El Real Zaragoza dio con un nuevo empate y el repetido fiasco en casa otro pasito hacia esa permanencia eterna por la lentitud de su caminar y sobre todo por el suplicio que supone su fútbol. El Albacete fue mejor, con más fútbol y llegada, y conforme pasaron los minutos desnudó sin parar a un equipo que está poniendo a prueba la paciencia de La Romareda, que a ratos y al final del partido mostró la música de viento que justifica la débil faz de un Zaragoza paupérrimo en casa y que no fue capaz de sujetar el gol de Lluís López a la salida de un córner, ya que no tardó en mandar al limbo esa renta por sus propias carencias para acabar el partido con la sensación casi de alivio por el punto sumado.

Esa impresión se acrecienta con el empate de la Ponferradina, que no pudo con el Mirandés y que hace que el Zaragoza conserve la renta de seis puntos con el descenso. Con el Levante y el Granada como siguientes rivales y el Eibar y Las Palmas después con el paréntesis del Racing, el calendario se empina para un equipo que no está para casi nada. Mejor que la Ponferradina no sume y que la permanencia no se encarezca porque, en caso contrario, este Zaragoza meterá una buena ración de pánico a una afición que merece un monumento por la temporada que está soportando.

Con la esperada añoranza de Bebé en este Zaragoza tan escaso de pegada, sorprendió Escribá con Pape Gueye en el once, que llevaba 5 meses sin ser titular en La Romareda, y que tenía una tarde para intentar cambiar el dictamen del zaragocismo provocado por su paupérrimo nivel. No lo logró, como era de esperar, con nula aportación en ataque más allá de alguna carrera sin demasiado sentido y sin ganar un balón por alto. Resulta difícil, o imposible, explicar que este jugador quite minutos a Pau Sans. También Bermejo en la banda para que Vada ocupara el sitio de Bebé, Alarcón en el medio por Zapater y Lluís López en la rotación de centrales fueron novedades del técnico, que agitó el once además de los cambios obligados con un pobre resultado, probablemente porque la plantilla no da para mucho más.

Sin embargo, esa afirmación la rebate de forma completa un Albacete lleno de jugadores en teoría de perfil bajo en Segunda y que está en promoción de ascenso porque juega al fútbol, con desmarques, movilidad arriba y ritmo, a años luz de este Zaragoza de Escribá, sorprendido de inicio por la apuesta de tres centrales que dibujó Rubén Albés por las bajas.

El Zaragoza tomó el mando del balón y un par de intentos de Bermejo y Giuliano tras el buen inicio de Alarcón, luego apagado, resultaron balas de fogueo cuando el Albacete empezó a gobernar el partido con fútbol y argumentos. Olaetxea rozó el gol en una falta, Juanma lo tuvo más que claro en un pase de Higinio, una pesadilla para Francés, que también estuvo cerca del autogol. El baile manchego se completó con una jugada entre Juanma, Carlos Isaac e Higinio que la mandó al larguero Manu Fuster para que La Romareda mostrara síntomas de enfado.

El Zaragoza se encontraba solo cómodo cuando tenía espacios y la apuesta valiente de Albés se lo daba. Giuliano, el mejor argumento de nuevo y tras un mal despeje de Alcedo, provocó la parada de Bernabé, aunque el Albacete pudo irse al descanso con ventaja en un remate de Fuster y sobre todo en otro de Maikel Mesa que Cristian sacó bajo palos tras un mal despeje de Gueye en un córner.

Nuevo bajón tras el descanso

El descanso no trajo cambios y el Albacete mantuvo su apuesta, con mucha movilidad y con más capacidad con el balón. Amenazó Maikel Mesa y, cuando el Zaragoza se volvía a sentir incómodo, Giuliano sacó un córner de la nada y el envío de Vada lo remató a la perfección Lluís López en el 53.

El Zaragoza, sin méritos apenas para ello, se había adelantado en el marcador y Albés no tardó en reaccionar con un triple cambio (Ros, Dubasin y Rodri) que le dio impulso a su equipo, mientras el Zaragoza pretendía aguantar con la línea de presión muy baja y dándole el balón al rival. Cristian se la sacó a Higinio y un buen balón de Alcedo desde la izquierda recorrió toda el área y Carlos Isaac, uno de los mejores del rival, empalmó un disparo perfecto para el 1-1 en el minuto 65 con Vada de privilegiado observador de la acción dando más argumentos a los que no desean su continuidad, que no son pocos.

Escribá movió ficha, primero con Eugeni, nulo en la banda siempre, por Vada y después con Larra y Puche, por Bermejo y Gueye, ambos más que desfondados. Con todo, La Romareda sospechaba que si llegaba un gol sería del Albacete y lo tuvo Carlos Issaac, a pase de Dubasin, que afiló el costado de Nieto. El Zaragoza, ya más que apagado, estaba solo para firmar las tablas y la salida de Pau Sans dio un leve brío en ataque, demasiado escaso para un equipo que es un alma en pena y que pide a gritos acabar la temporada cuanto antes con el deseo de que no haya muchas más curvas en las 9 citas que restan.