La opinión de Sergio Pérez

Giuliano, Cruyff y un Zaragoza con muchos 'Giulianos'

Giuliano Simeone celebra el gol que le marcó al Lugo en La Romareda.

Giuliano Simeone celebra el gol que le marcó al Lugo en La Romareda. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

“No hay sistema defensivo que pueda con un regate”. Haciendo honor a Cruyff, Giuliano Simeone recogió un pase lateral de Francho en el costado derecho del ataque del Real Zaragoza y arrancó una diagonal vertiginosa hacia la portería rival aprovechando la maniobra de arrastre del canterano como continuidad de la acción. En su camino no se encontró el paisaje despejado de peligros, al contrario: los encontró todos. El Lugo replegó bien y el argentino se vio en las cercanías de la frontal del área rodeado por seis jugadores con una camiseta de un color distinto a la suya.

En dos maniobras fantásticas consecutivas, sublimación del regate en corto, la explosividad, la intuición y la verticalidad, Giuliano sentó a todos sus rivales con dos toques certeros con la diestra y se plantó delante de Whalley con una artimaña que dejó boquiabierto a todo el que la observó. Era el segundo número nueve de una acción individual espléndida que concluyó, unas milésimas después, de la peor forma posible. Simeone golpeó el balón con fuerza con el interior de su pie derecho, pero lo hizo sin precisión. La pelota se marchó fuera y lo que hubiera sido uno de los goles de la temporada en la categoría, se quedó en un remate bufo.

El resto de la historia es conocida. El Real Zaragoza fue incapaz de marcar otra vez y regresó de Lugo con solo un punto, que las derrotas del Málaga y la Ponferradina convirtieron después en uno más de distancia con el descenso, seis ahora mismo. En ese error de Simeone y en otro posterior inverosímil de Larra al entregar de manera excesivamente fuerte un pase de gol a Gueye (que se colocó mal) fue donde se quedaron fijados todos los lamentos.

Después de 30 jornadas, Giuliano continúa siendo el máximo goleador del Real Zaragoza con seis tantos, conseguidos en una notable puesta en escena en la primera parte del campeonato. Le hizo gol al Lugo en La Romareda, a la Ponferradina en una soberbia exhibición con un doblete, al Málaga, al Huesca y al Leganés, su última celebración por el momento, fechada el 19 de diciembre. Es decir, va camino de tres meses sin marcar.

En las últimas jornadas, Giuliano ha cometido varios errores importantes en la definición, con especial mención para aquel de Málaga en el que, por esperar a rematar con la diestra, no embocó en la portería un gol cantado. No olvidemos, de todos modos, que tanto en Lugo como en La Rosaleda fue él mismo el que se cocinó y se condimentó las acciones por completo, en el Anxo Carro con brillantez y en Málaga peleando un balón perdido tras un mal pase de un defensa y ganándoselo por coraje al central y al portero.

Ahora que Simeone no marca, y que ha errado acciones aparentemente sencillas en los últimos tiempos, su figura ha entrado en cuestión. Es el fútbol. Ciertamente, el argentino tiene que mejorar en la suerte suprema, en la definición: estamos ante un delantero que vive de la aceleración pero que en esos momentos necesita calma, elegir mejor, con más tranquilidad y pausa, aprender a parar el tiempo para dirigir el destino y que el destino no le juegue malas pasadas. Y también mejorar la técnica en el último golpeo. A sus 20 años, ese déficit todavía no lo ha resuelto. Pero tiene tantas cosas buenas… Tantas que ojalá fuera propiedad del Real Zaragoza. Tantas que ojalá la plantilla estuviera repleta de Giulianos.