La opinión de Sergio Pérez
Los puñetazos en la mesa de Pau Sans y el amor propio de Alberto Marí
La temporada de Pau Sans está siendo de lo poco salvable: es un resucitador. De Marí hay que aplaudir su incansable deseo por redimirse

Pau Sans, a la llegada del Real Zaragoza a la estación tras el empate de Granada, en el que fue clave. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Hasta febrero, que aún tiene tiempo de enderezarla, la temporada de Alberto Marí ha sido decepcionante. Ni goles ni rendimiento. Ha participado en 22 partidos, solo cinco como titular, casi todos en aquella tanda que Víctor Fernández le concedió en septiembre y que no aprovechó. Iván Azón, que estaba con el colmillo en el banco, le ganó la carrera cuando entró en el once inicial. Marí no ha disputado ni 600 minutos. Hasta que este sábado marcó en Granada, no había hecho gol en la Liga, sí en Copa.
Así de cruda es su realidad numérica desde el punto de vista de la productividad. Este último mercado le faltó el canto de un duro para que su cesión se rompiera y acabara en el Málaga, al que ciertamente le hubiera venido muy bien por perfil, cambio de aires y necesidades del conjunto andaluz. Una carambola en el final del mercado evitó su salida. El campeonato lleva ya consumidos más de seis meses y Marí no ha jugado bien.
Sin embargo, a su favor hay que decir que su comportamiento en el día a día es totalmente profesional y aplaudido dentro del club, que es un hombre que hace vestuario y que jamás ha bajado la cabeza y sigue peleando por redimirse en un contexto muy difícil. Con la cabeza precisamente le dio la vida al Real Zaragoza en Granada, con un testarazo perfecto a la salida de un córner que activó al equipo y le condujo hasta el empate, un buen punto cuando lo normal hubiera sido perder tras no haber sabido aprovechar la ventaja numérica durante 60 minutos.
Pau Sans completó la resurrección del equipo y no es la primera vez ni la segunda que ayuda a algo así en esta temporada. A pesar de que su rol es secundario y que cuando ha sido titular ha bajado sus prestaciones, también por falta de continuidad en el once, el canterano está siendo uno de los pocos jugadores cuya temporada se puede calificar de buena y claramente salvable.
Desde que saltó al césped en Granada como parte del primer grupo de recambios que tenía por delante arreglar el desaguisado con el 2-0 en contra, Pau Sans fue otra vez la chispa del juego, el que provocó acciones de peligro, faltas y el que más inquietó a la defensa rival con su verticalidad entre la insustancialidad del resto. Sin querer, pero queriendo, hizo el tanto del empate con un centro roscado al lugar perfecto. Se coló en la portería sin que nadie lo tocara. Es uno de los mejores activos que tiene el Real Zaragoza para salvar la temporada. Tres goles y una asistencia y algo más importante: es un resucitador. Sus puñetazos encima de la mesa han sido constantes.
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