Real Zaragoza

Liso acentúa la incesante pérdida de patrimonio del Real Zaragoza

El club, que cederá al extremo en junio al Getafe, abre la puerta de salida a más de un canterano de media por temporada desde el último descenso a Segunda

Liso, durante el partido disputado en La Romareda ante el Sporting.

Liso, durante el partido disputado en La Romareda ante el Sporting. / LAURA TRIVES

Jorge Oto

Jorge Oto

Zaragoza

Adrián Liso es el último de una larga lista que muestra la elevada pérdida de patrimonio de un Real Zaragoza que abre la puerta a más de un canterano por temporada desde que bajó a Segunda por última vez. La salida del extremo acordada con el Getafe, en el que recalará cedido la próxima campaña como condición impuesta por la entidad presidida por Ángel Torres para dejar salir a Gabi Fernández, acentúa ese extravío de futbolistas de la casa (en su inmensa mayoría aragoneses) a los que el club ve partir, más o menos voluntariamente, a lo largo de la doce campañas consecutivas que acumula ya en la categoría de plata del fútbol español.

En todo caso, esa pérdida de patrimonio se viene acelerando en los últimos cursos. Sobre todo, en el actual, marcado por la convulsión y una nefasta planificación de una plantilla que, desde enero, ya no cuenta con Marc Aguado e Iván Azón, desvinculados ya del Real Zaragoza para enrolarse en las filas del Elche y del Como italiano, respectivamente. Solo el delantero dejó dinero (2 millones de euros más bonus) en las arcas del club. El mediocentro se marchó en un intercambio a pelo con otro canterano, Raúl Guti, que volvió tras haber salido a la conclusión de la 19-20 por 5 millones.

Apenas unos meses antes de la doble pérdida había sido Alejandro Francés el que, cansado de promesas de ascenso incumplidas, dejó el Zaragoza para fichar por el Girona, que pagó 3,5 millones fijos por el defensa aragonés. Liso, cuya cesión al Getafe incluirá una opción de compra por 3 millones, eleva aún más esa velocidad de crucero con la que la entidad sigue perdiendo patrimonio como consecuencia, principalmente, de esa larga estancia en Segunda. Francho, además, sigue sin sellar su renovación.

La lista no para de crecer. Puche se fue al final de la 22-23 a coste cero al Arouca portugués si bien el Zaragoza se guardó el 50% de sus derechos ante una posible venta futura. No fue el caso con Lasure, que también se fue ese mismo verano para recalar a préstamo en el Tenerife; ni de Zapater, al que el club no renovó. El ejeano, tras una despedida a lo grande tributada por el zaragocismo en La Romareda, emprendería una nueva aventura por Canadá que todavía perdura.

Clemente mantuvo la media de salidas tras la 21-22, pero un año antes habían sido muchos más los que acompañaron a Guti a la puerta. Pombo (cedido en enero al Cádiz, cuyo ascenso a Primera obligó a pagar al Zaragoza 1.250.000 euros, por el 75% de sus derechos), Delmás (fichó, libre, por el Cartagena) y Soro, por el que el Granada desembolsó 2,5 millones, dejaban patente que la cantera era la que seguía sacando de apuros a un club que un año antes había vendido a Pep Biel, que había llegado dos años antes al filial, por 5 millones de euros al Copenhague en un caso similar al que había protagonizado tres años antes Diego Rico, vendido al Leganés por un millón. 

El Real Madrid pagó 6 millones por Jesús Vallejo (5) y por el meta Darío Ramos en 2015, si bien dejó un año más cedido al central en el Zaragoza, que abrió la puerta al meta Whalley rumbo a Huesca, al igual que un año antes había hecho lo propio con Víctor Laguardia, que a la conclusión de la campaña 13-14 (la primera en Segunda tras el último descenso) fue el primero de un incesante desfile que cierra ahora Liso. El extremo afronta sus últimos partidos con la elástica zaragocista antes de emprender el mismo camino que otros muchos siguieron. Y eso que la cantera era, supuestamente, uno de los pilares básicos de ese proyecto de la propiedad del Real Zaragoza basado en devolver al club toda la grandeza perdida al mismo ritmo que su patrimonio.

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