Real Zaragoza

Clemente se levanta en el Real Zaragoza

El canterano es uno de los beneficiados del cambio de sistema, por fin juega en su posición natural y emite señales positivas que invitan a olvidar su mal comienzo

Enrique Clemente, sonriente, golpea al balón durante un entrenamiento del Real Zaragoza

Enrique Clemente, sonriente, golpea al balón durante un entrenamiento del Real Zaragoza / Rubén Ruiz

Arturo Pola

Arturo Pola

Zaragoza

No ha tenido Enrique Clemente, ni mucho menos, el regreso soñado al equipo de su vida. El canterano no era de las primeras opciones para reforzar la zaga zaragocista durante el verano. Pero, cosas del mercado, ante la no fructificación de otras operaciones y la decidida apuesta de Víctor Fernández por rescatar a un jugador al que ya le dio la alternativa en su día, el Real Zaragoza se hizo con la cesión del defensa.

Desde entonces, el rendimiento de Clemente ha estado muy por debajo de lo esperado y al conjunto aragonés le ha costado puntos. No hay motivos para no reconocerlo, al igual que también hay que apuntar que las circunstancias no le han ayudado y el aragonés no ha jugado en su posición natural. Hasta ahora. El sistema de cinco defensas y tres centrales se adapta como un guante a sus características. Así lo dejó claro Víctor en su día. «Clemente es un jugador perfecto para el día que tenga la necesidad de jugar con tres centrales», aseguró el técnico cuando se anunció el préstamo del jugador. Ahora, en su sitio, el canterano busca ahora su redención. 

El zaragozano quiere dejar atrás sus malos partidos ante el Sporting (expulsión incluida), Almería o Castellón en los que Clemente salió en la foto de varios de los goles. Los nervios del regreso, sus dudas en el lateral, la falta de contundencia y también la mala fortuna en algunos casos han sido un cóctel explosivo que parecía haber sentenciado al zaragozano. Víctor Fernández, tras el partido ante el Castellón, había dejado de contar con él.

En los últimos cinco encuentros ligueros, Clemente solo había jugado 15 minutos frente al Córdoba y ante Granada, Huesca, Málaga y Albacete el defensa se había quedado en blanco. Si nada cambiaba, el aragonés parecía haber agotado todas sus oportunidades. Sin embargo, una rendija de esperanza se abrió para Clemente cuando el técnico decidió, vistos los problemas defensivos del Real Zaragoza, dar un volantazo y apostar por un sistema de tres centrales. Ahí, como central zurdo, es donde el canterano puede dar su mejor versión y demostrar que es un jugador perfectamente válido para el equipo aragonés.

Y eso que el primer día, Clemente, aparentemente, siguió gafado. En el encuentro copero ante el Granada, el partido debut de la nueva formación, el aragonés se metió un desafortunado gol en propia puerta y falló su penalti en la tanda decisiva que resultó clave para la eliminación del Zaragoza.

Sin embargo, haciendo el ejercicio de dejar atrás esas dos acciones puntuales, Clemente completó un buen partido en lo táctico y se vio una versión muy mejorada del zaragozano con respecto a sus últimas actuaciones, las que le condenaron al ostracismo.

Oportunidad hasta Navidad

En Riazor, Víctor siguió apostando por la defensa de cinco y por Clemente. El zaguero cumplió de sobras con su cometido, mostrándose muy serio atrás, sin errores reseñables y enseñando sus buenas dotes con el balón en los pies, quizá el mejor defensa de la plantilla en este aspecto. Nada apunta a que el entrenador zaragocista vaya a cambiar su forma de jugar en Ipurua, ni en el futuro cercano, ni que vaya a retirar su confianza en el futbolista.

Así pues, hasta el mercado invernal al menos, Clemente tiene una oportunidad de oro para cambiar la dinámica de su temporada y provocar un punto de inflexión que incluso le permita afianzarse en el once titular en los partidos que restan hasta Navidad. Lo de después será otra historia, porque el Real Zaragoza reforzará en enero el centro de la zaga con al menos un central, pero al menos Clemente parece haber dejado atrás su mal momento y mira al futuro con optimismo y con ganas de pelear por ser importante en el club de sus amores.

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