El gol de Dani Gómez, el contratiempo con Guti y el último clavo ardiendo del Real Zaragoza

Si por sus actos los conoceréis, de Miguel Ángel Ramírez sabemos que para reflotar la temporada del Real Zaragoza ha llegado a la conclusión de que debía hacerlo mejorando la solidez del equipo desde atrás, bien sobre una base de tres centrales y dos carrileros a media altura o bien con carrileros más altos, casi extremos, y Arriaga ayudando a proteger la parte de atrás del equipo en una formación de cuatro junto a Vital, Lluís López y Clemente, sus tres hombres de confianza y, de momento, los pilares de su estructura sin lesiones ni sanciones mediante.

Así es como ha configurado los cimientos de su equipo en estas cinco jornadas, salvo en momentos puntuales donde la obligación de jugar al toque de corneta ha desenredado el plan inicial. El entrenador canario heredó un Zaragoza con facilidad goleadora, pero con problemas de fiabilidad colectiva e individual, con poco oficio y tendencia a cometer errores gruesos de concepto o perfectamente personalizables.

Una Liga de cara y cruz para el Real Zaragoza

Por la idea que ha aplicado para iniciar su andadura en la ciudad, Ramírez entendió que la mejor forma de desplegarse sobre el césped con las piezas con las que contaba en la plantilla era la mencionada. Y a partir de ahí, tratar de volar por los costados o a los espacios con la velocidad de los atacantes, Tasende y Luna por un lado, Liso y Azón, por el otro.

Sobre esa organización, el Real Zaragoza ha sumado poco, cinco puntos de quince posibles con actuaciones de todo tipo y muy dispares, incluso dentro de un mismo partido. En el mercado de invierno, la SAD le ha añadido tres piezas a su plantel (Arriaga, Guti y Dani Gómez) y ha sacrificado a Azón, Bermejo, Gori Gracia y Borge. Dejó sin firmar un central, movimiento que debía haber sido prioritario.

Muy pronto, y con razones fundadas, Ramírez ha convertido al hondureño en una pieza capital tanto en el mediocentro como en defensa. En Albacete jugó incrustado entre Vital y López en las dos fases del juego para cerrar con cuatro hombres o para tratar de sacar el balón con limpieza desde sus pies. No parece haber ninguna duda de que Arriaga suma virtudes y es un activo para equilibrar el equipo y desarrollar un buen trabajo táctico, de despliegue y corte.

Las otras dos incorporaciones están recién aterrizadas y de su respuesta también dependerá el grado de crecimiento que pueda experimentar el Zaragoza. Dani Gómez tiene la tarea de sustituir el trabajo, la brega, el desgaste con los rivales y los siete goles en Liga de Iván Azón. De momento, en Albacete hizo el primero estando donde tenía que estar. Viene de años malos y debería tener una clara ambición por demostrar que es un delantero vivo con 26 años.

Ramírez los utiliza a todos

Guti es el único de los fichajes de invierno que aún no ha debutado. No podrá hacerlo hasta que supere una lesión muscular. Si es aquel jugador que la SAD convirtió en cinco millones del Elche, capaz de ir y venir constantemente, de llenar con piernas el centro del campo, de hacer algunos goles en llegada y con un gran disparo, Ramírez estará de enhorabuena porque su equipo podrá volar a otra altura y jugar con otros planes.

El técnico está tratando de hacer crecer a su equipo colectivamente a través de una idea base, con matices semanales pero sobre un modelo permanente. Es difícil pedir que algunos de los olmos que se encontró comiencen a dar peras, pero si Arriaga, que ya lo está haciendo, Guti y Dani Gómez rinden en sus máximos, el Zaragoza ganará razones, posibilidades y mejorará su velocidad de crucero. Algunas de las últimas esperanzas de la temporada están en sus botas.