El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

Sabin Merino y la mano de hierro del Zaragoza de Sanllehí

Sabin Merino sostiene una bufanda del Real Zaragoza en su presentación. JAIME GALINDO

Desde enero pasado el Real Zaragoza cargaba en la mochila con un peso muy incómodo por el rendimiento del futbolista, bajísimo, y por su ficha, altísima en el contexto de la actual plantilla y su escala de salarios. En una operación sorprendente, en la que el club aragonés ha aprovechado por primera vez las sinergias de grupo (su cercanía con el Atlético de Madrid y la del Atlético con el San Luis), la extraordinaria carga económica, deportiva y social que suponía la continuidad de Sabin Merino ha desaparecido con su salida con destino México.

Han sido decisivas las populares sinergias pero también la voluntad del delantero, con contrato hasta 2025 y que ha accedido a que la operación llegara a buen puerto. Sin su consentimiento, nada hubiera sido posible y el Real Zaragoza hubiera tenido que asumir un lastre enorme: un delantero al que Miguel Torrecilla regaló tres años de contrato y que, con cero goles en 16 partidos, no justificó en ningún momento la alegría de la inversión realizada por el director deportivo.

A pesar de los parabienes que Juan Carlos Carcedo, el nuevo entrenador, había dedicado a Merino en sus primeras apariciones públicas, el Zaragoza, ahora gobernado por el criterio de Raúl Sanllehí, ha sido inteligente. El delantero vasco, ya de 30 años, está en la cuesta abajo de su carrera. A los hechos hay que remitirse.

Más vale, por lo tanto, reconocer pronto un error, estar ágil, inteligente, tener la mano de hierro y corregirlo que enrocarse en la falsa satisfacción de una decisión fallida. El jugador se declaró este sábado contento de estar en México y, aquí, con su partida dejó también feliz al Zaragoza y a toda su afición.

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