La opinión de Sergio Pérez

El 'caso Cordero', Sanllehí y el poder del Real Zaragoza

Juan Carlos Cordero, durante una rueda de prensa en Tenerife.

Juan Carlos Cordero, durante una rueda de prensa en Tenerife. / MARÍA PISACA / EL DÍA DE TENERIFE

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde que el Real Zaragoza despidió a Miguel Torrecilla, su anterior director deportivo, hasta hoy han transcurrido casi dos meses en los que el club ha contratado un entrenador, una operación rápida para darle a Fran Escribá el cargo que perdió Juan Carlos Carcedo, y ha firmado la cesión del chileno Tomás Alarcón, centrocampista todoterreno del Cádiz que lleva ya unos días ejercitándose con sus compañeros en la capital aragonesa. Todo ello sin director deportivo y con Raúl Sanllehí en el frente de la acción.

Llegado enero y con el mercado de invierno abierto de manera oficial, la incógnita se va a despejar definitivamente. Si no ocurre nada absolutamente imprevisto, Juan Carlos Cordero tomará las riendas de la parcela deportiva del Real Zaragoza del presente y del futuro después de una negociación larga y farragosa para su desvinculación con el Tenerife, con el que tenía contrato en vigor y unas condiciones de salida muy elevadas económicamente. Como en cualquier negociación, el paso de los días ha limado las distancias, atenuado los recelos y encontrado un punto de convergencia.

El currículum de Cordero contiene varios éxitos deportivos: al Ciudad de Murcia lo ascendió desde la Preferente a Segunda División, al Granada desde la Segunda B hasta Primera y al Cádiz, a Segunda desde Segunda B. Con el Tenerife disputó la pasada temporada el playoff se ascenso a Primera y se quedó a solo un paso de la gloria. Gran parte de su trayectoria la ha hecho al lado de Quique Pina.

En Cordero puso el ojo Sanllehí casi desde que despidió a Torrecilla y a Cordero no le ha quitado el ojo hasta que su fichaje ha sido posible. El director general del Real Zaragoza es un hombre de ideas firmes y determinado. Como al resto de la propiedad, le han importado poco los tiempos tardíos, el retardo de la operación, la impaciencia del entorno y las palabras que han ido y venido alrededor de la negociación, aquí y allí. Sanllehí vio en Cordero un fichaje prioritario y preferente desde el punto de vista estructural y, de acuerdo a esa consideración, ha actuado. No tanto por lo que haya que hacer ahora, que en la SAD nadie descarta nada todavía para esta temporada y creen que el equipo tirará hacia arriba con la base que ya tiene, como por pensar qué hacer este próximo verano, cuando once futbolistas acaban contrato y el límite salarial crecerá.

El tiempo y, sobre todo, los resultados acaban encasillando los fichajes en aciertos o desaciertos y las decisiones, en exitosas o desdichadas. Con Cordero ocurrirá igual, pero antes de que todo eso suceda su proceso de contratación se ha convertido en una pequeña metáfora de qué es, cómo actúa, con qué criterios y por dónde quiere ir el proyecto deportivo de Jorge Mas después del incompresible tiro al aire con Torrecilla del pasado verano.

El Real Zaragoza es, ahora mismo, un club sugerente, con grandes encantos, con fuerza para tomar una posición preeminente en determinado tipo de negociaciones, que marca sus propios pasos y con una importante capacidad de atracción. Y más que la tendrá en adelante por la envergadura del proyecto que está ya en marcha en diferentes esferas. Gracias a ese gancho ha tenido la posibilidad de fichar a un entrenador como Fran Escribá, con un pasado importante en equipos de Primera, o seducir a un director deportivo contrastado, con una alta cotización, un notable currículum, bagaje y muchos años de conocimiento de los entresijos de los despachos del fútbol español.

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