Los casi 1.000 zaragocistas que hubo este sábado en La Cerámica se hicieron notar, tanto a la llegada del bus como en el recibimiento en el césped a los jugadores. También con el enfado al descanso, bronca incluida y claros mensajes a los futbolistas, y con el ánimo en la reacción tras el intermedio. De hecho, en la segunda mitad el himno zaragocista se escuchó muy alto en diversas fases, sobre todo en los últimos minutos, como también había sucedido antes del comienzo del choque.
La entrada fue de 11.569 espectadores, cuando la mejor para ver al filial del 'submarino' había sido de 2.100 ante el Eibar, mientras que la media en esta temporada estaba en torno a los 1.500. Así, el primer aforo en La Cerámica para el equipo levantino, ya que a partir de ahora va a jugar ahí sus partidos tras hacerlo en la primera vuelta en la Ciudad Deportiva José Manuel Llaneza, quintuplicó la mejor entrada hasta el momento. De hecho, en el campo de esas instalaciones solo caben unos 4.000 espectadores.
El Villarreal llevó a cabo diferentes iniciativas para fomentar este sábado la asistencia y regalaba un máximo de cinco entradas a cada abonado del club. Así, el aforo se completó a la mitad en un estadio que tras la remodelación se ha quedado en 23.500 espectadores.
El Zaragoza había vendido 610 entradas para el partido, 500 en una remeda inicial y 110 después, pero no fueron pocos los seguidores blanquillos que viajaron por su cuenta y compraron su entrada en el estadio, ubicándose en zonas diferentes a la destinada a ellos, por lo que los zaragocistas rondaron el millar en Villarreal y bien que se hicieron notar antes del partido, por las calles de la localidad castellonense, y en el recibimiento al autobús.
Un espontáneo con Gámez
Después, en el campo, con los ánimos al principio, con la bronca en el descanso a un Zaragoza que había dado su peor versión y con el aliento después, conforme la remontada se hacía realidad hasta llegar al éxtasis final con el gol de Mollejo, una celebración que provocó que un seguidor zaragocista saltara al césped para abrazarse con Fran Gámez en el 2-3 antes de que llegase la seguridad. Al final del partido, los jugadores acudieron a dar las gracias a su afición delante de la grada visitante en un momento que desató la euforia de los seguidores y de los futbolistas.