La opinión de Sergio Pérez

El talón de Aquiles de la propiedad del Real Zaragoza y el Everest de Miguel Ángel Ramírez

Al grupo inversor dueño del club le ha fallado claramente la pata deportiva desde su llegada a la ciudad en 2022. El entrenador tiene ante sí el desafío profesional de su carrera

Jorge Mas, en la junta general de accionistas del Real Zaragoza de diciembre.

Jorge Mas, en la junta general de accionistas del Real Zaragoza de diciembre. / JOSEMA MOLINA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

En la presentación de Miguel Ángel Ramírez como sustituto sobrevenido de Víctor Fernández hubo dos mensajes diáfanos, uno del entrenador y otro del club. El que incumbió al técnico fue el siguiente: “Estamos a tiempo de todo, la plantilla tiene margen de mejora”. El que correspondió a la propia SAD lo pronunció Fernando López, que se ratificó en lo dicho durante el pasado verano cuando reclamó quitarse la careta y pensar en el ascenso sin tapujos: “El objetivo no ha cambiado con respecto al inicio de temporada”, aseguró el director general. Una afirmación que volvió a pronunciar con valentía este martes en el acto con 300 abonados en el Auditorio a pesar del varapalo del domingo y de la crispación vivida en La Romareda.

Dos mensajes que incidieron en la línea que había marcado Jorge Mas, el presidente de la SAD, en su visita prenavideña a la ciudad a propósito de la Junta General de Accionistas antes de volver a tomar las de Miami. “Existe la posibilidad matemática (de ascender), tenemos una de las plantillas más caras de la categoría”, dijo.

Tres semanas después de todo aquello, después de que Mas volviera a recalcar cuál es el objetivo del Real Zaragoza esta temporada, de que López le secundara poniendo el acento en el mismo lugar que lo hizo en verano y de que Ramírez afirmara que había tiempo para todo y que el rendimiento de la plantilla era mejorable, la situación es de máxima preocupación.

El efecto de la llegada del canario ha sido inexistente por el momento, aunque si hay alguien no culpable es él. Ha dirigido dos encuentros y ha tenido tiempo de poco. Lo que ha hecho no le ha salido bien. Ramírez está ante uno de los grandes desafíos de su carrera como entrenador y como gestor de situaciones extremas. Tiene por delante el reto de hacer crecer a una plantilla en claro decrecimiento y lograrlo en un contexto de altísima complejidad, un Everest por escalar.

Convivir con el enfado social y superarlo. Manejar el señalamiento por sorprendente que fuera. Gestionar el equipo tácticamente, pero también desde un punto de vista emocional en un clima totalmente enrarecido y perjudicial para trabajar. Entender qué sí y qué no, cómo sí y cómo no. Tomar decisiones independientes, pero comprender cómo es el lugar en el que está. Este lunes reclamó una modernización de las estructuras del club, punto en el que la razón le asiste. La SAD debe acometerla. Y él, ganar partidos.

Igual que el entrenador, cuyo pecado fue alinear una defensa de cinco porque lo creyó el mejor camino para buscar el triunfo aunque no funcionara, seguramente empujado hacia ese plan por la debilidad de sus centrales, la propiedad también fue señalada con el clásico ‘directiva, dimisión’ en un grito que hoy en día se pierde en el infinito: el propietario de la sociedad mayoritaria en el accionariado del Real Zaragoza no ha aparecido nunca por la ciudad y el presidente está siempre ausente por razones evidentes. En el acto de este martes en el Auditorio, iniciativa de López, el club hizo un guiño de cercanía bien pensado y trató de acercarse a una pequeña parte de su masa social.

Desde el punto de vista económico, el grupo inversor que rige los destinos de la SAD ha sido una bendición con importantes aportaciones al capital social, la manera menos lesiva para el consejo de reforzar la estructura financiera de la entidad y más fácilmente recuperable en el futuro. Pero hechas están y hacerlas hay que hacerlas. Están en su haber y en el de nadie más. Gracias a ello, el Real Zaragoza es ahora mucho más fuerte económicamente y, entre otras cosas, ha podido llegar a 11,7 millones de límite salarial.

Desde el punto de vista deportivo, los dos primeros años fueron claramente fallidos (decimotercero en la 22-23 y decimoquinto en la 23-24) y el tercero anda torcido en la tercera semana de enero (duodécimo a nueve puntos del sexto). Ha faltado acierto en la elección de los nombres, de los entrenadores y de los jugadores, y saber sacar un mejor provecho a futbolistas que venían de rendir muy bien en sus anteriores equipos.

La ausencia de los verdaderos dueños de la entidad sobre el terreno es algo que penaliza al club en todos los sentidos, pero el Real Zaragoza es una sociedad anónima que ha dado pasos financieros sólidos para robustecerse como nunca en esta etapa en Segunda. Le ha fallado claramente administrar mucho mejor su segundo apellido, el deportivo, el verdadero objeto productivo de la empresa y su razón de ser. Ahí, en ese punto, más allá de proclamas facilonas, es donde comienzan y terminan los males del Real Zaragoza.

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