La opinión de Sergio Pérez

El milagro de Marí y Pau Sans y los hermanitos de la caridad del Real Zaragoza

Hasta que el Granada marcó en su primera aproximación, el Real Zaragoza se había presentado bien en el partido. A partir del 1-0 fue un desastre, más con ventaja numérica. Marí y Pau Sans obraron el milagro del empate en el descuento

Alberto Marí corre con el balón hacia el centro del campo con Cuenca en primer término tras el 2-1.

Alberto Marí corre con el balón hacia el centro del campo con Cuenca en primer término tras el 2-1. / CARLOS GIL-ROIG

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

Por unas u otras razones, del plan original con el que Miguel Ángel Ramírez inició su etapa en el Real Zaragoza no quedó ni rastro en Granada. Aquella base de tres centrales, Lluís López, Vital y Clemente, sobre la que comenzó a construir los cimientos del edificio en Elche, desapareció este sábado. Desapareció como todo el equipo. El capitán está lesionado, Clemente disponible pero con unas dolorosas molestias físicas desde antes del partido frente al Burgos y el portugués terminó en el banquillo castigado por sus malas actuaciones.

Los números no mentían. La cosa no funcionaba y había que cambiar la propuesta, en parte por obligación ante la acumulación de bajas, en parte por convicción en busca de los resultados que no estaban llegando. Ramírez formó con una línea de cuatro con Arriaga y Jair, quién se lo iba a decir de nuevo, en el centro de la defensa. De ahí en adelante, con Keidi y Francho en el medio como stoppers en defensa y jugadores para conducir en la primera fase del ataque, un buen arsenal de recursos: Liso y Adu Ares a pierna cambiada y arriba, Bazdar y Soberón, que reapareció después de meses de encadenar lesiones.

La puesta en escena fue buena. El Real Zaragoza volcó el campo hacia la portería de Luca Zidane y obligó a Fran Escribá a tomar medidas. En el arranque del encuentro, el equipo jugó con intención ofensiva, presión alta, algunas interesantes combinaciones entre líneas y asustando. Eso sí, en el último pase y en los disparos a puerta faltó muchísima precisión. En su primera aproximación peligrosa, el Granada obtuvo el premio mayor del gol en un ziz-zag de Rebbach que mandó a la escuadra de Femenías. Como tantas veces ha sucedido esta temporada, a los jugadores del Real Zaragoza les faltó contundencia y agresividad a la hora de encimar al rival en su conducción. Rebbach se quitó de encima en pocos metros a Liso, Calero y Francho. Mal otra vez en un defecto recurrente a lo largo de toda la temporada.

El Zaragoza acusó el golpe pero el partido volvió a cambiar con la expulsión de Gonzalo Villar en una jugada que parecía intrascendente y que, por la mala praxis visitante, en ese se quedó: en insignificante. Con un futbolista más desde el minuto 34, el equipo de Miguel Ángel Ramírez estuvo espantoso, no entendió el encuentro ni supo inclinarlo a su favor. Jugó mucho peor contra diez que frente a once.

A la vuelta de los vestuarios, el Real Zaragoza volvió a mostrar una de sus grandes deficiencias: la flojedad individual. En una acción pésimamente defendida por Tasende en el lateral izquierdo, con una ternura tremenda, el Granada logró ganar el espacio por ese lado y, tras un buen centro, Tsitaishvili convirtió el 2-0 con un toque de fortuna. El tanto dejó noqueado al equipo aragonés y confundido a Ramírez, que para buscar la remontada se inventó a Cuenca de lateral derecho, algo tan incomprensible como el derrumbamiento colectivo, y recurrió a Marí y Pau Sans, al final otra vez clave ganándose el pan en cada minuto en el rol de revulsivo.

Hasta que el Granada marcó en su primera aproximación, el Real Zaragoza se había presentado bien en el partido. A partir del 1-0 y en superioridad fue un desastre. El equipo deambuló por el campo hasta que un gran gol de Marí a la salida de un córner provocó una chispa que encendió el fuego. Era el minuto 92. Dos después, un centro corvado de Pau Sans se endemonió y acabó dentro de la portería local y suavizó unas señales muy preocupantes. Ramírez acaba su séptima jornada con un 6 de 21. Incluso con el 2-2, este domingo todo el mundo mirará con el rabillo del ojo al partido del Eldense en Albacete. Por si las moscas.

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