Real Zaragoza
La agonía de La Romareda. Un local en ruinas
La segunda peor temporada en casa desde el último descenso aleja a la afición de La Romareda, que el sábado registró la peor entrada del curso en fin de semana

Un aficionado zaragocista protesta durante un partido en La Romareda. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Todo es agonía en La Romareda. El estadio malvive sus últimos días antes de ser completamente demolido envuelto en congoja y desazón. Porque, a pesar de las promesas y conjuras, sigue siendo un campo abierto hasta el punto de ser uno de los más fáciles de conquistar de toda la categoría. El sábado volvió a pasar. El tercer peor local de Segunda (solo Cartagena y Racing de Ferrol suman menos que los 16 puntos en 14 partidos cosechados por el conjunto aragonés en su feudo) dejaba escapar en el descuento un triunfo que le hubiera apartado del abismo y respirar con cierto alivio. Pero el gol de Dubasin en la prolongación acentuaba la extrema fragilidad de un Real Zaragoza que apenas ha ganado cuatro partidos en casa y el último de ellos fue todavía en 2024.
Así que, entre las obras que hicieron desaparecer el fondo sur y el desastroso 38% de puntos retenidos por el equipo ante su gente, La Romareda es un local en ruinas del que, por cierto, cada vez escapa más gente. De hecho, el pasado sábado se registró la peor entrada de toda la temporada en un partido disputado en fin de semana. Apenas 16.864 personas se dieron cita en La Romareda para presenciar el encuentro entre el Zaragoza y el Sporting. Y eso que, salvo el frío y la nefasta trayectoria del equipo, acompañaba casi todo lo demás. Buen día (sábado), buen horario (18.30 horas), rival atractivo (Sporting) e, incluso, numerosa presencia de aficionados visitantes que, a pesar de que el Zaragoza no facilita entradas a los rivales como consecuencia de la reducción de aforo por las obras, se apañaron para adquirir localidades a la venta en el propio estadio municipal.
Solo Alcaraz y Ramírez no ganaron en sus cuatro primeros partidos en casa
La primera victoria de Miguel Ángel Ramírez en La Romareda se está haciendo esperar demasiado. Hasta el punto de que tan solo Lucas Alcaraz no celebró victoria alguna (dos empates y otras tantas derrotas) en sus cuatro primeros (y únicos) partidos en el estadio de entre los 20 entrenadores que han dirigido al Zaragoza desde el último descenso. Natxo González tardó, pero lo logró a la cuarta (3-0 al Numancia) después de dos empates y una derrota. El resto siempre pudo brindar a la afición un triunfo antes de lo que lo está tardando en hacer Ramírez, que no pasa de tres empates (2-2 ante el Tenerife, 0-0 con el Cádiz y 1-1 frente al Sporting) y la derrota (0-1) ante el Burgos.
Hasta el sábado, la peor entrada (más allá de los 12.813 que acudieron al duelo ante el Oviedo disputado en martes) había sido la registrada frente al Racing de Ferrol, primer y único choque dirigido por David Navarro tras la dimisión de Víctor Fernández. Entonces, 17.005 aficionados animaron desde la grada, casi 200 más que los que lo hicieron el sábado, cuando La Romareda apenas cubrió el 68,5% de su aforo (reducido a 24.600 por las obras).
Y es que la caída en barrena del Zaragoza, que ni Víctor Fernández ni Miguel Ángel Ramírez han sido capaces de frenar, se ha llevado por delante a alrededor de 4.500 aficionados respecto al comienzo de la temporada (21.024 aficionados en el estreno liguero en casa ante el Elche o 21.341 en la octava jornada frente al Racing, cuando se registró la mejor entrada de la campaña). Es decir, el Zaragoza se ha dejado por el camino al 16% de sus fieles como consecuencia de su horrorosa trayectoria, especialmente en casa, donde suma bastantes puntos menos (16) de los que pierde (26).
De lo peor
En este sentido, el curso es uno de los peores en casa de la historia moderna. Desde el último descenso, solo una vez se sumaron menos puntos a estas alturas en La Romareda. Fue en la 2018-19, marcada por la inestabilidad y, por supuesto, la amenaza de muerte de un Zaragoza que, como ahora, también vio pasar a tres inquilinos por su banquillo. Primero fue Idiakez, después Lucas Alcaraz y, por último, Víctor Fernández, que logró la salvación de un equipo hundido en puestos de descenso cuando llegó.
Entonces, La Romareda apenas había presenciado tres victorias y seis empates en los 14 encuentros disputados como local por una escuadra incapaz de sumar más de 15 puntos, uno menos que en la actualidad y dos menos que en la 21-22, cuando, por supuesto, también se pasaron canutas.
Porque, ineludiblemente, una mala campaña en casa aboca a problemas graves. Como los que sufre ahora un Zaragoza con 24.304 abonados a los que, de nuevo, la temporada se les está haciendo bola. Y ya van demasiadas para una afición escaldada que se resistía a desertar (ante el Burgos acudieron a La Romareda más de 20.500 personas), pero que frente al Sporting redujo notablemente su presencia en las gradas. Tal vez, escocida por los últimos encuentros en el estadio municipal, donde el Zaragoza ni siquiera fue capaz de hacer un gol a Cádiz (0-0) y Burgos (0-1), cuando Ramírez escuchó por segunda vez (la primera fue en su estreno en La Romareda contra el Tenerife) cánticos de la afición pidiendo su salida.
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