La 18ª jornada de Segunda

Mal menor por sistema. La contracrónica del Deportivo-Real Zaragoza

Da la sensación de que el dibujo de tres centrales reduce los numerosos defectos del Zaragoza y ayuda a potenciar sus virtudes

Clemente disputa el balón con Yeremay.

Clemente disputa el balón con Yeremay. / IAGO LÓPEZ / LA OPINIÓN

Jorge Oto

Jorge Oto

Zaragoza

Da la sensación de que el sistema de tres centrales mejora al Real Zaragoza. Con el riesgo que conlleva cualquier aseveración en torno a un equipo que se ha olvidado de ganar, el caso es que ese dibujo, que Víctor repitió por segundo encuentro consecutivo tras echar mano de él en Copa, reduce los numerosos defectos y potencia las interesantes virtudes de los aragoneses. Al menos en este momento, marcado por el serio problema de identidad con el que afrontaba la cita en Riazor y una estela de puntos y sensaciones perdidas. 

De momento, tener tres centrales contribuye decisivamente a rearmar a un equipo que, en todo caso, sigue siendo su peor enemigo. Porque los errores graves y los colosales desajustes defensivos no dejan de penalizar a un Zaragoza empeñado en flirtear con el dolor. Esta vez fue un contragolpe tras un indecente saque de esquina a favor. Una de las pocas cosas que faltaban en ese catálogo de los horrores que el Zaragoza reparte en cada contienda.

Pero, más allá de semejante despropósito, la realidad es que el Deportivo, aferrado a esa ventaja con uñas y dientes, no apareció mucho más. Por arriba, Jair es el mejor jugador de la plantilla. Por abajo, Vital estaba siendo el peor, por lo que Víctor decidió dejarlo fuera y, de paso, conceder otra oportunidad, al fin en su posición natural, a Clemente, que, por cierto, estuvo bien. A nadie le vino mejor el partido que al canterano, presa de un mal de ojo.Bien también por Víctor, que, como dijo, no está para perder a nadie más por el camino.

A nadie le vino mejor el partido que a Clemente, presa de un mal de ojo. Bien por Víctor, que, como dijo, no está para perder a nadie más por el camino y que también recuperó a Jair

Mejoró el Zaragoza en defensa, que no es poco. Pero también en ataque. Chirrió de inicio la aparición de Calero, un diestro, como carrilero zurdo, lo que chocaba de bruces con lo que el manual de estilo subraya en rojo al referirse a este sistema táctico. El madrileño falló tres goles cantados. 

El que no chirría nunca es Marcos Luna, seguramente, el mejor jugador del Zaragoza en la actualidad. Se hinchó el canterano a repartir caramelos desde la derecha, pero sus compañeros, desagradecidos ellos, ni los probaron.

Chirrió lo de Calero, diestro, como carrilero izquierdo. El que no chirría nunca es Luna, el mejor en la actualidad

Así que, en este proceso de rescate de identidad, sensaciones y resultados, el sistema parece un buen punto de partida sobre el que crecer. Eso sí, falta trabajo. Mucho. Y ajustar tuercas que bailan.

Víctor, como dejó entrever en la previa, recuperó hábitos que tan buen resultado le dieron a principios de temporada. Como dividir la medular en dos mezclas y dejar a Francho y Moya para el segundo tiempo. O volver a tirar de Pau Sans como revulsivo. Entre los dos canteranos fabricaron el empate, un mal menor que evita hundirse a un Zaragoza que, en su mejor tarde en dos meses, mereció más. 

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