La 28ª jornada de Segunda
Miedo al coco. La previa del Granada-Real Zaragoza
Un mermado Zaragoza cada vez más cerca del peligro y de nuevo abocado a luchar por la supervivencia, visita al poderoso Granada de Escribá

Los jugadores del Real Zaragoza escuchan a Ramírez durante el entrenamiento de este viernes en Granada. / REAL ZARAGOZA

Este cuento de nunca acabar ya es bien conocido por todos. El Real Zaragoza empieza muy bien y da rienda suelta a sueños e ilusiones para ir perdiendo identidad hasta convertirse en un adefesio incapaz de luchar por otra cosa que no sea conservar el pellejo. Pero no por ello deja de doler una situación que, por quinta campaña seguida, destroza a un zaragocismo abrasado y maltratado lo indecible. Porque el Zaragoza se ha perdido hasta el punto de quedarse sin identidad ni esperanzas más allá de la de siempre: seguir vivo al borde de un abismo que lleva convertido desde hace demasiado tiempo en el hábitat natural de un Zaragoza cada vez menor.
Y eso que este año el objetivo pregonado a los cuatro vientos por el propio club era el ascenso. Sin caretas ni medias tintas. A mediados de febrero y todavía con 15 jornadas por delante, la dimensión de la debacle es tan grande que convierte en utópico cualquier propósito ajeno a la pura supervivencia. Once puntos separan a los aragoneses del playoff y apenas seis ya de un descenso que asoma ya como la amenaza de casi siempre para un equipo que solo ha sido capaz de acabar entre los seis primeros en tres de las once campañas anteriores. Tan indecente como impropio. Tan bochornoso como alarmante.
El Zaragoza de Ramírez, lejos de arrancar, va de mal en peor. Una victoria en seis partidos y con apenas cinco puntos sumados de los últimos 18, el conjunto aragonés involuciona a pasos agigantados. El relevo en el banquillo, lejos de aportar la reacción pretendida, lo ha empeorado todo, sobre todo, resultados y sensaciones de un equipo que no ha mejorado lo que hacía mal y que ha empeorado lo que hacía bien. No se le niega al técnico canario ni su trabajo ni sus buenas intenciones, pero, de momento, ni una cosa ni otra lucen, lo que le han situado en una incómoda posición que, en cualquier caso, no parece destinada a cuestionar su cargo, al menos de momento.
Claro que la visita a Granada, candidato al ascenso, provoca sudores fríos. El famélico Zaragoza no parece capacitado para plantar cara a una escuadra que, dirigida por el exzaragocista Escribá, parece llamada a estar entre los mejores al final del curso. Pero Ramírez asegura que todo va por el buen camino y que los resultados acabarán llegando. Muy convencido parece el canario, que afronta la cita con más dudas que bajas. Y eso que las ausencias son numerosas. No estarán, por lesión, Guti, Luna, Nieto, Toni Moya y Lluís López, y tampoco el sancionado Dani Gómez, lo que abre la puerta de la titularidad a Bazdar, que podría formar pareja en ataque con Marí, Pau Sans o Liso.
Tampoco está claro el resto del equipo más allá de una portería que, tras el sorprendente cambio ante el Burgos, seguirá defendida por Femenías. Si Ramírez da continuidad también al esquema inaugurado el pasado domingo, el Zaragoza formará con cuatro atrás, con la previsible novedad de Jair, si bien Clemente, tocado, está disponible. Vital, en un nefasto estado de forma, podría perder el puesto. En los laterales, Calero y Tasende serán titulares, más que nada porque no hay otros.
En la medular, Keidi Bare, Arriaga y Francho parecen contar con sitio fijo en ese rombo que Ramírez planteó de inicio ante el Burgos y que busca inquilino para su vértice superior ante las molestias de Aketxe.
El Granada tiene problemas en los laterales y Escribá sólo cuenta con un especialista en esa demarcación de la primera plantilla, que es Rubén Sánchez, al estar sancionado Ricard Sánchez y lesionados Carlos Neva y Miguel Ángel Brau. El técnico, que podría formar con tres centrales, recupera a Pablo Insua tras faltar a los últimos partidos por un golpe en la cabeza, aunque de inicio estará en el banquillo, mientras que completan las bajas por lesión Reinier Jesús y el extremo polaco Kamil Jozwiak.
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