La opinión de Sergio Pérez

El plan de choque de Miguel Ángel Ramírez y la carrera contra el tiempo del Real Zaragoza

Miguel Ángel Ramírez está en una fase de construcción de un nuevo Real Zaragoza, de momento con resultados discretos: 5 puntos de 15 posibles. Mientras siembra para recoger, el tiempo se le echa encima.

Miguel Ángel Ramírez saluda a Alberto González, entrenador del Albacete.

Miguel Ángel Ramírez saluda a Alberto González, entrenador del Albacete. / CARLOS GIL-ROIG

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Días antes del sorteo de la Lotería de Navidad, en Zaragoza no cayó el Gordo. Cayó una bomba. Después de ver a su equipo derrumbarse frente al Oviedo, 2-0 en el minuto 32, 2-3 al final tras una segunda parte tenebrosa y que le dejó el alma totalmente congelada, Víctor Fernández colapsó anímica y futbolísticamente y decidió presentar su dimisión irrevocable al sentirse impotente para darle la vuelta a una situación deportiva que no hacía más que empeorar.

Atónitos por la coyuntura que había provocado la derrota en La Romareda, los principales ejecutivos de la SAD, los que se dedican al día a día y llevan el peso del club sobre el terreno, trataron de convencer a Víctor de que recapacitara y continuara adelante. No hubo vuelta atrás. Fue, por lo tanto, un cambio en el banquillo no deseado, que además llegó en un momento crítico e iba a provocar un escenario traumático y de difícil gestión.

Conceptualmente, la planificación deportiva se había hecho a imagen y semejanza de los deseos del entrenador, siguiendo sus directrices para llevar a cabo una reconstrucción masiva de la plantilla con futbolistas jóvenes, con energía y hambre para comerse el mundo. La idea fue asumida por la SAD y se llevó adelante con todas las consecuencias. Sin embargo, la concreción de ese plan, con aciertos manifiestos especialmente en ataque pero también con errores claros en zonas sensibles del campo, provocó una insatisfacción creciente, frustración y mucho desánimo en el técnico, al que superó la coyuntura. En sus últimos siete partidos sumó cuatro puntos, con cuatro empates, de 21 posibles.

Inevitablemente, aquella decisión de Víctor iba a tener consecuencias inmediatas y otras más retardadas en el tiempo. A pie cambiado, el Real Zaragoza eligió como sustituto a Miguel Ángel Ramírez, que se presentó en la ciudad mostrando mucha fe en el equipo que se había encontrado, promesas de mayor rendimiento, un ánimo modernizador, la vista en el presente pero también en el futuro y las mejores intenciones.

En sus cinco primeros encuentros, su balance tampoco es bueno: 5 puntos de 15, con una victoria, dos empates y dos derrotas, algunos buenos partidos (Elche, Málaga o la primera parte en Albacete) y muchos momentos inconstantes o tremendamente bajos (Tenerife, Cádiz y la segunda mitad en el Belmonte). Como terapia de choque y con matices como este viernes, desde su llegada el canario escogió como patrón habitual de funcionamiento una base de tres centrales atrás con el objetivo de ganar solidez colectiva. Se había encontrado un equipo que hacía goles con facilidad pero que se quebraba defensivamente con la misma sencillez.

Este plan ha provocado que el Real Zaragoza haya bajado su media realizadora y que haya mantenido los tantos encajados en una línea similar a la etapa previa. El equipo ha estado bien puesto tácticamente durante fases importantes de estas jornadas y también se ha caído por completo en otras.

A pesar de poblar la zona de atrás, en Albacete de otro modo con la presencia constante de Arriaga como uno más en las dos fases del juego, los fallos estructurales (mala defensa de los centros laterales) y los individuales (errores achacables a jugadores concretos y falta de agresividad en determinadas acciones defensivas), el Real Zaragoza no ha evolucionado lo suficiente y los resultados son aún deficitarios para pensar en una remontada hacia la parte alta de la tabla.

Miguel Ángel Ramírez está en una fase de construcción de un nuevo Real Zaragoza. El debate sobre si la dirección es la adecuada es muy amplio y otro cantar. Habrá que ver también cómo lo digiere La Romareda si los resultados no llegan y la puesta en escena en el estadio no mejora. El técnico está trabajando sobre una idea de base para buscar mayor consistencia, rigor colectivo, fuerza como grupo y, por lo tanto, victorias en el medio plazo. El problema es que estamos a mitad de febrero y de nada valdrá recoger los frutos de esta siembra, si los hubiera, con la primavera ya entrada. El objetivo del club era y sigue siendo el ascenso. Ahora primero no hay que descuidarse. Luego, para soñar con los alrededores de la sexta plaza, Ramírez tendrá que empezar a ganar con regularidad desde ya. El tiempo se le echa encima esta temporada.

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