La opinión de Sergio Pérez
La pata de la cojera imprevista en la hoja de ruta de la propiedad del Real Zaragoza
Financieramente y con la Nueva Romareda, todo marcha en la dirección prevista por la SAD. Sin embargo, la vida deportiva discurre por cauces inesperados

Jorge Mas responde a las preguntas de los medios durante una de sus visitas a Zaragoza. / JAIME GALINDO

De la hoja de ruta que se trazó en los despachos futbolísticos, y no tan futbolísticos, para el aterrizaje en la ciudad del grupo inversor que dirige actualmente el destino de la SAD y que iba a tomar el relevo de la etapa de la Fundación Zaragoza 2032, se han cumplido a rajatabla varios preceptos.
Económicamente, el club ha dado un extraordinario salto hacia delante, con la solidificación de sus estructuras financieras, saneamiento constante de las cuentas, reducción de deuda y varias ampliaciones de capital. En resumen, una inversión, concepto arriba, concepto abajo, de algo más de 53 millones de euros. Todo en menos de tres años naturales. Gracias a ello, el equipo ha podido contar esta temporada con el mayor límite salarial de esta etapa de doce campañas en Segunda.
La construcción de la Nueva Romareda, condición sine qua non para que las semillas brotaran, está también en marcha y va viento en popa camino de 2027, fecha clave en el calendario político. Al final, las cosas con el nuevo campo no han sido como se contaron en un principio, pero sí como estaban previstas. El esfuerzo público será mayoritario. El gol sur ya es historia y las obras, una realidad. Están en ejecución. La próxima temporada, el equipo jugará en un estadio modular en el parking Norte. Ese segundo punto de la hoja de ruta está también en desarrollo según el plan diseñado entre todos los actores implicados en la obra.
Es en la tercera pata de este banco donde los actuales propietarios de la SAD están cojeando por el momento. La más importante. Deportivamente, el Real Zaragoza ha completado ya dos malas campañas (puestos 13 y 15) muy lejos del objetivo del ascenso marcado desde su desembarco en la plaza. En su tercer año, el corriente, las cosas van mal hasta hoy. El equipo atraviesa una crisis que dura ya varios meses, siente el aliento de la zona de descenso a cuatro puntos y mira el sexto puesto a doce de distancia. La Liga no ha terminado. Quedan 14 jornadas, para bien o para mal.
Con las vicisitudes que están aconteciendo sobre el césped, que han provocado tensión social, rechazo, inestabilidad y problemas de todo tipo, la actual propiedad del Real Zaragoza se va a enfrentar a una reválida inesperada. Tiene ante sí una importante prueba de gestión de un escenario de crisis imprevisto, en tanto en cuanto la plantilla 2024-2025 estaba diseñada para pelear por una de las seis primeras plazas. Ha puesto la pasta, pero la vida ha discurrido por otros cauces.
La actual directiva, por usar términos clásicos, ha sentido la ira de la grada en más de una ocasión en La Romareda. En su hoja de ruta para el futuro, la estabilidad en las diferentes áreas era un dogma innegociable, si es que es posible usar ese término en el fútbol. Una clara mejoría del equipo la favorecería. Un empeoramiento en la clasificación la dificultaría al máximo.
Todo iría bien para el grupo de inversión que simbólicamente preside Jorge Mas si no fuera por los resultados futbolísticos. Si no dicen digo donde dijeron Diego, y no hay un cambio de dirección en mitad del camino, que la vida a veces da muchas vueltas, estamos ante una propiedad con un demostrable ánimo inversor y con el mismo gen ganador que a su llegada. Por tercer año seguido, al equipo las cosas no le están yendo nada bien, atraviesa de nuevo una situación muy compleja y con riesgos manifiestos. Si los salva, tarde o temprano, la siembra debería traer mejores frutos en el futuro.
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