto, la máxima autoridad de la Sociedad Anónima, al menos teóricamente.

En esa condición rompió su silencio en los minutos previos al Huesca-Real Zaragoza de El Alcoraz. No sin faltarle razón, Sainz de Varanda repitió las consignas financieras, ante la ausencia de éxitos deportivos, que ha utilizado habitualmente en su defensa el consejo de administración del que él ha formado parte en este tiempo: la Fundación cogió un club a punto de desaparecer, con una carga de deuda enorme que sigue siendo alta pero que ha conseguido ordenar y hacer asumible. A pesar de que la situación clasificatoria ha sido mala prácticamente toda la Liga, el directivo calificó también el núcleo de la plantilla actual como «fabuloso» y vaticinó que con los consiguientes «retoques» con el dinero de los nuevos propietarios, el equipo dará un salto de competitividad.

Si lo dijo es que lo cree firmemente. Quizá en parte del fondo de su valoración, al presidente en funciones le asista la razón. El Real Zaragoza tiene diez, once, doce jugadores muy útiles para un proyecto ambicioso y alguno más para ejercer un rol menor y secundario para completar la plantilla. A lo largo de estos años en los que él ha sido autoridad en la SAD, el club ha conseguido contratar a futbolistas diferenciales. Con poner el foco en los delanteros que por aquí han pasado basta: Borja Bastón, Willian José, Ángel Rodríguez, Borja Iglesias, Luis Suárez o Javi Puado. O en algunos otros como Vallejo, Guti, Soro, Diego Rico o Pep Biel.

Por una causa o por otra, ni con esos jugadores de máximo nivel ha sido suficiente para ascender. Debería advertir esta situación, la más cruda y estricta realidad, para no llevar a engaño en el futuro a quienes corresponda tomar las decisiones. Para subir a Primera hace falta mucho y más de lo que ha sido insuficiente hasta ahora. De la actual plantilla, por ejemplo, cambiar casi la delantera de arriba abajo, pata principal que ha cojeado toda la temporada y donde solo Iván Azón ha estado a su altura, con un Sabin Merino invisible, no dejarse arrastrar por las apariencias y fortalecer el centro del campo con, mínimo, tres jugadores, apuntalar los dos laterales, completar el centro de la defensa con otro perfil y mejorar la competencia de Cristian Álvarez, portero de totales garantías, ante cualquier contingencia de carácter negativo.

En Eibar, el equipo apenas compareció más allá del guardameta. Fue otro partido estival en plena temporada. Una mala manera de terminar una mala campaña. Tampoco sumó el punto que necesitaba para asegurar la salvación de manera matemática y tendrá que estar pendiente del Amorebieta y la Real B. Cuando eso llegue, Jorge Mas y Raúl Sanllehí tendrán tajo para hacer, de verdad, una plantilla fabulosa. No como la de este año. 

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