Nolaskoain, el gran anhelo de Víctor Fernández en su anterior etapa

En el verano de 2019 el Real Zaragoza echó el resto por Peru Nolaskoain, petición expresa de Víctor Fernández y en la que el técnico zaragozano, en su anterior etapa en el banquillo, se involucró personalmente llamando al jugador para intentar convencerle, mientras la dirección deportiva que encabezaba Lalo Arantegui también trabajó la cesión durante semanas, si bien no consideraba al jugador entonces del Athletic tan vital como lo veía el entrenador. Para Víctor, Peru suponía resolver dos puestos, el de central, en el que empezó su carrera deportiva, y el de pivote y centrocampista defensivo, el que más ha ocupado en los últimos años, ahora ya de forma definitiva en el Eibar. 

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Nolaskoain, a finales de julio, se decidió por el Deportivo, cuya oferta para asumir la ficha del jugador nacido en Zumaia solo era ligeramente superior y el club vasco permitió que fuera el futbolista el que eligiera, marchándose a Riazor y dejando a Víctor sin el futbolista que tanto deseaba para aquel Zaragoza de la 19-20. Nolaskoain, de 26 años, jugó cedido en el Deportivo que descendió a Segunda B ese año, enfrentándose al Zaragoza de Víctor tanto en Riazor como en La Romareda, cayendo en los dos duelos, y el entrenador, que no contaba para nada con Bikoro, obtuvo en enero los refuerzos para el eje de El Yamiq, con la salida en invierno de Grippo, y de Dani Torres en la medular del conjunto zaragocista. 

Aquel Zaragoza, como es sabido, se quedó a las puertas del ascenso tras el parón por la pandemia del covid, ya que al regreso en junio nada fue igual, mientras que Nolaskoain empezó en ese tramo un calvario de año y medio con el tobillo derecho que duró más de 530 días y con una intervención de por medio.

Su nuevo hogar

Nolaskoain, canterano del Athletic, dio sus primeros pasos en el Antiguoko para pasar después, en edad juvenil, a Lezama y debutar en Primera como central con Berizzo en la 18-19 y con gol ante el Leganés. Era una de las joyas de la cantera rojiblanca, pero esa lesión eterna de tobillo le lastró en demasía, ya que no volvió a ser el mismo. «Nunca volveré a tener el tobillo al cien por cien», decía en el estreno de su cesión al Amorebieta en la segunda vuelta de la 21-22, recién finalizado ese calvario en el Athletic. Retomó el vuelo allí, en el Amore, pero Valverde no le dio oportunidades en verano y en la 22-23 se marchó cedido al Eibar con Gaizka Garitano, el entrenador que le había quitado la confianza que le dio Berizzo en su llegada al primer equipo del Athletic, aunque también el que lo tuvo a sus órdenes en el filial rojiblanco.

En Ipurua, en esa primera etapa, jugó bastante, en 32 partidos, aunque solo 20 de titular, pero regresó al Athletic buscando una última ocasión que Valverde le volvió a negar pese a quedarse en la primera vuelta y para ya rescindir en enero pasado, en un acuerdo de traspaso por objetivos y con una opción de recompra que le permitió firmar con el Eibar hasta 2027. Allí, con Joseba Etxeberria, fue importante en el tramo final del curso pasado y lo es en la actualidad, ya fijo en su rol de centrocampista, con 17 partidos de Liga y uno de Copa para ser el quinto jugador que más minutos acumula.