Real Zaragoza

Tensa calma en el Real Zaragoza

El club elige la tranquilidad para encarar la crisis y confía en enmendar la plana en los dos últimos partidos del año en La Romareda

Víctor Fernández da instrucciones durante el partido del sábado en Eibar.

Víctor Fernández da instrucciones durante el partido del sábado en Eibar. / CARLOS GIL-ROIG

Santiago Valero

Zaragoza

Ante todo, calma. Tensa, pero calma. El Real Zaragoza traslada tranquilidad y serenidad para encarar la crisis que envuelve ya a un conjunto aragonés al que se le ha olvidado ganar. Una sola victoria en los ocho últimos partidos oficiales disputados y apenas cuatro puntos sumados sobre 18 posibles han alejado al equipo de la zona noble de la tabla clasificatoria hasta instalarlo en la mediocridad y, lo que es peor, bajo una acuciante pérdida de identidad, confianza y vitalidad.

Lo del sábado en Eibar escoció de lo lindo. Por inesperado y por deshonroso. La bochornosa imagen del Zaragoza en Ipurua, donde no fue capaz de competir, ha provocado un profundo malestar en todos los sectores de la entidad, pero, de momento, la confianza tanto en el entrenador como en la plantilla se mantienen. «Si el problema es Víctor Fernández, la solución es muy sencilla», advirtió el propio técnico al término del encuentro disputado en tierras guipuzcoanas.

Pero, por ahora, el Zaragoza no se plantea otro escenario que la esperanza de que los dos últimos partidos del año, ambos en casa frente a Oviedo y Racing de Ferrol, cambien las tornas y disipen una crisis que reedita la pesadilla antes de Navidad que, casi cada año, se apodera del club. En caso contrario, si La Romareda sigue siendo un campo abierto para el adversario, la situación empeoraría de forma notable.

Esas dos citas como local se antojan, pues, determinantes. De nuevo, La Romareda ejercerá de juez y parte en una situación de crisis galopante en la que ya todo se cuestiona y nadie está libre de responsabilidad. El zaragocismo, tristemente acostumbrado ya a este tipo de situaciones, adquiere una especial relevancia el martes, en la vuelta del equipo a La Romareda después de dos encuentros consecutivos fuera de casa en los que apenas ha sumado un punto y en el descuento. 

La cita debería estar presidida por Jorge Mas, presidente del Real Zaragoza, cuya presencia en el palco, sin embargo, el club no tiene asegurada a estas alturas, a pesar de que el mandatario suele viajar a la capital aragonesa para encabezar la junta de accionistas anual que se celebrará el miércoles y en la que, además de dar oficialidad al nombramiento de la nueva consejera Pilar Gil, se aprobará una nueva ampliación de capital por algo más de 12,1 millones de euros que elevarán el capital social del club por encima de los 44,985 millones. SI está, Mas podrá comprobar en primera persona el estado de ánimo de una parroquia que, de nuevo, se ve atrapada por la desazón y el desencanto.

De momento, calma. A pesar de que el Zaragoza ya no gana a nadie y de que no es capaz de frenar una caída en picado que ha dado con sus huesos en la más absoluta mediocridad, la cercanía del parón y del mercado invernal lo acapara todo. Se trata, en definitiva, de confiar en una reacción que, de todos modos, ya se esperaba en Eibar, pero, lejos de producirse, el Zaragoza ofreció una imagen bochornosa, seguramente, en el peor partido de todo el curso. Justo en el peor momento.

Desencuentros

Víctor, sobre el que se depositan los focos en las últimas horas, cuenta con el crédito suficiente para no estar, por ahora, en una situación difícil. Sin embargo, las cosas no están bien ahí dentro. Los malos resultados han incrementado las desavenencias internas y las discrepancias, lo que aumenta, a su vez, la complejidad de una situación que empieza a recordar las del pasado reciente. 

Los malos resultados han incrementado las desavenencias internas y las discrepancias, lo que aumenta, a su vez, la complejidad de una situación que empieza a recordar las del pasado reciente.

Calma, pero tensa. Tensión, pero en cierta calma. El Real Zaragoza, cada vez más lejos de arriba y más cerca de la nada, no está bien, pero nadie quiere encender unas luces de alarma que, sin embargo, comienzan ya a deslumbrar a parte del zaragocismo. La racha es mala, pero aún peores fueron las sensaciones que transmitió en Eibar un equipo desnortado, frágil y a merced de un cuadro armero muy superior. 

De nuevo, La Romareda, donde el equipo acumula decepciones y fiascos este curso, sale a escena. El club solo contempla la victoria frente a un Oviedo que llegará tras derrotar en casa al Granada y dispuesto a pescar en río revuelto para afianzar sus opciones de playoff. Le esperará un Zaragoza que recuperará a Keidi Bare, sancionado en Eibar, y que perderá a Calero, el sorprendente carrilero izquierdo de Víctor, que vio la quinta amarilla en Ipurua. Su puesto lo ocupará Tasende, que dotará de algo más de normalidad a ese dibujo, si es que el técnico aragonés decide dar continuidad al sistema.

Empieza una semana clave. El Zaragoza está obligado a reaccionar y dispone de dos encuentros seguidos ante su gente para hacerlo. Si no es capaz, la calma tensa actual podría derivar en una situación casi insostenible.

Tracking Pixel Contents