La actualidad del Real Zaragoza
Lo que fluye de verdad en el Real Zaragoza es la crisis
El Zaragoza vuelve a mostrar todos sus fantasmas en otro borrón que aumenta la mala dinámica de un equipo que acumula decepciones y en el que Víctor no encuentra un cambio de rumbo para salir del laberinto

Adu Ares se lamenta en una acción en ataque del Real Zaragoza. / CARLOS GIL-ROIG
Decía Víctor Fernández en la previa del duelo en Ipurua que veía que en el Real Zaragoza «todo fluye con naturalidad», aunque visto lo sucedido en el duelo ante el Eibar lo que de verdad lo hace es la crisis en un equipo que ha entrado en barrena y que suma seis jornadas sin ganar, con solo cuatro puntos de los últimos 18 en juego, y con una sensación de caída constante que ya dura demasiadas semanas, con una falta de fiabilidad y una irregularidad que condenan a cualquier equipo. Y por supuesto lo hacen con el Zaragoza de Víctor, que no está encontrando soluciones cuando las alarmas ya están encendidas desde hace un tiempo, aunque ahora ya atronan.
Víctor vio brotes verdes en Riazor y mantuvo el sistema y la idea, pero al Zaragoza le devoran sus propias inseguridades, su ausencia de soluciones tácticas y con el pobre rendimiento de jugadores que vinieron a ser claves, con la figura de Aketxe en ese epicentro. El Zaragoza fue en Éibar la misma caricatura de equipo que en la mayoría de partidos desde que la derrota en Burgos en el descuento y en la quinta jornada le introdujo a este grupo de jugadores y a su entrenador en un túnel del que no solo no sale, sino que cada vez anda más perdido, con un fútbol extraviado, pero sobre todo con una visión de la realidad demasiado desviada y que no invita a la autocrítica, el primer paso para de verdad buscar soluciones.
Seis jornadas sin ganar, errores defensivos constantes, dudas, ausencia de soluciones... Los problemas crecen y a la primera vuelta solo le quedan dos jornadas con 26 puntos indefendibles a estas alturas si se quiere mirar al ascenso
Y el entrenador, cada vez más empeñado en parapetarse en esa visión, a la que no le ayuda a salir, ni mucho menos, su entorno, no las está encontrando para que el Zaragoza no solo se aleje del ascenso directo, aunque no se piense por lo visto con rotundidad en él, sino también de la promoción. La actual dinámica de una victoria en ocho partidos solo conduce, desde luego, a alejarse de todo.
Otro rival con mejor plan
El Eibar, como tantos rivales, tuvo un mejor plan y lo ejecutó con solvencia, haciendo daño de verdad a una defensa de mantequilla en línea de tres cuartos, con movilidad y desmarques, mientras el Zaragoza era un dolor con el balón, perdido en el juego directo y, en la segunda parte, aumentó esa línea gris mientras Víctor mantenía contra viento y marea el guion.
Lo tocó lo suficiente para que Liso, al que hay que ponerlo a jugar y no sacarlo del foco, acortara distancias en un canto del cisne que no fue a ningún lado. Y es exactamente ahí donde va este Zaragoza desnortado, sin rumbo y sin ideas, con cambios inexplicables, como el de la portería relevando a Poussin o el de no utilizar en un sistema de tres centrales a un carrilero zurdo que tienes (Tasende) en lugar de uno a pie cambiado (Calero), un equipo que se ha caído por completo, con una dinámica en los últimos tres meses (16 puntos de 45 posibles) que pondrían en el desfiladero a cualquier entrenador de un proyecto que aspira a subir. Y el Zaragoza, lo diga el técnico como lo diga, tiene que mirar a eso.
Con enero a la vuelta de la esquina en una mirada a esa ventana que lleva tiempo en el propio entrenador, el Zaragoza se ha diluido, es un espectro plagado de errores, esta vez de nuevo en los dos goles, en la espalda de Clemente y en la fragilidad de Lluís López ante Puertas en el primero y el fallo en el pase de Jair en el segundo que ocasionó la contra. Puede venir Lekovic, otro central, un medio o el batallón de la Legión, pero la solución no es esa. O al menos no es solo esa. El Zaragoza necesita otro rumbo, porque ha extraviado el actual y solo vive plagado de sombras, con un crisis que desde luego es lo que fluye.
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