Después de las cuatro primeras jornadas, diez futbolistas han sido titulares para Fran Escribá en todos los encuentros. El entrenador eligió una alineación para comenzar la Liga ante el Villarreal B, la calcó frente al Valladolid y le dio continuidad en Tenerife. De vuelta a La Romareda, realizó un solo cambio: Toni Moya se fue al banco y en su lugar entró Valera. Esto quiere decir que para el arranque del campeonato, en adelante ya se verá, que el balón da tantas vueltas como la vida, Escribá ha tenido claro quiénes eran sus hombres. Los resultados le han dado la razón y motivos contundentes para insistir en su plan.

A lo largo de este casi primer mes de competición, desde el banquillo han entrado suplentes que perfectamente podrían tener etiqueta de titulares en un importante puñado de equipos de Segunda. Es decir, jugadores con peso en la categoría: Manu Vallejo, Bermejo, Mollejo, Sergi Enrich o Jaume Grau. Sin jugar andan todavía los franceses Poussin y Lecoeuche, Lluís López o Mouriño.

Este domingo, en Cartagena, por obra y gracia del disparate de no detener la competición en las ventanas por los partidos internacionales, Francés e Iván Azón no estarán a disposición del técnico al estar concentrados con la selección española sub-21. Por lo tanto, como mínimo, Escribá deberá hacer dos cambios obligados en sus puestos, hasta ahora intocables.

Este año, las preocupaciones del entrenador van a ser netamente menores que las que tenía la temporada pasada en casos como el que le va a ocupar en la quinta jornada. Tiene recambios de calidad en todos las posiciones para que el nivel del equipo no se resienta o, si lo hace, sea del modo más imperceptible posible. En la punta del ataque, en lugar de Azón, puede elegir entre Vallejo, Mollejo y Enrich. En el centro de la defensa, entre Lluís López, al que le dio una gran confianza en la campaña precedente y aún está inédito en la actual, y Mouriño, uruguayo cedido por el Atlético de Madrid en busca de unos minutos que aún no han llegado.

Fran Escribá está ante un bendito problema. Si el infortunio no se cruza en el camino del Real Zaragoza, va a tener género en abundancia para mezclar y remezclar. Deportivamente, es algo fantástico. Además de acertar cada semana, el entrenador va a tener otro gran trabajo por delante: conseguir el equilibrio de egos, ser inteligente y sensible, repartir momentos de felicidad en ciertas taquillas de tanto en tanto, mantener el grupo tan unido y contento como hasta ahora durante nueve meses más, al que juegue mucho y al que apenas participe, y conseguir que esta familia que ha formado sea perfecta, o al menos tan perfecta como sea posible.