La opinión de Sergio Pérez

Femenías, Tasende, Calero, Clemente y la plaga de errores individuales en el Real Zaragoza

Al Real Zaragoza le falta categoría defensiva desde todos los puntos de vista, por carencias físicas y porque el trabajo de fondo no da resultados. Los fallos particulares están haciendo mucho daño al equipo

Femenías saluda a los aficionados al bajar por la rampa de acceso al césped en La Romareda.

Femenías saluda a los aficionados al bajar por la rampa de acceso al césped en La Romareda. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Zaragoza

En el último partido contra el Eldense, saldado con una muy preocupante derrota que ha encendido todas las alarmas a solo doce jornadas para el final del campeonato, el Real Zaragoza realizó 25 disparos, siete de ellos a portería. Marcó dos tantos, de Dani Gómez de penalti y de Soberón apareciendo en esa zona del área donde siempre están los pillos de nacimiento. El Eldense chutó entre los tres palos en cinco ocasiones. Cuatro fueron gol.

En una noche de perros, el equipo de Miguel Ángel Ramírez había salido al campo a morder. Antes de que Dani Gómez convirtiera el 1-0 ya había podido estrenarse en La Romareda en una acción en la boca del lobo que salvó Dani Martín con el cuerpo. Esos buenos minutos, que por ejemplo se habían repetido en la primera mitad en Albacete o en un partido muy serio defensivamente en Elche o en ratos sostenidos en casa frente al Sporting, volvieron a disolverse de nuevo como un azucarillo entre el agua que caía sobre la ciudad.

Una vez más, y seguramente una vez menos porque alguna más habrá, el Real Zaragoza desaprovechó su capacidad para generar un buen caudal ofensivo por su inaudita endeblez defensiva desde el punto de vista colectivo y por la debilidad extrema de los jugadores que componen la retaguardia del equipo, casi uno por uno, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, con un alto obligado en la portería.

Este peligrosísimo problema tiene dos variantes. La primera, estructural. El equipo se vuelve anticompetitivo al primer golpe que recibe y empieza a sentirse especialmente inseguro y vulnerable, una situación que se ha acrecentado con la línea de cuatro y con la base de tres centrales aparcada. Y, luego, una segunda individual. Los fallos perfectamente adjudicables a jugadores con nombres y apellidos se cuentan a montones esta temporada. Los sufrió Víctor Fernández y los está sufriendo Miguel Ángel Ramírez.

No se ha salvado nadie. Ni Poussin, que está purgando en el banquillo aquella sorprendente excursión a ninguna parte en Albacete. Ni Femenías, un arquero transparente, con un ratio muy elevado de goles encajados e incapaz de salir a por un balón aéreo ni aunque caiga del cielo como en el 2-4 frente al Eldense. Tampoco Tasende, que todo lo que te da en ataque te lo quita en defensa, donde padece grandes problemas para sujetar a sus pares por falta de físico y de conceptos tácticos. Ni Calero, desconocido y la antítesis del lateral que se comió la banda en el Cartagena el año pasado.

Por supuesto, tampoco los centrales. Lluís López es, sin duda, el mejor de todos. El hombre más fiable y confiable, lo que da una perfecta idea de la dimensión del caso. Vital comenzó a un nivel alto y la tierra le ha engullido con fallos individuales importantes, Clemente solo ha estado cómodo sobre una base de tres y se pierde en la inmensidad de la nada jugando en pareja. También ha protagonizado errores llamativos. Jair está lejísimos de su 'prime', tiene problemas serios a su espalda y ha convertido su oficio en ser un frontón. El último de la fila, Kosa, se lesionó muy pronto pero ya había dejado alguna perla para el recuerdo. No ha vuelto a aparecer. Era una apuesta de futuro. Su nivel presente es bajo.

Al Real Zaragoza le falta categoría defensiva desde todos los puntos de vista, por carencias físicas y porque el trabajo de fondo no da resultados (por ejemplo, para cortar de una vez el problema permanente con los centros laterales a la espalda). A eso hay que añadir las taras consustanciales al perfil de varios jugadores, que no tienen la agresividad necesaria, la velocidad de reacción, la capacidad para posicionarse ni la rasmia para rebelarse ante sus propias desdichas.

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