El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

El examen de Raúl Sanllehí desde el palco de La Romareda

Raúl Sanllehí, junto a Miguel Torrecilla, en el palco de La Romareda en el partido ante el Burgos. JAIME GALINDO

El día fue el 8 de abril, a las 15.15. A esa hora, el Real Zaragoza daba oficialidad a una noticia de alcance histórico: el traspaso de la mayoría accionarial de la Sociedad Anónima, la perteneciente a la familia Alierta, a un grupo inversor internacional liderado por Jorge Mas, empresario estadounidense de origen cubano. Desde ese instante se inició una cuenta atrás para el desembarco definitivo de la nueva propiedad que el hundimiento del equipo en la Liga ha retardado en demasía.

Desde ese instante también, Raúl Sanllehí, próximo director general del club, empezó a dejarse ver en público en un paso más de esta transición con tantas peculiaridades. Antes de instalarse en la ciudad y comenzar a exponerse, el ejecutivo barcelonés había pisado el terreno en varias ocasiones para empezar a conocer la realidad de la SAD. Reuniones, charlas personales, grupales y telefónicas con los actuales responsables principales del club y de sus diferentes áreas, con los cuales todo fluye en una buena sintonía.

Entre sus apariciones ya se cuentan dos visitas al palco de La Romareda, la primera contra el Burgos (0-0) y la segunda, este domingo, en la humillación ante el Alcorcón (0-3). Sanllehí ha presenciado en primera persona el derrumbamiento del equipo después del empate en Huesca y, sobre todo, dos partidos malos de solemnidad, donde en ningún momento ha parecido importarles a los jugadores tener al nuevo director general observando sus aptitudes futbolísticas y su actitud sobre el césped. La plantilla se ha dejado ir hasta tocar fondo contra un rival descendido hace semanas.

El próximo jefe de la Sociedad Anónima ha podido ver, observar, tomar notas y sacar conclusiones de lo que sí y de lo que no. Por delante tiene una tarea importantísima, la gestación deportiva del Zaragoza 2022-2023. En función de cuál termine siendo la inversión real de los nuevos inversores y su consiguiente repercusión en el límite salarial, el camino será uno u otro. De momento, la plantilla actual tiene una base sobre la que construir un proyecto interesante (Cristian, Gámez, Francés, Jair, Chavarría, Jaume, Eugeni, Francho y Azón), algunos futbolistas más con contrato en vigor útiles para desempeñar un rol claramante secundario (Lluís López o, quizá, Bermejo), algún cedido que ha dejado destellos muy puntuales pero interesantes (Borja Sainz) y canteranos meritorios como Puche. Poco más. Mucho por hacer y reconstruir si el objetivo va a ser el mayor. La plantilla necesita mucho más peso en el centro del campo y exige una remodelación profundísima en la delantera, tanto a nivel individual, un drama esta temporada, como de modelo.

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