El derbi aragonés

Regreso al futuro. La previa del SD Huesca-Real Zaragoza

Huesca y Zaragoza miden su orgullo en El Alcoraz con la esperanza de que vendrán tiempos mejores. La victoria de la Ponferradina aporta algo de picante al dejar a los de Escribá a cinco puntos del descenso

Los canteranos Zapater, Azón, Francés, Puche, Pau Sans, Francho y Nieto (falta Luna, lesionado) del Zaragoza.

Los canteranos Zapater, Azón, Francés, Puche, Pau Sans, Francho y Nieto (falta Luna, lesionado) del Zaragoza. / REAL ZARAGOZA

Jorge Oto

Jorge Oto

El Alcoraz presentará un lleno hasta la bandera, sí, pero no será por la trascendencia de un partido envuelto en cierta irrelevancia. SD Huesca y Real Zaragoza están demasiado lejos de cualquier cosa como para que el derbi de este domingo (16.15 horas) adquiera carácter épico o dramático. El playoff (del que los oscenses se encuentran a diez puntos y el Zaragoza a trece) ni se divisa y el abismo (cinco puntos por debajo de los blanquillos y ocho del Huesca tras el triunfo de la Ponferradina sobre el Alavés) se encuentra a una distancia no tan corta como para acentuar la relevancia de un derbi en el que el orgullo y la honra emergen como partes esenciales del juego.

Eso sí, la goleada lograda en la primera vuelta por el Zaragoza (3-0) todavía escuece en tierras altoaragonesas. El Alcoraz clama venganza tras aquella afrenta que parecía disparar al Zaragoza y deprimir al Huesca. Ni una cosa ni otra se han cumplido tres meses después. Los de Escribá han sido incapaces de desprenderse de esa irregularidad que les ha anclado en la mediocridad mientras que el Huesca superó el sofocón buscando refugio en casa, donde se está mostrando prácticamente inexpugnable. 

Así que, más allá de honras, orgullos y revanchas, el derbi se acoge al lema elegido por el Real Zaragoza para alumbrar su campaña de abonados. Aquel lo mejor está porvenir bien podría aplicarse a un partido que transmite la sensación de que no corren buenos tiempos para unos y otros, pero que vendrán mejores. O, al menos, esa es la aspiración, sobre todo, de un Zaragoza con más futuro que presente y en el que los canteranos hace tiempo que son pilares básicos del equipo, del proyecto y de los sueños.

En el Huesca, sin embargo, el presente se vive con nostalgia por el pasado reciente y con la sensación de atravesar un periodo de transición hacia no se sabe bien dónde. Sin la urgencia ni la obligación de ascender y consciente de que se ha ganado a pulso ese lugar tan deseado en el fútbol profesional, en El Alcoraz, en todo caso, nadie apela a la resignación ni el conformismo. La presencia de canteranos (aunque más reducida en las convocatorias que a principios de temporada y habitualmente nula en las alineaciones) y la estabilidad conquistada permiten soñar con el regreso a lo más alto, aunque la reducción del límite salarial y del consiguiente poder adquisitivo imponen centrarse en el hoy y diseñar únicamente a corto plazo.

La fortaleza

Así que el derbi supone un regreso al futuro para dos equipos que, en todo caso, asumen que la enjundia de la contienda y la rivalidad regional obligan a no dejarse nada por el camino. Escribá pierde a los lesionados Grau y Luna, que se unen a Vigaray, Azón y Mollejo, mientras que Ziganda tan solo sufre la baja de Salvador para recibir a un Zaragoza lejos de ser un rival temible a domicilio y con el que comparte sus ganas de correr y serias dificultades para encontrarse con el gol.

El Alcoraz, en ese sentido, no concede treguas. Siete meses acumula ya sin perder en casa un Huesca que solo hincó la rodilla ante los suyos ante el Cartagena cuando la temporada daba sus primeros pasos, allá por agosto del año pasado. Desde entonces, ocho victorias y seis empates adornan una brillante campaña como local marcada por una fortaleza defensiva que le ha hecho encajar apenas siete tantos en su feudo. Solo el Granada (4) mejora unos datos que, sin embargo, distan mucho de los que atesora como visitante. Ahí, lejos de casa, el Huesca pierde gas e identidad, lo que le ha costado demasiados puestos en la clasificación y quedarse casi sin aspiraciones. 

Los aragoneses Tomeo, Juan Pérez, Anglada y Rico, con presencia en la plantilla de la SD Huesca.

Los aragoneses Tomeo, Juan Pérez, Anglada y Rico, con presencia en la plantilla de la SD Huesca. / SD HUESCA

El 3-0 al Levante en el último duelo en el estadio oscense ejerce de seria advertencia para un Zaragoza que, eso sí, también viene de golear. En su caso, a un Leganés de capa caída (3-0) que ejerció de bálsamo para una escuadra blanquilla que marcó en apenas una hora tantos goles como los que había anotado en sus siete partidos anteriores. 

Está por ver cómo resuelven ambos entrenadores las incógnitas que les plantea un partido en el que, previsiblemente, Ziganda rescatará su querido 4-4-2 tras los tres centrales dispuestos en Santander y en el que podrían coincidir de inicio dos extremos puros (Joaquín y Valentín) en busca de explotar las dudas en los laterales de un Zaragoza en el que Gámez recuperará la derecha por la lesión de Luna y donde Nieto se ha hecho fuerte en la izquierda.

En la medular, Zapater es fijo y Francho, recuperado de la gripe que le hizo perderse la última jornada, es clave. Pero la novedad podría ser Alarcón como acompañante del ejeano, lo que desplazaría a Francho a la parte izquierda que ya ocupó en Lugo. En la derecha nadie hace sombra a Bebé. Tampoco a Giuliano arriba, aunque no está tan claro si tendrá como aliado más cercano a Puche o a un mediapunta (Bermejo).

La duda en el Huesca es el renqueante Sielva, aunque todo apunta a que será de la partida. Si no lo fuera, Kento entraría en la sala de máquinas.