Real Zaragoza
La caída de Juan Carlos Cordero en el Real Zaragoza: de aclamado al matadero
Llegó en 2023 y al comienzo su labor fue elogiada hasta el punto de ser coreado. El rendimiento de ‘sus’ futbolistas hicieron que su popularidad fuera cayendo en picado y las elecciones de Velázquez y Ramírez, sumadas al negligente mercado invernal, han acabado condenándole

Cordero, con rostro serio, la noche del pasado sábado en el aeropuerto de Zaragoza rodeado de otros integrantes del equipo aragonés / Miguel Ángel Gracia

Dos años y dos meses ha durado la aventura de Juan Carlos Cordero en el Real Zaragoza. 26 meses en los que ha pasado de todo. Bueno, casi de todo. Porque los equipos que ha construido en ningún momento han estado cerca del objetivo que perseguía su llegada: crear un proyecto que devolviera a Zaragoza a Primera.
De hecho, ahora la propiedad ha decidido prescindir de sus servicios porque el equipo está ahora mismo muy cerca de precisamente todo lo contrario. La popularidad del cartagenero ha ido en franca decadencia hasta ser señalado por el zaragocismo como uno de los máximos responsables, si no el que más, de la bochornosa situación que vive el club. Con muchas más sombras que luces, a Cordero le ha acabado costando el puesto su desafortunadísima elección de entrenadores (Velázquez y Ramírez) y la inentendible ocurrencia de no fichar ningún central en este mercado de invierno cuando el equipo lo pedía a gritos.
Pero la afición que ahora celebra su marcha hace no tanto le vitoreaba. Cordero llegó como uno de los directivos deportivos más reputados tras una larga negociación, de meses, con el Tenerife. Era el elegido del club y el Real Zaragoza se lo trajo a la capital aragonesa a base de talonario. Bebé fue su apuesta en el mercado invernal de 2023 y el buen hacer del caboverdiano en esos seis meses se sintió como un presagio de lo que podía llegar a hacer en verano con más tiempo.

Bakis, en su presentación / Andreea Vornicu
Dicho y hecho. Repasando la hemeroteca, el mercado del Real Zaragoza se consideró como sobresaliente. Se habían fichado nombres como Maikel Mesa, Sergi Enrich, Toni Moya o Sinan Bakis, jugadores hechos con experiencia en Segunda División. Y había una imagen que se repitió durante las presentaciones de todos ellos. Daba igual el futbolista que posara con la camiseta zaragocista, el más aclamado del día y el que se llevaba todos los cánticos y aplausos era Juan Carlos Cordero, que a pesar de no tocar un balón se convirtió en un héroe de los despachos.
A pesar de un inicio inmaculado en el que el Real Zaragoza fue líder durante varias semanas, la cosa pronto comenzó a torcerse hasta el punto de que había que buscarle relevo a Fran Escribá. Y ahí Cordero cometió su primer pecado capital eligiendo a un Julio Velázquez que tuvo un paso casi obsceno por la capital aragonesa logrando tres victorias, seis empates y cinco derrotas en 14 encuentros para sumar 15 puntos de 42 posibles. Aunque su discurso fue incluso peor que sus números.

Velázquez, en el banquillo de La Romareda / Jaime Galindo
Llegó entonces Víctor Fernández como salvador, otra vez, en una decisión en la que no tuvo nada que ver el cartagenero, ya que vino de más arriba. La leyenda zaragocista consiguió revertir la situación y adquirió galones para tomar decisiones en la configuración de la plantilla de cara a esta temporada. ¿Dónde quedaba Juan Carlos Cordero en esa nueva estructura? Pues desde el primer momento quiso vende el club que Víctor y el director deportivo iban a trabajar de la mano y que su relación era cordial, aunque la sintonía entre ambos nunca llegó a ser buena.
No obstante, los dos lograron formar un plantel que de nuevo parecía ser, sobre el papel, cuanto menos prometedor. El Real Zaragoza salía al mercado con el mayor límite salarial en su más de una década en Segunda y llegaron este verano, algunos con traspasos importantes, una mezcla de veteranos y jóvenes con Samed Bazdar y Ager Aketxe como máximos exponentes de una potente apuesta.

Aketxe, con el escudo del Zaragoza detrás / Miguel Ángel Gracia
Aunque se reconoció que la plantilla había quedado incompleta, de nuevo el prometedor arranque hizo olvidar esa cuestión hasta que las cosas comenzaron de nuevo, como si fuera un calco del año anterior, a complicarse. Víctor dimitió y Juan Carlos Cordero, ya otra vez como máximo responsable de la dirección deportiva, volvió a equivocarse, por partida doble al depositar su confianza en un Ramírez, que nunca entendió dónde estaba, y al firmar un mercado invernal negligente que le han mandado al matadero cuando hasta hace poco su renovación se consideraba casi un hecho.
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