El Periódico de Aragón

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La actualidad del Real Zaragoza

De rebote en rebote. La crónica del Eibar-Real Zaragoza (2-0)

Dos desafortunados goles acaban con un Zaragoza pusilánime que volvió a dar una nefasta imagen

Lluís López intenta despejar un balón ante el acoso de Stoichkov. Carlos Gil-Roig

Prometía JIM en la previa que sus jugadores iban a competir «como animales» en Ipurua. Se mostraba convencido el técnico de que el rapapolvo tras el bochorno ante el Burgos surtiría efecto para, al menos, hacer sudar al Eibar. Se equivocó. Porque el Real Zaragoza no le duró ni una hora al líder, que pudo golear a un equipo pusilánime que, de nuevo, se vino abajo al primer tortazo. Fueron dos como pudieron ser media docena. Porque el conjunto aragonés, como casi siempre, se entregó sin oponer resistencia. ¿Animales? Acaso de compañía.

El infortunio golpeó pronto con dos tantos de rebote en algo más de un cuarto de hora, pero el Zaragoza dejó de dar señales de vida demasiado pronto

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Bien es cierto que el infortunio sacudió por partida doble. Dos tantos de rebote en poco más de quince minutos noquearon a un Zaragoza, que hasta entonces había sido el de casi siempre: un equipo aseado, ordenado y honrado pero desesperadamente inofensivo. Tan serio atrás como blando a partir de la línea de tres cuartos, donde se le hace de noche. 

La puesta en escena fue buena, con Francés como lateral derecho para someter a Stoichkov a una estrecha vigilancia. El cambio de posición dejó fuera a Gámez y ubicó a Lluís López en el centro de la zaga junto a Jair. En la línea de cuatro por detrás de Sabin Merino, Narváez regresó a un once del que se cayó Borja y Petrovic, el mejor zaragocista en la primera mitad, ejerció de único pivote.

Dominio y ocasiones locales

El dominio alterno presidió el primer ecuador de un choque en el que las ocasiones, sin embargo, eran todas locales más allá de un disparo lejano y centrado de Narváez que no supuso problemas para Cantero. Stoichkov primero y Llorente después se quedaron con las ganas de festejar sendos tantos que no subieron al marcador por fuera de juego del primero y falta de Muñoz a Cristian, que le había negado el tanto en el disparo anterior. 

Pero el Zaragoza se iba apagando. A la media hora, el Eibar ya se había apoderado de un esférico que apenas duraba en las botas de los aragoneses. De poco servía el intercambio de posiciones entre Sabin y Narváez o los vacíos intentos de Bermejo, al que se la banda derecha se le hace cuesta arriba. El madrileño pierde cualquier ventaja por perfilarse siempre hacia su pierna izquierda, lo que facilita su marcaje y resta enteros a un jugador cuya valía es muy superior por dentro, donde, por cierto, apenas había noticias de Eugeni. Al descanso, Bermejo ya estaba en el vestuario.

Lo peor

Claro que lo peor estaba todavía por llegar. El Eibar encaró la reanudación con una marcha más y pronto puso cerco al marco de Cristian, al que se le vino el mundo encima cuando un disparo sin aparente peligro de Expósito, ante la parsimonia de Borja, pegó en la chepa de Stoichkov para burlar al meta y abrir el marcador. Apenas se llevaban cinco minutos de la segunda parte, pero el partido ya había acabado para un Zaragoza que se vino abajo de forma lamentable.

Otro acercamiento de Stoichkov, culminado con un errático disparo, fue el preludio del matarile para los aragoneses. También de rebote, aunque, en esta ocasión, totalmente evitable. Una internada de Corpas por la derecha acabó con el balón en la bota de Chavarría, cuyo despeje pegó en Lluís López y volvió a mofarse de Cristian, que no daba crédito. 

Pero el argentino no era consciente de todo lo que se le venía encima. El Eibar olía sangre y se lanzó a la yugular de una presa destrozada. Un paradón a bocajarro ante Expósito y otro a Burgos en el saque de esquina posterior fueron el comienzo de un recital del meta, el único zaragocista en pie a esas alturas. El Eibar se lo pasaba en grande mientras JIM se desesperaba desde el banquillo.

El duelo estaba controlado por los locales, que volvieron a acercarse a las inmediaciones de Cristian a través de Tejero, que se estrelló contra la inspiración de su excompañero. No había señales de vida de un cuadro aragonés que apenas pasaba de mediocampo.

La decisión

Un inocente intento de Francés dio paso a la decisión más sorprendente de la tarde y que, a buen seguro, traerá cola. JIM retiró del campo a Borja, que no había permanecido ni media hora en el campo, ante el gesto cariacontecido del vasco, que no daba crédito. El técnico solo se refirió al lance como una «decisión táctica». 

El encuentro hace rato que había concluido, pero el balón seguía en juego ante la algarabía de la parroquia local y el enésimo sofocón de un zaragocismo que afronta el final de temporada como un cruel castigo divino. Puede que el Zaragoza se salve esta jornada, pero nadie del club dijo que ese era el objetivo, sino estar en la pomada. Pero ese cuento hace tiempo que acabó. Puede que antes de empezar. 

Eibar: Cantero, Tejero, Venancio (Burgos, m. 31), Chema Rodríguez, Arbilla (Glauder, m. 46), Sergio Álvarez, Javi Muñoz, Corpas (Fran Sol, m. 88), Expósito (Aketxe, m. 88), Stoichkov (Rahmani,m. 80) y Llorente.

Zaragoza: Cristian Álvarez, Lluis López, Alejandro Francés, Jair Amador, Pep Chavarria, Alberto Zapater, Petrovic (Francho, m, 79), Eugeni Valderrama (Vada,m.67), Bermejo (Sainz, m. 46 (Puche, m. 79)), Sabin Merino y Juanjo Narváez.

Arbitro: Daniel Trujillo del Comité canario. En el minuto 43 amonestó a Francés. En el 59 enseñó la tarjeta amarilla a Glauder.

Goles: 1- 0, m. 51. Stoichkov. 2- 0. Lluis López, en propia puerta.

Incidencias: Partido disputado en Ipurua ante 5.973 espectadores. Antes del comienzo del encuentro se guardó un minuto de silencio en memoria de Juan Molina padre de Juan Diego Molina Stoichkov, jugador del Eibar, fallecido la pasada semana.

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