La opinión de Sergio Pérez
El penúltimo elogio al zaragocismo más conmovedor del siglo XXI
La potencia del zaragocismo del siglo XXI es conmovedora en términos sociales. Con solo esto no se sube, está más que visto. Pero ha sido este apoyo incondicional en los peores momentos de la historia del club una de las razones principales que han mantenido con vida emocionalmente al Real Zaragoza.
Desde el pasado sábado habrán visto decenas de vídeos en las redes sociales grabados por aficionados zaragocistas presentes en el estadio de La Cerámica. Mirándolos habrán sentido en carne propia ese escalofrío que recorre el cuerpo en situaciones así, el éxtasis y el delirio colectivo que provocó el gol de Mollejo en el minuto 90, el 2-3 que culminó una extraordinaria remontada ante el Villarreal B después de que el equipo de Fran Escribá se marchara al descanso 2-0 abajo.
Allí, en Castellón, en un estadio de Primera había alrededor de mil seguidores visitantes de primera categoría. En 90 minutos experimentaron una vez más esa montaña rusa de emociones extremas en la que se ha convertido el zaragocismo del siglo XXI. La afición aragonesa ha cambiado en las últimas décadas, ha evolucionado en su personalidad y en su manera de estar y de comportarse en La Romareda. Ha cambiado como ha cambiado la sociedad y como han cambiado los tiempos.
Los jugadores de aquí y los que han venido de fuera a lo largo de esta última década han vivido este fenómeno con perplejidad. Esa pasión única, esas movilizaciones formidables, el gigantesco entusiasmo de la masa social en los días más grandes, el temblor del estadio en los partidos más importantes y esa inmensa capacidad de convocatoria en los exteriores de La Romareda para crear una atmósfera previa realmente asombrosa. A Cristian Álvarez, la intensidad de este sentimiento le ha abducido. A Raúl Sanllehí, director general desde hace unos meses, y a Fran Escribá, entrenador desde noviembre, les tiene maravillados y absolutamente encandilados.
La potencia del zaragocismo del siglo XXI es conmovedora en términos sociales. Con solo esto no se sube, está más que visto. Pero ha sido este apoyo incondicional en los peores momentos de la historia del club una de las razones principales que han mantenido con vida emocionalmente al Real Zaragoza. El sufrimiento sigue, la fidelidad permanece y arraiga con una fuerza cada vez mayor. Este de hoy es el penúltimo elogio a una afición para la que se han agotado las alabanzas. El siguiente será también el penúltimo porque mientras haya un alma viva que defienda el escudo del león, el último nunca llegará.
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