La 21ª jornada de Segunda

El perfil del entrenador del Real Zaragoza. Con ustedes, David Navarro

Metódico hasta la obsesión, apasionado del fútbol y exigente con los demás tanto como consigo mismo, el técnico afronta el sueño y la oportunidad de su vida

David Navarro, antes de su comparecencia ante la prensa, este viernes en La Romareda.

David Navarro, antes de su comparecencia ante la prensa, este viernes en La Romareda. / JOSEMA MOLINA

Jorge Oto

Jorge Oto

Zaragoza

Dicen que los sueños no tienen edad y que cualquier etapa de la vida es buena para conquistarlos. David Navarro lleva toda su vida esperando lo que va a sucederle ahora, a los 50, cuando al fin se hará realidad lo que tantas noches en vela imaginó. Su nombre sonará por megafonía justo después de que se recite la alineación que él mismo habrá diseñado en la pizarra. Y La Romareda, seguramente, aplaudirá a uno de los suyos. Un entrenador de la casa que toma el relevo de otro, del maestro, de Víctor Fernández, que el martes decidió irse a casa. Él no pudo cumplir su sueño de devolver al Zaragoza a Primera, pero su renuncia abre la puerta del suyo a Navarro, también aragonés, también zaragocista.

Ambos comparten muchas cosas más allá de una deliciosa verborrea que les hace dominar el discurso y el mensaje público. Como bien demostró este viernes, Navarro, hasta ahora segundo de Víctor, sabe tan bien lo que dice como la forma en la que transmitirlo. «Hablar desde el corazón llega al corazón», suele decir a los que le conocen desde hace años. En Tarazona, Barbastro, Utebo, Ejea o Huesca. O aquellos integrantes del Zaragoza FS, con el que, a los 23 años, debutó como entrenador en la élite. Navarro, por cierto, será el primer entrenador aragonés en dirigir al máximo representante de la ciudad en fútbol sala y fútbol.

Los que asistan este sábado a La Romareda compartirán con Navarro un momento que guardará para siempre en esa mente envuelta en fútbol las 24 horas del día. Metódico hasta la obsesión (cuando entrenaba al Tarazona llegó a señalar al color de la camiseta como una de las causas de la derrota ante el Logroñés) y con una capacidad incuestionable como entrenador, Navarro debuta al frente de un equipo en el fútbol profesional después de haber llevado a la gloria al Tarazona (19-20), al que ascendió a Segunda B tras ganar 15 partidos seguidos. También subió al Barbastro a la categoría de bronce e hizo campeón de Tercera al Utebo. Aunque una de sus mayores gestas fue salvar de una muerte segura al Almudévar. Ahora, toma las riendas del Real Zaragoza en Segunda División con la ilusión del debutante y el aval de la experiencia, aunque con su futuro inmediato en el aire. Si La Romareda sale contenta, se abrirán más puertas.

Será el primer entrenador aragonés en dirigir al máximo representante de la ciudad en fútbol sala y fútbol.

Navarro, experto y brillante en la faceta ofensiva de un juego en el que todo gira en torno al balón, es un defensor a ultranza del talento, el mismo que su trayectoria, hasta ahora siempre en el fútbol aragonés, muestra como entrenador. Analista, exigente y trabajador incansable, el zaragozano dejó su trabajo en una entidad bancaria para apostar por su pasión «y por ser feliz», solía decir. Porque, para él, el fútbol es felicidad. Incluso cuando se envuelve en infortunio, como le sucedió hace algo más de dos años, cuando su amigo Luis Costa, entonces jugador del Brea, le rompió el peroné al chocar con el técnico, al mando del Tarazona, de forma involuntaria cuando daba instrucciones a sus jugadores en la banda.

Con el rombo como esquema de cabecera, Navarro, de fuerte personalidad, maneja diferentes registros destinados todos ellos a un único objetivo: ganar. A ello dedica todo su esfuerzo un técnico que, aseguran los que más lo conocen, no se deja impresionar fácilmente. Ahí lo tienen. 

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