Tsunami Miguel Ángel Ramírez

De MAR a tsunami en dos meses y medio. El Real Zaragoza vive la situación más crítica de su historia reciente y una nueva derrota este sábado en el Almería Stadium (18.30 horas) amenaza con llevárselo todo por delante. Al entrenador, por supuesto, pero quizá también al director deportivo, aunque no sea inmediatamente, y el plan del club de crecer a partir de la plantilla actual para la próxima temporada. Todo lo que podía salir mal ha salido peor y la amenaza del descenso a Primera RFEF es más real que nunca. Solo dos puntos separan al equipo aragonés de lo que sería un desastre de proporciones mayúsculas y consecuencias económicas, deportivas y sociales desconocidas para el propio club.

De momento todo sigue igual en el Real Zaragoza, al menos en el césped, aunque todo ha cambiado en la percepción de las cosas. Miguel Ángel Ramírez dirigió ayer la primera sesión de la semana del equipo aragonés, pensando ya en la cita de este sábado en Almería. El técnico canario ya estuvo al frente del entrenamiento programado el domingo, pocas horas después de la debacle ante el Eldense. El club se tomó un periodo de profunda reflexión para analizar la situación y posibles soluciones, pero salvo giro drástico de los acontecimientos, en principio Ramírez tendrá una última bala en el Almería Stadium.

Será la última, eso sí, mientras el club ya explora soluciones y valora opciones en el caso de que tenga que prescindir de Ramírez, que firmó a finales de diciembre un contrato de temporada y media. La entidad confiaba en que el técnico canario no solo consiguiera revertir la mala dinámica que hizo a Víctor Fernández salir por la puerta de atrás del club, con tiempo incluso para optar a los puestos de ascenso, sino también en que fuera quien tomara las riendas del proyecto para llevar al Real Zaragoza donde debería estar.

Pero ahora no es solo la figura de Ramírez la que está en entredicho por sus siete puntos en nueve partidos, sino que puede acabar saltando todo por los aires. El director deportivo, Juan Carlos Cordero, en quien el club había confiado plenamente hasta ahora sin plantearse su adiós pese a terminar contrato, pende ahora también de un fino hilo y puede no ser quien se encargue del próximo mercado de fichajes. Su unión con el Real Zaragoza expira el próximo 30 de junio.

Pero el tsunami puede no detenerse ahí. El Real Zaragoza tenía claro que el éxito presente o futuro debía pasar por la estabilidad, por evitar tantos vaivenes y cambios tanto en el banquillo como en la plantilla. De ahí su intención de construir a partir del equipo actual, de mantener a buena parte de los jugadores y apuntalar posiciones con nombres importantes que sumaran e hicieran sumar al colectivo. Pero después del desastre actual y si finalmente hay cambio en el banquillo y en la dirección deportiva tocaría empezar casi de cero también con la plantilla.

La temporada ha seguido la línea habitual de los últimos años pero se ha torcido hasta límites insospechados. El equipo empezó bien, con buenos resultados, y Soberón y Bazdar liderando un equipo más ofensivo que defensivo pero pronto empezó a frenarse. Las bajas de los delanteros hicieron mucho daño al Zaragoza y Víctor Fernández tampoco encontró soluciones ni la manera de hacer funcionar al equipo. El zaragozano, superado por la situación, se marchó tras una racha terrorífica de un punto en cuatro partidos.

Un nuevo entrenador y un mercado de invierno después la situación es aún peor. Sin un central, único refuerzo urgente por acometer, el equipo se ha seguido desangrando atrás a pesar de algunos síntomas de mejoría en momentos puntuales. Pero dos puntos de los últimos quince, siete en la segunda vuelta, son poco, demasiado poco. De MAR a tsunami.