Real Zaragoza
El desencuentro entre Víctor Fernández y el club. Una relación a distancia
La lejanía ha marcado la relación de Víctor tanto con la propiedad como con Cordero, con el que la entidad se empeñó en forzar una sintonía improbable

Cordero, Mas, Aguilar (de pie), Víctor y López, en el encuentro, el pasado mes de julio, en Madrid para abordar la confección de la plantilla. / REAL ZARAGOZA

Las relaciones a distancia son complejas y no suelen salir bien. La mantenida hasta ahora entre Víctor Fernández y sus superiores no ha sido una excepción. Porque entre el técnico y la dirección deportiva y la propiedad siempre ha habido un trecho considerable más allá de la distancia física, lo que añadió aún más dificultad a la situación cuando todo empezó a torcerse. Ni sintonía, ni unidad. Ni siquiera conexión, y todo ha acabado echando chispas y saltando por los aires.
La génesis del asunto va más allá de la crisis actual. Más de un mes llevaba Víctor en el banquillo del Real Zaragoza cuando, a finales de abril, reconoció públicamente que todavía no conocía al presidente. “Mis dos únicos interlocutores en el club son el director general (entonces Raúl Sanllehí) y el director deportivo (Juan Carlos Cordero). Son los dos que están siempre a mi lado, me preguntan si tengo algún problema, están dispuestos a ayudar. Pero no conozco ni he visto o hablado con nadie más, pero tampoco lo necesito”, aseguró el hasta ahora entrenador del primer equipo, cuya relación con los consejeros Mariano Aguilar y Emilio Cruz, habitualmente en el palco de La Romareda, alcanzaba única y exclusivamente a los días de partido.
Una vez cumplida la misión de salvamento con éxito, comenzaba una nueva fase. Víctor supeditaba su continuidad en el banquillo a disponer de poder en la confección de la futura plantilla, que no era del agrado del zaragozano. De hecho, muy pocos jugadores podían entrar en sus planes. Pero la exigencia de Víctor suponía reducir galones a Cordero, al que el club había ido a buscar a Tenerife previo pago y polémica. La figura del cartagenero, sin embargo, había quedado seriamente dañada tras la fallida elección de Velázquez como relevo de Escribá. Así que a unos y a otros no les quedó más remedio que ceder y aceptar la convivencia entre Cordero y Víctor y su responsabilidad compartida a la hora de diseñar el futuro.
De hecho, la propiedad (representada por Aguilar) tenía claro que esa premisa, la de la convivencia en paz, era obligatoria. Y así lo asumió Cordero. Víctor, que ya había pregonado a los cuatro vientos su disconformidad con la configuración de la plantilla llevada a cabo por el director deportivo el año anterior, quedaba prácticamente a la altura de su superior. No parecía la mejor forma de acometer un proyecto de tanta enjundia. Dos formas muy distintas de ver el fútbol debían alumbrar un plantel con serias opciones de lograr el ansiado retorno a Primera. “Ya es hora de quitarnos la careta, el ascenso es el objetivo”, dijo en agosto el director general Fernando López apenas unas semanas después de asumir un cargo vacante tras la dimisión de Raúl Sanllehí.
La distancia entre Cordero y Víctor, a pesar de los esfuerzos de unos y otros por trasladar y transmitir armonía y entendimiento, no se redujo en exceso. Y eso que el club se encargó, durante el verano, de transmitir buen rollo. Como con aquella famosa foto en Madrid en la que todo eran sonrisas en una reunión entre Víctor, Cordero, Mas, López y Aguilar para abordar, a comienzos de junio, el diseño de la plantilla. Tres meses después de su llegada, Víctor conocía al fin a su presidente. “En verano fui muy exigente con la propiedad y pensaba que me iban a decir que no. Y me dijeron que sí. Tenía que seguir”, dijo recientemente el entrenador.
Pero el final del verano dejó a Víctor como único portavoz hacia un zaragocismo que apenas le ponía cara a Aguilar, hombre de confianza de Gil Marín y exagente de jugadores, y que solo conocía a López a través de vídeos y actos públicos traídos desde Canadá para fomentar la innovación telemática de un club que no avanza al mismo ritmo en todos los sentidos.
De Miami apenas había noticias más allá de las alegrías derivadas de Messi y compañía. La distancia era el olvido. Y el estallido de la crisis no hizo sino aumentar la distancia entre unos y otros. De aquí y de allá. «El club me ha trasladado confianza máxima y absoluta», dijo Víctor el lunes. «Estoy cansado de ser un escudo», gritó el martes. "El escudo del Real Zaragoza no le pertenece a nadie", soltó Mas este miércoles.
- El Real Zaragoza pagó 250.000 euros por el 50% del pase de Kosa
- La 'Poussinada', la 'Jairada' y el Real Zaragoza de la angustia interminable
- El Real Zaragoza firma un ridículo en casa del Levante (5-2)
- La crónica del Levante-Real Zaragoza (5-2). Un circo pasó por el Ciutat
- La intrahistoria de la capitanía de Calero en el Ciutat
- La previa del Levante-Real Zaragoza: con la calculadora a cuestas y la baja de última hora de Francho
- Las elecciones de Gabi Fernández y el destierro a la suplencia de Pau Sans
- Gabi tiene que decidir en el eje de la zaga aunque el Zaragoza busca el 'indulto' de Vital