Muchos han sido los males del Real Zaragoza en las últimas temporadas, pero sin duda su mayor dolor de muelas ha sido su relación con el gol: irregular, escasa y, demasiadas veces, hasta inexistente. Su poco acierto de cara a la portería contraria le ha lastrado en las campañas tras la pandemia y le ha obligado a vagar sin pena ni gloria por la clasificación de Segunda División. Un déficit anotador que, sin embargo, parece haber quedado atrás con el prometedor inicio liguero de los aragoneses en una mejoría que viene mascándose desde que llegó Fran Escribá al banquillo, especialmente en el último tramo del pasado curso.

De hecho, el incremento de la capacidad ofensiva del Real Zaragoza es tal que los aragoneses solo se han quedado a cero en uno de sus últimos 18 partidos oficiales, un dato revelador y especialmente relevante en una categoría en la que cada gol es oro puro. Ese único lunar del bloque de Fran Escribá ocurrió en Ibiza, el pasado 20 de mayo, en el que fue el penúltimo partido de la temporada 22-23 en un duelo sin nada en juego.

Siendo un tanto a favor la cifra con la que más veces han acabado los encuentros del equipo, tres veces ha conseguido el Zaragoza anotar dos goles, en dos ocasiones ha logrado subir tres goles al casillero (Leganés la pasada campaña y Cartagena en esta) y una vez logró anotar cuatro, aunque fue en una situación algo engañosa ya que el Racing (el pasado curso) se quedó muy pronto con nueve.

El augurio del técnico

Si las cosas ya habían mejorado en el tramo final de la temporada pasada, la preparación veraniega confirmó que este nuevo Real Zaragoza iba a ser un equipo con mucho más gol y el fulgurante inicio de los aragoneses, liderato incluido, ha ratificado esas sensaciones con sólidos datos, algo que no ha sorprendido a Fran Escribá, que desde la pretemporada advirtió que durante este curso se iban a celebrar más goles en La Romareda. «Si mantenemos la solidez defensiva y la portería a cero, este año ganaremos más partidos porque la calidad de la plantilla ha aumentado y vamos a marcar más goles», reflexionaba antes del inicio de la competición oficial. Un augurio del técnico valenciano que, de momento, se está cumpliendo con creces.

En los seis encuentros que ha disputado hasta el momento el Real Zaragoza en Liga, los de Escribá llevan una media de más de un gol y medio por partido (1,66) y en ninguno se han quedado sin marcar, algo que solo han logrado también el Espanyol, el Levante y el Burgos. Precisamente los catalanes, con 14, son el único equipo que ha anotado más goles que el Zaragoza, empatado en la segunda posición con el Amorebieta, ambos con 10 tantos.

El mundo al revés

Más allá de los números, que queda claro que respaldan el incremento del olfato goleador de los zaragocistas, sorprende la forma en la que los de Escribá han conseguido esa decena de tantos. Si en campañas pasadas el equipo necesitaba generar multitud de oportunidades para materializar alguna, ahora los goles acaban cayendo con mucha más facilidad y a veces produciendo mucho menos. El mundo al revés comparándolo con un pasado no tan lejano y que vuelve a demostrar la importancia en el fútbol de las rachas, las dinámicas y la confianza. El Real Zaragoza, hasta el momento, ha contado con ese factor a su favor que, de mantenerse en el tiempo, puede ser diferencial y necesario para aspirar a lo más alto.

Todo ello deja, por otro lado, una gran noticia para el líder de Segunda División y es el amplio margen de mejora que se atisba que puede tener el bloque de Fran Escribá en la faceta creativa y elaborativa, uno de los aspectos en los que seguro que más está trabajando el valenciano. Si vuelve a dar con la tecla el técnico y si, además, despierta el instinto de los delanteros de la plantilla, habrá muchas posibilidades de que el gol haya llegado a Zaragoza para quedarse.