El Periódico de Aragón

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La opinión de Sergio Pérez

Las suplencias de Francés y Francho contra todo pronóstico

Francés, Francho y Azón no están respondiendo a las expectativas hasta el momento y el Real Zaragoza lo está pagando caro. Los tres tienen ante sí el primer gran desafío de sus cortas carreras deportivas: rebelarse contra su situación y poner sus nombres a la altura que todo el mundo espera

Francho y Francés, en una imagen de archivo en la Ciudad Deportiva. ANGEL DE CASTRO

Contra todo pronóstico, que diría Pancho Varona, Alejandro Francés y Francho Serrano, muy especialmente el primero por su condición de lujoso mascarón de proa de la última generación de talentos de la Ciudad Deportiva, pero también el segundo, que ha bajado varios escalones su rendimiento individual, han perdido aquel aura y el nivel futbolístico que les hizo derribar la puerta del primer equipo al primer intento.

Gracias a sus méritos sobre el césped, Francés y Francho se ganaron la renovación este pasado verano y el club, junto a Iván Azón, un caso con numerosas similitudes pero mucho más condicionado por sus continuas lesiones en este inicio de Liga, los utilizó de bandera del nuevo proyecto. Los chicos de la academia, como los llamó Jorge Mas. Los canteranos como cabeza de cartel de esta ambiciosa obra dirigida por empresarios de alto copete, poderosísimos desde el punto de vista económico y con un especial empeño en cuidar el ADN de la plaza, mimando a los hijos de la tierra en lugar de subastarlos. A esas tres renovaciones siguieron luego las de Puche o Marcos Luna, confirmación de la apuesta por un modelo deportivo con sello aragonés.

Contra todo pronóstico, el sábado contra el Málaga solo había un canterano en la alineación inicial. Un chaval de 37 años, 38 en junio, de nombre Alberto Zapater. Con Azón todavía ausente tras su segunda lesión en tres meses, Francés y Francho, 20 y 21 años, se sentaron en el banquillo detrás de Escribá viendo al viejo capitán a distancia y con el anorak puesto.

Quienes debían ser primeros espadas, condenados a un rol secundario. Francés ha disputado solo la mitad de las jornadas, ocho, y cerca ya de diciembre todavía no ha encontrado su versión óptima. Carcedo dudó de él y Escribá lo sentó en su debut en Liga. Un percance en el codo le detuvo en seco, pero ya no había empezado bien, inseguro y frágil. Nada que ver con aquel central autoritario, comandante en jefe que fue la temporada pasada, titular indiscutible en 33 partidos y objeto de deseo de clubs mayores de Primera.

Algo similar, en su correspondiente escala, le ha sucedido a Francho, que el sábado vio como Zapater, con 16 años más, le ganaba por piernas y veteranía el que podía ser su espacio. Francho ha participado en doce encuentros este año, solo cinco como titular. No tuvo la confianza de Carcedo y la de Escribá se la tendrá que ganar también. El centrocampista, un hombre inteligente, está en un momento confuso de su carrera. Las piernas le corren más que la cabeza y su juego, tradicionalmente enérgico y de ir y venir, se ha alborotado en exceso, ha perdido claridad y ganado en desconfianza. No está encontrando su sitio. Sus condiciones naturales no son las de Francés, pero tampoco tan pequeñas como las que está mostrando esta campaña.

Sintiéndolo mucho, los abanderados de la cantera del proyecto de Mas y Sanllehí, Francés, Azón y Francho, no están respondiendo a las expectativas hasta el momento y el Real Zaragoza lo está pagando caro. Entre los 19 y 21 años, los tres tienen ante sí el primer gran desafío de sus cortas carreras deportivas: rebelarse contra su situación y poner sus nombres a la altura que todo el mundo espera.

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