La opinión de Sergio Pérez
Calero, Tasende, Jair y las terroríficas pifias individuales del Real Zaragoza
El plan de choque de Gabi, basado en juntar mucho las líneas y la solidez defensiva, saltó de nuevo por los aires por varios errores personales encadenados

Calero pide explicaciones al árbitro tras ver la segunda amarilla y ser expulsado en Santander. / CARLOS GIL-ROIG

Las alturas del campeonato y las tremendas apreturas de la clasificación no permitían vacilaciones. Había que elegir una dirección, ser firme y creer que ese era el camino más adecuado. En su debut ante el Córdoba en La Romareda, saldado con empate a un gol, Gabi Fernández dejó claro cuál iba a ser su libro de estilo para buscar la permanencia en una situación extremadamente compleja y de máxima dificultad. Prioridad absoluta para la solidez como equipo y construcción del edificio desde atrás hacia delante. Primero, los cimientos de la casa. Luego, todo lo demás. De las florituras ni hablamos.
En Santander, con algún nombre diferente en la alineación (Calero y Tasende en los laterales a pierna natural y Arriaga en el medio en lugar de Liso), el entrenador del Real Zaragoza incidió en su propuesta, cuatro atrás y cuatro centrocampistas. De inicio, el resultado fue un equipo con las líneas muy juntas, inteligente para reducir los espacios de juego al rival, rápido en los repliegues y las ayudas, equilibrado y competitivo desde el punto de vista defensivo. El plan no dejaba dudas.
Gabi recogió un auténtico desecho. En los dos partidos previos a su llegada, el Real Zaragoza había recibido ocho goles y se había roto en el campo. Llevaba sin dejar la portería a cero más de mes y medio. Para asegurar una base sobre la que sentirse seguro en un momento crítico y con el tiempo limitado, en Santander el técnico amontonó esfuerzo y trabajo en el centro del campo, con Guti escorado a la izquierda, Francho a la derecha y Arriaga y Moya en el medio.
El Zaragoza se comportó de manera muy profesional en los primeros 45 minutos en su mitad del campo, que es a lo que quiso reducir el encuentro. Eso sí, entregó la posesión y prácticamente ni asomó por el área local. El Racing llegaba pero sin hacer daño.
Todo cambió como tantas veces ha cambiado esta temporada. Primero con la expulsión de Calero en el minuto 35, que Poussin minimizó deteniendo el penalti que el colegiado había señalado. Después, con otros dos errores clásicos y tan recurrentes en esta Liga para el olvido. El Racing hizo el 1-0 a la salida de un córner en el que Tasende desatendió su marca. Y luego el 2-0 en un fallo clamoroso de Jair, que entregó el balón a Andrés y lo dejó solo ante Poussin.
El plan de choque de Gabi saltó por los aires en Santander por las mismas razones que han dinamitado tantos partidos del Real Zaragoza esta temporada. Once contra once, el equipo estuvo serio y el plan funcionaba de manera correcta. Luego llegaron las pifias de todos los días, terroríficas, alguna impropia de la categoría y todas una condena atroz. El entrenador ya las sufrió en su estreno en el tanto del Córdoba. Este sábado las volvió a padecer en sus carnes, como antes las malvivieron sus predecesores. Una lacra extraordinaria que castiga jornada a jornada. De momento, Gabi tampoco ha conseguido acabar con ellas. El resultado: todo sigue como se lo encontró. El descenso, a un punto.
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