El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

El lugar en el mundo de Cristian Álvarez y el fichaje interruptus de Gaizka Campos

Cristian Álvarez realiza un ejercicio físico con Álvaro Ratón en el primer entrenamiento de la pretemporada. ÁNGEL DE CASTRO

Cristian Álvarez acaba de iniciar su sexta campaña en el Real Zaragoza, club en el que ha alcanzado la categoría de icono reciente. El argentino ha comenzado la pretemporada con 36 años y en noviembre cumplirá 37. No es una edad extraña ni tardía para un portero. Buffon continúa bajo los palos con 44. Con 44 también Óscar El Conejo Pérez disputó un Mundial con México, con 43 se retiró Faryd Mondragón, que militó en el Real Zaragoza en 1999, y hasta los 41 alargaron su carrera, por ejemplo, Dino Zoff o Edwin Van der Saar.

Cada vez más futbolistas, también de campo, prolongan su vida deportiva por encima de los 40 gracias al progreso de la ciencia, la incorporación de la tecnología, los nuevos métodos de entrenamiento, el mejor cuidado del cuerpo y la alimentación y una profesionalización máxima.

Cristian ha encontrado su lugar en el mundo en la ciudad después de huir de él durante dos años. Cuando regresó al mundanal ruido, el portero se halló profesional y personalmente a sí mismo de nuevo. En el Real Zaragoza, su rendimiento ha sido casi siempre sobresaliente, notable de manera consistente y bueno cuando ha estado en picos más bajos. A lo largo de este tiempo, su excelente nivel de juego le hubiera dado para firmar por un equipo de superior categoría si así lo hubiese deseado. Sin embargo, su lugar era este y aquí decidió continuar.

Después de cinco temporadas en las que su única competencia ha sido Ratón, al inicio un arquero solvente y capaz de aguantar su rol de recambio circunstancial, ahora en un punto de no retorno a sus 29 años, el Real Zaragoza anunció este miércoles el fichaje de Gaizka Campos, guardameta de gran presencia física (1,90 metros) del Celta B, para mejorar la competencia de Cristian. Luego, un tuit inoportuno del guardameta vasco en 2013 («el asco que le tengo al Zaragoza...», escribió cuando tenía 16 años), le mandó por donde había venido a última hora de la noche.

Desde luego, no fue un buen día para el club. Demasiado poco rigor antes de fichar si el listón de exigencia era este y demasiada improvisación en una tarde para el olvido. Decisión respetuosa con el escudo para unos, populismo puro para otros. No será Gaizka. En cualquier caso, reforzar la portería este año es una decisión acertada para mejorar la calidad de la rivalidad diaria por el puesto. 

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