El Periódico de Aragón

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La actualidad del Real Zaragoza

Carcedo da con la tecla

El Real Zaragoza rescata la fiabilidad para firmar dos triunfos consecutivos en los que ha transmitido superioridad y derrochado solvencia, confianza y seguridad

Carcedo, pensativo durante el partido ante el Sporting. Jaime Galindo.

La debacle ante el Lugo (1-2) instaló las dudas en torno a un Real Zaragoza que había perdido por el camino toda la fiabilidad que se había ganado a pulso tras un buen inicio de temporada y una pretemporada en la que se mostró tan solvente como sobrio. Los dos empates consecutivos en Las Palmas y en casa contra el Levante mostraron a un equipo creíble y bien trabajado que basaba cualquier aspiración en la construcción desde atrás hacia adelante. Una escuadra de autor que Carcedo había moldeado a su gusto hasta elaborar un producto atractivo e interesante.

Todo aquello se vino abajo en apenas un par de semanas. La derrota en Cartagena (1-0) no dejó secuelas graves, pero hizo daño. La primera en casa contra el Lugo, sin embargo, provocó heridas serias y dolorosas, sobre todo, por tratarse de autolesiones. Aquel día, el Zaragoza se desvío de aquella senda que tanto tiempo le había costado encontrar. Carcedo contribuyó al desorden tocando todo lo que tan bien había funcionado. Tres centrales (el técnico negó posteriormente el cambio de dibujo y atribuyó la nueva disposición táctica a un seguimiento más individualizado de Francés sobre Chris Ramos), locura colectiva tras el tanto del empate del Lugo y una manifiesta incapacidad para suplir la ausencia por sanción de Grau depararon un Zaragoza desnortado que se perdió en una crisis de identidad tan extraña como peligrosa. 

Pero la semana de terapia dio resultado y el Zaragoza, de nuevo con Grau al mando, se reencontró consigo mismo en Ponferrada, donde el equipo aragonés derrochó superioridad sobre un oponente al que sometió de principio a fin. El rearme moral era evidente y quedó patente en la reacción cuando, al borde del descanso, el cuadro local igualó el tanto inicial de Giuliano, autor de una de las actuaciones individuales más brillantes de los últimos tiempos.

A toda velocidad

La rapidez del argentino es gloria bendita para un Zaragoza que, al fin, ataca el espacio porque tiene jugadores que van a él y que practican el desmarque de ruptura. Ya no todo se fía a un ataque en estático carente de automatismos y al balón al pie. La velocidad, tan importante en el fútbol actual, aporta más dinamismo a un Zaragoza mucho menos previsible. 

Pero la visita del Sporting suponía la prueba de fuego, un complicado examen en el que el Zaragoza debía confirmar que había reencontrado el camino y Carcedo que había dado con la tecla. Así fue. El técnico ganó la batalla en la pizarra a Abelardo y, con el mismo once que en El Toralín, respondió adecuadamente a las trampas instaladas por su homólogo asturiano, conocedor de los problemas a la espalda de los centrales zaragocistas. Carcedo retrasó a Grau para situarse casi entre ellos y asunto solucionado.

El crecimiento del Zaragoza era evidente. De nuevo era aquel equipo creíble y fiable al que le encanta correr y que contestaba a las virtudes del oponente con movimientos tácticos que no alteraban en exceso la fisonomía propia. Había vigilancias específicos, sí, pero no un destrozo provocado por ello.

Con Grau, todo es mejor. También Molina, brillante el pasado sábado. Y Lluís López, excelso ante Djurdjevic, al que desquició pronto. El catalán acumula tres buenos partidos consecutivos y ha logrado que nadie mire al cielo cuando falta Francés. Algo similar a la que ha conseguido, de momento, Fuentes respecto a Chavarría.

Pero la evidente mejoría y la recuperación de las buenas sensaciones están sometidas a una continua prueba de madurez. La siguiente será en Anduva, donde un Mirandés hundido en la tabla clasificatoria obligará al Zaragoza a no rebajar el ritmo. 

Once tipo

Para ello, Carcedo, previsiblemente, volverá a recurrir al once tipo que parece haber encontrado. Sería la tercera semana consecutiva con una alineación edificada sobre un 4-2-3-1 pero que a nivel defensivo llega a convertirse en un 5-3-1-1, con Grau (con el que el Zaragoza no ha perdido cuando ha sido titular salvo en Cartagena, que logró el gol de la victoria cuando el levantino, expulsado, ya no estaba en el campo) como elemento clave.

Así que el Zaragoza ha vuelto. Lo ha hecho, además, sin esos jóvenes canteranos que parecían indispensables. Los dos triunfos seguidos han llegado sin Francés, Francho ni Azón (ya de vuelta tras su lesión), algo que parecía impensable no hace mucho. «Podemos hacer grandes cosas con esta plantilla», aseguró Carcedo al término del choque ante el Sporting. Eso parece. Y eso que el riojano no acostumbra a aseveraciones gratuitas. De ahí que la proclama esconda el grado de confianza de un grupo que ha retomado el camino del que se desvió hace un par de semanas. No ha tardado en hallarlo y, además, ha reanudado el trayecto con paso firme. 

Porque, más allá de los once elegidos, el crecimiento del Zaragoza también se sostiene sobre una plantilla más profunda, con más recursos útiles y mejor planificada. Carcedo, que no acostumbra a realizar sustituciones hasta bien entrada la segunda mitad, destacó el sábado por la noche la esencial aportación de los recambios (Francho, Larra, Puche, Azón y Petrovic) para sostener al Zaragoza ante las acometidas de un Sporting al ataque. Y jugadores como Eugeni, Gueye, Nieto o Zapater se quedaron sin jugar, lo que subraya el nivel de un plantel que ofrece más opciones a un Juan Carlos Carcedo que mantiene pulsada la tecla. 

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