Entrevista | JOSÉ MARI MARTÍN BEJARANO Exjugador del Real Zaragoza, recién retirado del fútbol y director deportivo del Atlético Sanluqueño
"Me retiro con la espina clavada de dejar al Zaragoza en Segunda"
El andaluz cuelga las botas a los 37 años por problemas en su rodilla derivados de la grave lesión que sufrió en La Romareda

José Mari, en el campo del Atlético Sanluqueño, donde ejerce ahora como director deportivo. / ATLÉTICO SANLUQUEÑO
Acaba de colgar las botas y ahora ejerce como director deportivo del Atlético Sanluqueño. ¿Cómo lleva la nueva vida?
De momento, tratando de acostumbrarme a los cambios, aunque ya me iba haciendo a la idea a lo largo de mi última etapa como jugador. Pero cuando llega el momento de dejarlo definitivamente no es fácil y te vienen mucho sentimientos y recuerdos a la cabeza. Se te pone la piel de gallina cuando echas la vista atrás porque se acaba lo que llevas haciendo toda tu vida y lo que te apasiona. Un sueño cumplido que hace que dejarlo sea duro y complicado emocionalmente.
¿En qué momento se da cuenta de que no puede seguir?
Sobre todo, después de la última operación. Fue entonces cuando vi que la rodilla no acababa de responder después de haberlo intentado todo para volver y despedirme como yo quería, que era en el campo. Pero la rodilla dijo basta y ya no podía alargar más mi carrera.
El calvario empezó en Zaragoza, ¿no?
Así es. Todo empezó con aquella lesión grave que sufrí con el Cádiz en La Romareda (diciembre de 2017). Desde entonces he ido estirando un poco el chicle, sufriendo con dolores e inflamaciones hasta que en Valencia me rompí el menisco. Son cosas del fútbol a las que estamos expuestos y no hay que darle más vueltas. Cuando uno se mete en el campo ya sabe que corre ciertos riesgos, pero tampoco yo me arrepiento de haber metido la pierna como lo he hecho.
¿Le ha dado muchas vueltas a todo?
No, tampoco es que haya pensado en qué habría pasado si no me hubiese lesionado aquel día en Zaragoza. Son cosas que pasan y las asumes. Ningún compañero va a lesionar a otro y yo también he ido siempre fuerte al balón y algún compañero ha salido mal parado. El deporte tiene estas cosas y hay que saber gestionarlas.
Paradojas de la vida. El comienzo del fin fue en el mismo campo donde había debutado en Primera División.
La Romareda es un sitio muy especial para mí. Allí debuté en Primera y fue donde me dieron la oportunidad de cumplir mi sueño. Al final, el destino quiso que ese campo, donde viví uno de los momentos más bonitos de mi carrera, también fuese el escenario de uno de los más tristes y duros. Pero no hay ni una pizca de acritud ni resentimiento. Al revés. Estaré siempre muy agradecido al Real Zaragoza porque ahí hice realidad lo que tanto soñé, entablé amistad con mucha gente y viví experiencias increíbles. Traté siempre de entregarme al máximo mientras estuve en el Zaragoza y me tocó vivir la cara más fea del fútbol.
¿La lesión, su salida o ambas?
Ya le digo que siempre le estaré agradecido al Zaragoza. Creo que el primer año estuve a buen nivel a pesar de venir de Segunda B. De hecho, nadie esperaba que estuviera así. Pero al año siguiente todo se complicó, el mercado de invierno fue difícil y el equipo se cayó y descendió. Pero son cosas que uno tiene que poner en perspectiva y ver lo que un club y una ciudad han supuesto para ti. Más alla del descenso y de momentos complicados, Zaragoza fue el sitio que me impulsó al mundo profesional y me dio la oportunidad de jugar en uno de los clubs más importantes de España. Y eso no se olvida.
¿En Zaragoza se hizo un nombre o se hizo un hombre?
José Mari siguió creciendo en Zaragoza. También en Jaén viví momentos importantes y experiencias traumáticas. Al final, el deporte tiene años buenos y malos aunque no es lo mismo sufrir uno malo en un club como el Real Zaragoza, con su masa social y toda la trascendencia que tiene. Se podría decir que José Mari creció en el Zaragoza como persona y como futbolista y estoy muy agradecido porque, además, me acogieron de un modo increíble a pesar de que llegaba con toda la ilusión del mundo desde Segunda B. Reitero que creo que ofrecí un buen nivel más allá de que, el año en Segunda, la presión por la situación afecta y más a un futbolista que no tiene la experiencia de otros. Pero, en líneas generales, creo que el rendimiento de José Mari en el Real Zaragoza fue bueno.
¿Qué se le viene a la mente cuando recuerda aquel descenso?
Sobre todo, los últimos partidos en casa, que fueron muy traumáticos. Tuvimos opciones de salvar la categoría y equipo para haberlo hecho. Realmente, si echo la vista atrás todavía no me creo que bajáramos después de la primera vuelta que hicimos ganando antes de Navidad en campos tan difíciles como San Mamés. El equipo iba lanzado, pero luego no sé qué pasó que se cayó y nadie le encuentra una explicación más allá de lo que es el fútbol y que muchas veces pasan cosas impensables. Fue una lástima porque con el equipo que había teníamos que haber salvado la categoría de forma holgada.
Pues le iba a preguntar por qué bajó aquel Zaragoza, pero ya me ha respondido.
Sinceramente, ya había vivido antes momentos críticos, pero ese fue especial. El equipo se cayó en la segunda vuelta y aunque han pasado muchos años, aún no me creo que se descendiera.
¿Mantiene contacto con alguien de aquel vestuario?
Sí, aunque no hablamos mucho. Paredes, David Cortés… intentaba juntarme con los veteranos para aprender de ellos y sigo manteniendo cierto contacto aunque todo se enfría con el paso de los años. Pero cuando nos llamamos o nos vemos nos llevamos una gran alegría.
¿Cuánto le escoció la forma en que salió del Zaragoza?
Al final, con el paso de los años uno va entendiendo cómo son las cosas. Me dolió la forma de salir porque siempre intento hacer las cosas bien y ponerme del lado mío y del club, pero cuando una situación es crítica se tienen que tomar decisiones importantes y el club hizo lo que pudo. Nada que reprochar, ya le digo, y muy agradecido al Zaragoza.
Se fue con el equipo en Segunda y de ahí no ha salido…
Si le digo la verdad, es una de las espinas con las que dejo mi carrera. Porque al final me he enfrentado muchas veces al Zaragoza en Segunda y, con el Cádiz, hemos peleado por estar arriba. El año del covid nos tocó a nosotros subir, pero ellos han tenido también opciones y han estado cerca. De hecho, en alguna ocasión se ha merecido ascender, aunque el fútbol es cruel y creo que a día de hoy se está cebando con el Zaragoza. Pero no queda otra que seguir insistiendo porque tiene una masa social que nunca le dejará solo y más pronto que tarde acabará subiendo a Primera División.
¿Cómo se ve desde fuera un club que acumula doce temporadas seguidas en Segunda?
Todo el mundo sabe que el Zaragoza es uno de los grandes más allá de que tenga problemas. Al final, lo que se ve es que esa presión que conlleva jugar en el Zaragoza hace que cuando las cosas se tuercen sea todo más complicado. Lo único que espero es que más pronto que tarde logre estar en Primera, que es donde se merece, y, si puede ser, junto a mi Cádiz y que todos mis amigos de Zaragoza estén contentos.
¿Qué me dice de La Romareda?
Es una afición entregada a su equipo. Cuando La Romareda ruge siempre lleva a los suyos en volandas. No es fácil, en todo caso, estar 12 años seguidos en Segunda y eso desgasta mucho, pero ellos saben que cuando el estadio aprieta los rivales sufren, el equipo carbura y todo va de cara. Ojalá siga estando de su lado en los malos momentos y, aunque no soy nadie para dar consejos y menos a una afición como la del Zaragoza, subrayo que los que están abajo lo tienen más fácil cuando su afición aprieta.
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