Real Zaragoza
Puche, Castillo y Carlos Azón sobre Borge: "De ahí no lo mueven"
Los tres canteranos, que hicieron historia en el juvenil con el lateral, se muestran convencidos de que es capaz de quedarse con el puesto el resto del curso

Borge golpea el balón con la izquierda durante el partido ante el Mirandés. / ÁNGEL DE CASTRO

La irrupción de Andrés Borge (Binéfar, 2001) puede haber sorprendido a muchos, pero no tanto a los que han compartido vestuario recientemente con un futbolista al que muchos consideran el mejor defensor de la Ciudad Deportiva. Juan Carlos Azón, Iván Castillo y Miguel Puche son algunos de ellos. El oscense llegó al Real Zaragoza de la mano de Ramón Lozano justo a tiempo para hacer historia con un equipo de leyenda que se proclamó, por primera vez en la existencia del club, campeón de la Copa de Campeones en 2019 tras haber conquistado antes el campeonato de Liga, lo que le otorgó el derecho a disputar, también por primera vez, la Youth League (la Liga de Campeones juvenil). «Yo estaba haciendo la pretemporada con el filial y me dijeron que había llegado un chico de Binéfar que apuntaba maneras y cuando volví al juvenil me di cuenta de que se trataba de un pedazo de futbolista», recuerda Iván Castillo, uno de los capitanes de aquella escuadra que, dirigida por Iván Martínez, escribió la página más bella de la historia de las categorías inferiores de la entidad. «Es de lo mejor que he visto yo como defensa», añade el centrocampista, fijo en el Calahorra.
Borge llegó sin hacer ruido. Humilde y callado, el aragonés, que debutó en diciembre de ese mismo año con el primer equipo en un partido de Copa en Socuéllamos, derrochaba esfuerzo y capacidad de sacrificio, por lo que no tardó en ganarse al grupo. “Era el nuevo que venía a un grupo ya hecho pero pronto se vio claro que era un chico callado, obediente y algo graciosete también que se integró de maravilla», recuerda Juan Carlos Azón, el artífice de la gesta al detener el penalti decisivo en la tanda que decidió el título en la final ante el Villarreal. «El primer partido, contra el Europa, le insistí mucho en que tapara los centros laterales. Soy un portero muy pesado con mis defensas y les corrijo mucho. Borge se protegía demasiado y le concedía al extremo espacio para que no le superara, pero yo le decía que le tapara más cerca porque tenía condiciones de sobra para hacerlo. Y a partir de ahí empezamos a ganarlo todo», rememora el actual meta del Tarazona. «Es un tío súper majo. Todo humildad y nada de prepotencia. Merece que le vaya bien», subraya.
Y es que el crecimiento del binefarense, estudiante de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, no se ha detenido desde entonces. Ni siquiera cuando una rotura de ligamento cruzado le obligó a parar durante casi un año. Superó después una rotura de cuádriceps para hacer gala de su extraordinaria polivalencia en un filial en el que se adueñó del lateral zurdo. No era su puesto, pero Borge afrontó el reto como lo hace siempre: con mentalidad positiva, sumando y sin malas caras. «Es que es rápido, fuerte, mete el pie, va bien por arriba y con balón… no le falta nada y está aprovechando esa oportunidad tan merecida», asegura Castillo.
Para quedarse
Borge ha llegado para quedarse o, al menos, así lo aseguran sus excompañeros, que están convencidos de que el binefarense ya no perderá un lateral derecho que parece suyo tras la lesión de Gámez. «Claro que es capaz de quedarse con la posición el resto del curso. Yo apuesto por él y creo que nadie lo va a mover de ahí», opina Azón. «Se ha ganado lo que le está pasando y puede quedarse con el puesto, sin duda. Él lleva todo esto con la normalidad de siempre. Sabe que podía llegar su oportunidad y la está aprovechando», corrobora Castillo. «Cuando ganamos todo con el juvenil me preguntaban quién creía que iba a llegar seguro y yo decía que Francés y Borge. A Francés lo veía con mucho hambre y ganas de mejorar y de Borge me convencía su polivalencia y su extraordinaria regularidad», apunta Azón.
Aunque, seguramente, el que mejor conoce a Borge y el que más se alegra de lo que le está pasando es Miguel Puche. Ambos llegaron al Zaragoza el mismo día, fueron juntos al instituto y convivieron tres años en la residencia, donde comenzaron a forjar una gran relación que se mantiene. «No me sorprende lo que está haciendo. Recuerdo que fue, junto a Francés, el primero que debutó con el primer equipo. Es un chaval muy trabajador y, si no llega a ser por aquella grave lesión, seguro que lo habríamos visto mucho antes arriba porque siempre he pensado que tiene todas las características para estar en el primer equipo», asegura el jugador del Arouca portugués.
Aquel duro año fuera de los terrenos de juego fue «un bajón» que el oscense superó a base de fortaleza de carácter y esfuerzo. «Llegó en su mejor momento y hay que ser fuerte mentalmente para superar algo así», dice Puche, que tiene claro que el puesto será suyo hasta el final. «Por supuesto. Desde que llegó al Zaragoza se ganó el puesto en juveniles y no lo sacó nadie y lo mismo en el filial. Y nadie lo sacará de ahí ahora. Es como se ve en el campo: cabeza fría y correcta toma de decisiones».
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