Real Zaragoza

Eneko Fernández, exjugador del Real Zaragoza y ganador de Masterchef 11: "Me duele mucho el Zaragoza"

El aragonés acumula proyectos y sueños cumplidos: "La ansiedad no me dejó brillar en el fútbol, por fin estoy orgulloso de mí mismo"

Eneko posa para EL PERIÓDICO DE ARAGÓN antes de la entrevista concedida a este diario.

Eneko posa para EL PERIÓDICO DE ARAGÓN antes de la entrevista concedida a este diario. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Jorge Oto

Jorge Oto

Zaragoza

Era, como él mismo dice, un extremo zurdo «puro, de los de antes» que en 2007 cumplió su sueño de debutar con el primer equipo de su Real Zaragoza. Las lesiones le obligaron a pasar cinco veces por el quirófano y a los 31 años colgó las botas «convencido de haber gastado toda la suerte de mi vida». Pero el programa de cocina, su otra gran pasión, más famoso de la televisión le cambió la vida y ahora acumula proyectos y sueños cumplidos, también en comunicación.

¿Le da tiempo a pararse a pensar acerca de cómo le ha cambiado la vida en unos meses?

Toda mi vida he sido muy consciente de todo, a veces demasiado, pero siempre con una visión optimista y bonita de la vida. Valoro mucho lo que he tenido y los momentos buenos. Y eso se logra disfrutando del camino. Sí, me he parado a pensar en todo lo que me está pasando echando la vista atrás y recordando cómo empezó todo.

Quién lo iba a decir de aquel chaval que se reunía con Longás, Gotor o Chus a jugar a la play en Boltaña en una concentración con el primer equipo del Real Zaragoza...

Son momentos únicos que recuerdo como si fuera ayer. Llegar al primer equipo del Real Zaragoza era nuestro sueño, lo más grande. Y yo fui plenamente consciente de ello cuando tuve la suerte de debutar. Ahora, la vida me ha cambiado y, después de haber logrado aquello y de haber conocido a gente como Guardiola, pensaba que había gastado toda la suerte de mi vida y que ya había cumplido mis sueños. Pero no sabía lo que la vida me estaba reservando. Valoraba mucho que había podido dedicarme a mi pasión hasta los 31 años, cuando me retiré, y pensaba en reinventarme una vez acabada la carrera de deportista, y de repente llega este sorpresón que me hace tener una vida súper emocionante.

Un conquistador de sueños.

No me he marcado objetivos a largo plazo porque es disfrutar del camino lo que te hace rendir más, pero tenía una espina clavada con el fútbol, no ya tanto por las lesiones (fue operado cinco veces de la rodilla, tres de ellas del ligamento cruzado), sino que era algo más emocional que no supe gestionar a lo largo de mi carrera. Momentos de ansiedad que me hicieron daño y no me permitieron brillar. Me quedé con esas ganas de dar un paso adelante y decir ‘aquí estoy yo’, pero todo eso me hizo pequeño. En Oviedo, Sabadell…sentía que tenía dentro mucho que dar pero la cabeza no me dejó y Masterchef llegó en el momento perfecto de mi vida porque podía mostrar todo el aprendizaje que me había aportado el fútbol, también en cuanto a relaciones humanas.

Y brilló.

El formato del programa es duro de gestionar y yo sentía que hacía un poco de trampa porque tenía las cartas marcadas al venir del fútbol profesional, donde también existe ese estrés y esas relaciones personales con gente que no conoces. Compites con y contra ellos, como sucede también en el programa. Quería brillar, cargarme de esa responsabilidad, ser el protagonista que antes no había sido capaz de ser. 

Sus referencias a Aragón fueron constantes. Embajador de su tierra.

Y con mucho orgullo. A Zaragoza la he llevado siempre a todos lados a pesar de que hace muchos años que vivo en Barcelona, de donde es mi mujer. Pero no me canso de presumir de lo que tenemos aquí, también del fútbol que hemos disfrutado y de los títulos. Pero es que, a nivel gastronómico, creo que no hemos llegado a valorar nunca lo que tenemos a nivel de producto. Somos la bomba y en cuanto puedo enseño y presumo de la garnacha, del ternasco, la huerta y los vinazos que tenemos. Pero de lo que más presumo es de nuestro carácter. Me llena el corazón que mi mujer me diga siempre que le encanta cómo somos y el cariño con el que le trata la gente. Y eso me gusta llevarlo a todos lados.

Fútbol y cocina. ¿Papá o mamá?

Siento que voy en un tren a 300 por hora y no quiero soltar nada. Creo que, de momento, puedo con todo, aunque siempre priorizando la familia y trato de darles momentos de calidad a mi mujer y tres niñas. Lo que tenía claro era que, en lo que a gastronomía se refiere, quería que fuera Zaragoza donde empezara a trabajar. Lo más cómodo era Barcelona, pero quería que fuera en la ciudad que me ha visto crecer. En ningún sitio me siento como en Zaragoza y ese éxito que pueda tener es parte de ella.

Fútbol, gastronomía…y comunicación. Porque ahora también trabaja en DAZN comentando partidos e, incluso, tiene un rincón propio (Premier corner). ¿Hay algo que se le dé mal?

Hago muchas cosas fatal (ríe). Pero es verdad que eso de conocerse mejor y valorar las cosas también te permite saber tus limitaciones y no meterte donde no te llaman. Soy muy apasionado y un entusiasta de lo que hago, pero admito que el tema de la comunicación no lo veía. Cuando acabé Masterchef, muchos medios me preguntaban por esa opción y yo ni siquiera me lo había planteado. Me apasionaba la gastronomía y por eso fui al programa en busca de ese atajo para formarme porque era el vehículo perfecto, pero, de repente, viene DAZN y me ofrece entrar. A mí me entró la risa porque no lo había hecho nunca, pero me dijeron que les gustaba cómo comunicaba y lo que transmitía y, además, tenía experiencia en un vestuario. Y fue un descubrimiento. Debuté en un Betis-Atlético y sentí otra vez aquella adrenalina previa a un encuentro. Me enganchó. Me siento al cien por cien en el partido. En cierto modo, es como volver a jugar.

Volvamos pues a casa. Ciudad Deportiva, Longás, Gotor, Chus… ¿qué le viene a la cabeza?

Los mejores momentos de mi vida relacionados con el deporte. Gente con la que he compartido grandes cosas y el lugar donde aprendimos, crecimos y soñamos juntos hasta lograr lo que tanto deseamos.

Longás, su hermano del alma.

Tal cual. También para mis padres y hermanos. Igual que su familia lo es para nosotros. Lo he admirado mucho siempre y me da mucha pena lo que esta ciudad se ha perdido porque Toño merecía estar 15 años en el primer equipo. Era uno de los mayores talentos que he visto. 

El exfutbolista, en las instalaciones de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN.

El exfutbolista, en las instalaciones de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Fue él quien le dio la ‘alternativa’...

(silencio). Me emociono solo de recordarlo. Fue en la temporada 2006-2007, en octavos de Copa ante el Málaga en La Romareda. Debuté tras dos roturas del cruzado y de menisco interno y externo de mi pierna buena, la izquierda y después de haber creído que ese momento nunca llegaría. Pero llegó y fue sustituyendo a mi compañero del alma, como si me dijera ‘ahora te toca a ti’. Es increíble lo que puede llegar a sufrir una persona para cumplir su sueño. Había estado en pretemporadas con el primer equipo y viajado a lugares increíbles, pero aquello fue mágico. El destino tenía algo maravilloso reservado para mí. Guardo la foto como oro en paño.

¿Qué es el Real Zaragoza para Eneko?

Todo. Es el lugar donde me dieron la oportunidad no solo de ser futbolista sino una educación. Aprendí la cultura del esfuerzo y los valores del deporte y me acuerdo perfectamente de todos mis entrenadores, desde el primero (Ángel Espinosa) al último (Pascual Sanz). Ves cómo se quedan por el camino grandes promesas, como César Corbacho, un chico buenísimo que jugó conmigo en el Amistad y en el Zaragoza pero que al final no llegó a cadetes. Deporte y educación. Y mi gente. 

¿Qué le dicen por la calle?

Pues es que tengo mucha suerte porque solo me dicen cosas bonitas. Pero lo que más me gusta que me digan es que soy como se imaginaban, igual a cómo se ve en la tele o en las redes sociales. Pero es que yo no podía buscar un personaje, necesitaba ser yo mismo, natural. No me cuesta mostrarme como soy.

¿Quién le ha impactado más en el camino?

Me marcaron mucho mis entrenadores en el fútbol base, pero la figura más influyente que ha pasado por mi vida en este deporte ha sido Pep Guardiola. Me lo llevo a un terreno ya no deportivo porque siento que he ido aprendiendo cosas de las semillas que nos fue plantando a todos. Era muy difícil estar a su lado, por momentos incluso irrespirable por la exigencia que tiene consigo mismo y que es la más alta que he visto en mi vida. Y eso se traslada al resto y es muy duro y estresante convivir con ella, pero es que lo que te mejora es tremendo. Te aporta herramientas para llegar a ser profesional. Llegué al filial del Barcelona con 23 años y él hace que te des cuenta de que aún tienes millones de cosas que aprender. Y es duro cuando tú te crees que tienes los deberes hechos y que estás listo para competir. Te desnuda mucho y tú te rebelas con pataletas, pero te aporta unas herramientas colosales que luego utilizas en tu vida. Cómo relacionarte, la empatía, sacar lo mejor de cada uno... Sin duda, un aprendizaje único.

Le cambió…

En la cantera del Zaragoza me habían enseñado que todos éramos iguales, pero llegas al Barcelona y descubres que el entrenador nos trata a cada uno de forma distinta, incluso en el tipo de lenguaje. Está buscando sacar lo mejor de ti y a cada uno le tiene que llegar por un sitio. También en el plano emocional. A mí me hablaba mucho porque me gusta hablar, a otro le planteaba un desafío, a otro le daba un abrazo y a otro le ponía la cara colorada delante del resto. Todo para sacar la mejor versión de cada uno.

Convivió con Víctor Muñoz y con Víctor Fernández, dos leyendas del Real Zaragoza. Hábleme de ellos.

Muñoz manejaba un vestuario tremendo y en la parte física era increíble. Hacía todos los ejercicios como nosotros. Era una bestia y le daba mucha importancia a eso. Y a mí me iba bien porque era un extremo puro, de los de antes, con llegada y gran recorrido. De los de centro en carrera, que le gustaba mucho. Me dio la primera dosis de confianza en hacerme un sitio y saber que podía estar ahí. Con Fernández descubrí a una persona un poco más reflexiva, con un lenguaje que llegaba mucho. Me ayudó a formarme y a aprender de los mejores en un vestuario con los Milito, Aimar, D’Alessandro, Cani, Zapater o Piqué. Era tan inteligente que su capacidad de liderazgo le llevaba a delegar en ocasiones en algunos de ellos, sobre todo Gabi Milito, que era el que muchas veces se levantaba a hablar o a coger del pecho a alguien si era necesario en el vestuario. Fíjese, el otro día me encontré con Víctor y su esposa, fan declarada de Masterchef, al salir de mi restaurante, cerca de su casa. Hace años que no lo veía y fue muy bonito abrazarme con una persona muy importante en mi vida.

Vivió aquella época con Agapito al frente que acabó de la peor manera posible. ¿Por qué?

Me marché con el equipo clasificado para la UEFA y con una plantilla tremenda. Pero es que igual eso no se podía hacer en el Zaragoza y esos delirios de grandeza fueron clave para que todo se desmoronara. El dinero fue lo que metió al club en una situación de la que aún no ha salido y no dejo de preguntarme por qué.

¿Le duele el Zaragoza?

Mucho. Me siento el abuelo Cebolleta hablando del Zaragoza que mis hijas no conocen y que ha ganado títulos. Ojalá el ascenso llegue cuanto antes. Todo empezó bien este año pero llegan otra vez los malos momentos y te hacen dudar de si tampoco será esta vez.

¿Lo sigue?

Por prensa, sobre todo. Apenas he podido ver un par de partidos enteros, pero estoy pendiente, por supuesto. Lo sigo y me encantaría poder ayudar al club de algún modo y en cualquier cosa. Es parte esencial de mi vida. Aquel chaval que subió a Boltaña jamás hubiese creído que el Zaragoza iba a estar doce años seguidos en Segunda.

¿Es quien quería ser?

Soy una persona que nunca habría imaginado. Sí, soy quien quería ser y al fin me siento muy orgulloso de mí mismo. Es algo que he aprendido ahora gracias a mi psicóloga, que me ha ayudado mucho. En mi paso por el fútbol nunca llegué a tratar aquella ansiedad y el estrés que no me permitieron brillar y tanto me lastraron. Y ahora sí lo he hecho. Estoy haciendo malabares con muchas pelotas y tengo que intentar que no se caigan, así que cuando han vuelto la ansiedad y el estrés, ella me ha ayudado a gestionarlo valorando mucho lo que he hecho, lo que tengo y a quererme un poco. Ahora me reconozco más y me doy más abrazos y no tanto con el látigo. No había estado orgulloso de mí antes, ahora sí.

Ganó Inés Masterchef Celebrity.

No lo vi, porque, precisamente estaba trabajando en mi cocina. Y es bonito que así sea y que no puedas ver la final de Masterchef porque estás cocinando. 

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