La opinión de Sergio Pérez

Eugeni y el arte de parar el tiempo cuando el tiempo se te viene encima

Eugeni abraza a Bermejo, autor del tanto de la victoria, en presencia de Giuliano Simeone.

Eugeni abraza a Bermejo, autor del tanto de la victoria, en presencia de Giuliano Simeone. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

El tiempo se estaba echando encima del Real Zaragoza, toda una vida de angustias concentradas en otros 90 minutos de sufrimiento y, hasta ese instante, un empate absolutamente frustrante contra el colista, que se había adelantado con un tanto de Juan Ibiza en un córner en la primera parte, tras el cual el público de La Romareda la tomó con Ratón, y al que había respondido Jair en el minuto 70 después de un cabezazo a centro de Vada desde la derecha, en la réplica de otro saque de esquina.

Entonces, en ese momento, con los biorritmos alterados, las cabezas desbocadas y las piernas aceleradas, el balón le llegó a Eugeni en el costado izquierdo del ataque local. A su pie derecho cayó la pelota tras un rechace de Fuzato a disparo de Gámez desde fuera del área. En medio del nerviosismo general, de la excitación colectiva, Eugeni paró el tiempo durante poco más de un segundo. A su alrededor se oyó el silencio entre un ruido ensordecedor.

El centrocampista se tomó unas centésimas de segundo para pensar cuando no había tiempo ni para respirar, justo ese oxígeno mental y esa pausa emocional que tantas veces le falta a Giuliano a la hora de definir y que con los años adquirirá. Se perfiló, levantó la cabeza y encontró el espacio exacto donde debía ir el balón, al corazón del área. Por allí entró Bermejo como una locomotora sin frenos, ganó el terreno justo y de cualquier manera, la buena en cualquier caso, remató. Su disparo se coló en la portería del Ibiza.

Los jugadores del Real Zaragoza y La Romareda entraron en éxtasis. Por un pequeño detalle, el equipo pasó de empatar con el último clasificado, toda una tragedia, a ganar el primer encuentro a las órdenes de Fran Escribá, toda una alegría y un respiro enorme. El detalle por el que ganó no fue menor: Eugeni supo parar el tiempo cuando el tiempo se le venía encima.

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