La 20ª jornada de Segunda

El sistema de tres centrales del Real Zaragoza: Un dibujo entre tachones

El Zaragoza solo ha ganado uno de los siete partidos en los que Víctor ha dispuesto un once con tres centrales desde que llegó

Los diez jugadores de campo que actuaron de inicio en Éibar calientan antes del encuentro.

Los diez jugadores de campo que actuaron de inicio en Éibar calientan antes del encuentro. / CARLOS GIL-ROIG

Jorge Oto

Jorge Oto

Zaragoza

No es el Real Zaragoza un equipo tradicionalmente asociado a un sistema con tres centrales, explotado habitualmente en situaciones de emergencia o casos esporádicos. Sin embargo, como el drama viene acompañando al equipo a lo largo de esta eterna travesía en Segunda, cada vez es menos infrecuente que el Zaragoza forme bajo esa fisonomía. Incluso con Víctor Fernández al mando a pesar de que ese sistema tampoco ha figurado, ni de lejos, entre los dibujos de cabecera a lo largo de la dilatada trayectoria profesional del técnico aragonés.

De hecho, ya son siete los partidos oficiales en los que el Zaragoza de Víctor ha formado con tres centrales desde que el entrenador tomó las riendas del equipo el pasado mes de marzo. Pero el resultado no es, ni de lejos, positivo para los intereses zaragocistas. Y es que de esos siete encuentros jugados este el curso pasado y el actual, solo uno se saldó con victoria. Precisamente, el disputado en la 23-24 en El Alcoraz ante el Huesca (1-2). Entonces, Víctor apostó por una defensa de cinco en la que Francés, Mouriño y Lluís López ejercían en el centro. 

Pero la prueba solo duró tres choques más. El empate en casa ante el Leganés (1-1) pero, sobre todo, las derrotas en casa frente al Burgos (1-3) y en Oviedo (1-0) sentenciaron una disposición táctica a la que Víctor ha vuelto a recurrir esta campaña en otros tres duelos y, de momento, sin ningún triunfo. El estreno del sistema fue en Copa ante el Granada (2-2), con Jair, Vital y Clemente como trío de centrales. A pesar de la eliminación por penaltis, el técnico debió de salir satisfecho y trasladó la fórmula a la competición doméstica. En Riazor, donde Lluís López dejó en el banco a Vital, el Zaragoza pareció otro bien distinto. Más solvente atrás y con mayor llegada arriba. Las numerosas carencias del equipo se camuflaban y el 5-4-1 se antojaba un buen recurso dadas las circunstancias. Pero fue un espejismo.

Porque todo se fue a pique en Ipurua, donde ese sistema de tres centrales naufragó hasta hundir sin remisión al peor Zaragoza del curso. Con el único cambio de Francho por el sancionado Keidi Bare, el conjunto aragonés fue un pelele a manos de un Eibar que, sin hacer nada del otro mundo, explotó la falta de competitividad de su adversario para acabar con él con mayor facilidad que la indicada por el marcador (2-1).

El balance es escaso. Una victoria, tres empates y otras tantas derrotas para subrayar los tachones de un dibujo que, por un momento, pareció funcionar a pesar de estar integrado por jugadores descartados en verano (Jair), o llamados a representar un papel secundario (Clemente o Lluís, cuarto central del curso pasado). En principio, el sistema, en el que Aketxe, que todavía está por llegar, se sentía tan cómodo, no tendrá continuidad esta noche ante el Oviedo. Habrá que seguir buscando.

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